“La televisión no puede
poner a un presidente.
Pero sí lo puede destruir”.
Fernando
Henrique Cardoso
En varias ocasiones he escuchado a gente interesada en la política nacional decir que el próximo presidente de México será el que quiera la televisión. Me parece, sin embargo, que éste es uno de esos mitos que a fuerza de repetirse busca convertirse en dogma. La verdad es que ni la televisión ni todos los medios de comunicación unidos pueden realmente crear un presidente.
No hay duda acerca del poder político de los medios. Un candidato que no es conocido por los electores, no tiene ninguna posibilidad de triunfar en una elección democrática. Everardo Moreno del PRI y Patricia Mercado de Alternativa están plenamente conscientes de lo que significa no tener la atención de los medios.
Pero si un candidato tuviera asegurado el triunfo simplemente por tener mucho tiempo de televisión, Santiago Creel sería hoy candidato del PAN a la Presidencia de la República. La simple presencia en los medios, o la saturación de las pantallas con anuncios, no garantizan el triunfo en los procesos políticos modernos.
Un ejemplo muy claro lo tenemos en las elecciones presidenciales de 1988. Según los informes que en ese entonces preparó Alianza Cívica, el candidato del PRI, Carlos Salinas de Gortari, tuvo el 95 por ciento del tiempo político en televisión. Pero no sólo eso, sino que virtualmente toda la cobertura informativa que se hizo de él fue positiva. El otro cinco por ciento del tiempo se repartió entre los dos principales candidatos de Oposición, Cuauhtémoc Cárdenas del Frente Democrático Nacional y Manuel Clouthier del PAN, aunque la cobertura de estos dos fue en parte negativa.
Aun así, hay razones para pensar que el PRI tuvo que recurrir a un fraude para asegurar el triunfo de Salinas. La información disponible sugiere que o Cárdenas ganó esa elección o cuando menos estuvo bastante cerca del triunfo. Quizá nunca sepamos cuál fue el resultado real de esos comicios, pero no hay duda de que la aplastante presencia de Salinas de Gortari en la televisión no fue suficiente para garantizarle un triunfo claro.
El gasto de Francisco Labastida en televisión tampoco pudo comprarle la Presidencia de la República en el año 2000. Si bien Vicente Fox tuvo un tiempo menor en espacios publicitarios, no hay duda de que los utilizó mejor.
Hoy estamos viendo un fenómeno interesante. Andrés Manuel López Obrador, sin gastar dinero propio en publicidad, logró posicionarse en todo el país gracias en buena medida a la cobertura que los medios nacionales le dieron a sus conferencias de prensa mañaneras. La controversia sobre el desafuero le dio la promoción adicional que necesitaba para encabezar las encuestas. En los últimos meses el virtual candidato perredista ha estado haciendo campaña sin apoyarse en publicidad pagada y sin contar ya con la atención de los medios que tuvo cuando era jefe de Gobierno del Distrito Federal. Y, sin embargo, su popularidad, en vez de bajar, ha subido ligeramente.
Todo parece indicar que la televisión es una condición necesaria pero no suficiente para lograr un triunfo electoral. En otras palabras, si un candidato no tiene cobertura televisiva o de medios en general, no tiene posibilidad de ganar una elección. Pero la cobertura de medios no le garantiza un triunfo. De hecho, en ciertas circunstancias, puede ser una trampa mortal. Un exceso de publicidad, por ejemplo, puede llevar a la gente al hartazgo y a votar en contra del candidato que busca promocionarse.
Hace algunas semanas el ex presidente de Brasil, Fernando Henrique Cardoso, uno de los políticos latinoamericanos más inteligentes de las últimas décadas, me expresaba su convicción de que la televisión no puede poner a un presidente pero sí destruirlo. Según Cardoso, los electores no necesariamente se inclinan por el candidato que apoyan las televisoras, y los casos que lo demuestran son muy numerosos en todos los países. Pero si los medios se unen para atacar a un presidente, vuelven insostenible su posición política.
Estas lecciones deben tomarse en cuenta ahora que está empezando la campaña presidencial para 2006. A pesar de la afirmación tantas veces repetida, la televisión no puede garantizarle a nadie la Presidencia de la República, aunque sí puede hacerle imposible la vida a quienquiera que ejerce el poder.
DESACELERACIÓN
Ayer el Banco de México redujo su estimación de crecimiento de la economía mexicana para este 2005 de 3.25 a 2.75 por ciento. No han sido los huracanes los que han llevado a esta desaceleración sino los altos precios del petróleo que tanto han festinado nuestros políticos. Éstos han frenado la economía de Estados Unidos y, en consecuencia, al sector manufacturero de nuestro país.
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