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Jaque mate/Transgénicos

Sergio Sarmiento

“Todo problema es

nocivo al hombre cuando

lo inmoviliza; a la inversa,

todo problema es excelente cuando forma parte

de su marcha”.

Eduardo Mallea

La Organización Mundial de la Salud (OMS) le pegó un golpe enorme a Greenpeace y a otros grupos supuestamente ecologistas que han venido manejando el dogma de que los productos transgénicos son dañinos para la salud.

Este pasado viernes el máximo organismo de salud a nivel mundial dio a conocer un detallado informe en el que establece que no sólo no se ha encontrado ningún indicio de que los transgénicos sean perjudiciales para la salud sino que “pueden ayudar a mejorar la salud y el desarrollo humanos”. La OMS sugiere que hay que seguir haciendo evaluaciones de estos productos desde un punto de vista social y cultural, pero desde un punto de vista médico no se ha encontrado que puedan producir ningún daño.

El salto en la conclusión de que no se han encontrado consecuencias dañinas de los transgénicos en seres humanos a la afirmación de que estos productos pueden “ayudar a mejorar” la salud y el desarrollo humanos es consecuencia de que el empleo de transgénicos reduce el uso de pesticidas y de prácticas agrícolas nocivas. Se reconoce también que la productividad del campo mejora de manera sustancial con la incorporación de transgénicos.

Este informe de la OMS representa un fuerte golpe contra Greenpeace y otras Organizaciones No Gubernamentales que se han autoproclamado como verdaderas representantes de la humanidad en el combate contra las grandes empresas farmacéuticas.

Greenpeace en particular ha impulsado una campaña a nivel internacional en contra de los transgénicos. Sus posiciones sobre este tema han sido abiertamente dogmáticas. Greenpeace ha rechazado la acumulación de información científica que reconoce las virtudes de los transgénicos.

Los transgénicos, como cualquier otro producto surgido de nuevas tecnologías, deben ser evaluados constantemente para prevenir problemas médicos y de otra naturaleza. Nadie ha planteado nunca que esta actitud precautoria debe desaparecer. Las empresas que producen transgénicos, y las autoridades de distintos países, mantienen de manera permanente este tipo de investigaciones. Y es correcto que lo hagan.

Pero Greenpeace ha ido mucho más allá de lo que ameritaría una actitud de precaución. Los miembros y simpatizantes de esta organización han adoptado una estrategia de prohibir primero y preguntar después. Poco importa que no se haya encontrado ningún tipo de daño proveniente de los transgénicos y que éstos generen, por el contrario, fuertes beneficios para el ambiente y la economía. Los productos deben prohibirse simplemente porque quizá en el algún momento pudiera encontrarse algo que fuera nocivo en estos productos.

Greenpeace cuenta para si la ventaja de ser una organización “políticamente correcta”. Se supone que sus causas son buenas y sus motivos nobles. En sus campañas de promoción en el mundo la organización ha logrado el aval de importantes personalidades del mundo de los espectáculos y de la información. Pero el ser políticamente correcto no significa, por supuesto, que uno esté en lo correcto.

El estudio de la OMS no ha hecho más que recuperar un fuerte trabajo de investigación llevado a cabo de manera muy intensa por distintos laboratorios del mundo. Desde hace mucho tiempo ya quedaba claro que los transgénicos no sólo no eran peligrosos sino benéficos para el ambiente y la economía. En ese sentido los analistas de la OMS han mostrado un gran valor para oponerse a las posiciones de Greenpeace y de sus simpatizantes. Siempre es muy fácil que estas organizaciones multilaterales se unan a las posiciones políticamente correctas independientemente de lo que digan los estudios serios.

El estudio de la OMS no hace sino confirmar lo que la mayoría de los científicos serios ha venido diciendo desde hace mucho tiempo. Los transgénicos conocidos no hacen daño.

Eso no significa que pudiera encontrarse algún transgénico tóxico en el futuro, como se han encontrado productos tóxicos producidos por otros procedimientos en el pasado. La comunidad científica tiene la obligación de seguir estudiando procesos y productos.

Pero una cosa es mantener una actitud de cautela y otra muy distinta cerrar las puertas, por un dogma irracional, a un grupo de productos que pueden traerle enormes beneficios a la humanidad. En esto Greenpeace ha cometido un costoso error. Pero como cualquier organización dogmática, se niega a reconocer ese error.

LA CORTE

y FOBAPROA

La Suprema Corte de Justicia ha determinado que la Auditoría Superior de la Federación no le puede dar órdenes al Poder Ejecutivo. Pero no ha avalado necesariamente las transacciones del Fobaproa. La controversia continuará y sin duda tomará nuevamente vigencia en la campaña presidencial de 2006.

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