“No hay nada tan hermoso como una llave, mientras no se sepa lo que abre”.
Maurice Maeterlinck
Yeidckol Polevnsky tiene tanto derecho como cualquier otra persona a mantener en privado su vida íntima y personal. El escándalo sobre las distintas identidades de una candidata a un Gobierno Estatal, sin embargo, obligaba a una explicación. La propia Yeidckol promovió que el tema se convirtiera en polémica al demorar tanto tiempo en aclarar su cambio de nombre. En ese sentido ella es cuando menos parcialmente responsable del escándalo absurdo que ha generado su cambio de nombre.
La explicación que ofreció Yeidckol este pasado dos de marzo parece sensata. Cuando ella tenía 12 años quedó embarazada y su madre, deseosa de protegerla de una sociedad moralista, le cambió su nombre original, de Citlali Ibáñez. Según las propias explicaciones de la candidata, ella empezó a utilizar el nombre judío Yeidckol que había escuchado en la reunión de un grupo religioso. La elección del apellido Polevnsky vino después y el nombre se oficializó en un “trámite notarial”.
La candidata ha expresado su intención de postularse formalmente como candidata del PRD al Gobierno del Estado de México con este nombre que ella ha utilizado desde adolescente. Las razones son evidentes: Yeidckol se ha dado a conocer en el mundo de las empresas y en el de la política con ese nombre judío y su apellido inventado. El problema es que todo parece indicar que el cambio de nombre nunca fue legal. Ningún trámite notarial puede legalizar un acto de esta naturaleza. Y no hay indicaciones de que haya habido un proceso legal adecuado para modificar el nombre.
Si la candidata del PRD se inscribe en la contienda con un nombre que no es legalmente suyo corre el riesgo de que se le cuestione ante el Instituto Estatal Electoral y ante los tribunales electorales. Ella sin duda argumentará que es víctima de un complot, lo cual le permitirá aprovechar la consecuente cobertura de medios; pero el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, que sería la última instancia, tendrá inevitablemente que reconocer que un candidato sólo puede contender en una elección con su nombre oficial.
Me parece que Yeidckol ha tomado una lección de Andrés Manuel López Obrador y ha aprovechado la polémica para colocarse en el papel de víctima y obtener una mayor cobertura de medios. Y por supuesto está en todo su derecho de hacerlo. La atención que ha generado esta polémica ha hecho sin duda más conocida a la candidata y le ha dado un toque humano, el cual puede resultar muy útil en una contienda cerrada como la que se espera en el Estado de México el próximo mes de julio. Lo que no tiene mucho sentido es que la propia candidata se queje de la polémica. Ella misma pudo evitarla aclarando el tema desde el primer momento.
A final de cuentas, sin embargo, los electores no pueden decidir si votarán o no por Yeidckol sobre la base de un embarazo ocurrido hace tres décadas o por el intento de cambiarle el nombre. La discusión debe centrarse en las políticas que aplicaría la candidata si llega al Gobierno del Estado de México.
En este punto Yeidckol puede ofrecer la inusitada circunstancia de haber sido presidenta de una cámara empresarial, la Canacintra, sosteniendo en general posiciones populistas o proteccionistas. Por eso es que puede convertirse en candidata del PRD sin cambiar sus posiciones fundamentales.
El único otro dirigente empresarial que me viene a la mente que ha podido ser candidato a un Gobierno por el PRD es el ya gobernador electo de Guerrero, Zeferino Torreblanca, quien, sin embargo, mantiene posiciones económicas de una izquierda más moderna que la que ha defendido Yeidckol.
La contienda por el Gobierno mexiquense, por supuesto, apenas está empezando. Yeidckol ha logrado un buen golpe de medios con la polémica sobre su nombre.
El costo personal de la polémica, sin embargo, seguramente ha sido muy alto. No es agradable que en los medios se discutan abiertamente los detalles de la vida íntima de una mujer (o de un hombre). En este sentido la candidata tiene razón en mostrarse molesta. Pero en realidad en la política la notoriedad es el primer paso al reconocimiento que lleva el voto. Y hoy Yeidckol es un personaje que ha alcanzado una amplia notoriedad.
Sus simpatizantes deberán esperar que Citlali también la tenga. Después de todo, la información disponible sugiere fuertemente que ése el nombre oficial de la candidata y el que tendrá que ser usado en el registro oficial ante las autoridades electorales.
¿UNIDAD DEL PRI?
El PRI concluyó su XIX Asamblea Nacional haciendo gala de unidad. Pero muchas dudas quedaron al respecto. Los temas más controvertidos simplemente se obviaron. Y tarde o temprano volverán a salir a la superficie y pondrán en entredicho esa unidad.
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