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Jaque Mate

Sergio Sarmiento

DULCE GUERRA

?Y es siempre la dulce guerra...?

Jacques Brel

La medida también elevó artificialmente el precio del azúcar en México e hizo que Estados Unidos cerrara las puertas a las importaciones de azúcar de nuestro país.

Nuevamente se perfila una batalla en torno al azúcar. La Unión Nacional de Cañeros, encabezada por el diputado priista Carlos Blackaller, ha impulsado una nueva Ley para la caña que es la respuesta del sector a la derogación del viejo Decreto Cañero. El presidente de la República, Vicente Fox, se ha abstenido de publicar la nueva Ley; y él y algunos miembros de su gabinete han dado amplias señales en el sentido de que hará observaciones a la iniciativa y la devolverá a la Cámara de Diputados.

La verdad es que la llamada Ley de Desarrollo Sustentable de la Caña de Azúcar que fue aprobada por la Cámara de Diputados el pasado 21 de junio constituye un retorno a muchos de los vicios del Decreto Cañero que el presidente de la República anuló el 14 de enero. Uno de los puntos esenciales de esta iniciativa es reestablecer un precio de referencia de la caña de 57 por ciento del valor del azúcar, independientemente de las condiciones del mercado. Con este tipo de condiciones, por supuesto, no se puede crear un mercado sano en nuestro país.

Blackaller afirma que la Ley de Desarrollo Sustentable de la Caña de Azúcar colocaría a la industria azucarera sobre unas bases más sólidas y competitivas para el futuro. Añade que la única razón posible por la que el presidente Fox no ha firmado la iniciativa es porque está buscando ?salvaguardar los intereses de algunas empresas transnacionales?.

En estas palabras, sin embargo, se encuentra la clave del propósito real de la nueva Ley. Su objetivo verdadero es mantener la protección especial que el Decreto Cañero le daba a la caña de azúcar y preservar el trato discriminatorio en contra de la alta fructosa.

Hay muy buenas razones para eliminar ese trato especial que tradicionalmente se le ha dado al sector cañero. Una, y muy importante, es que éste ha hecho que la industria azucarera de nuestro país se vuelva obsoleta e ineficiente. Esto ha resultado en precios más altos para el azúcar en nuestro país, lo cual afecta a los consumidores mexicanos pero también a los productores de dulces, chocolates, refrescos y otros productos que utilizan edulcorantes como materia prima, lo cual inhibe la inversión productiva en estos campos.

El Congreso ha tratado desde hace años de establecer barreras especiales contra la alta fructosa, un edulcorante líquido derivado del maíz que se utiliza principalmente en bebidas. Estableció así un impuesto discriminatorio de 20 por ciento a los refrescos que empleen este producto. El impuesto logró eliminar de un plumazo el uso de la fructosa en la industria refresquera, con lo cual disminuyó importaciones pero también redujo la producción de alta fructosa en las plantas mexicanas.

La medida también elevó artificialmente el precio del azúcar en México e hizo que Estados Unidos cerrara las puertas a las importaciones de azúcar de nuestro país.

Para colmo de males la Organización Mundial de Comercio ha determinado, como en realidad se esperaba, que ese impuesto a los refrescos que emplean alta fructosa es una práctica proteccionista ilegal.

México necesita construir una industria azucarera más moderna y eficiente. Pero el camino que han tomado la Unión Nacional de Cañeros y los diputados del PRI y del PRD es equivocada. Para promover una mayor inversión, es indispensable eliminar los controles de precios que tanto daño le han hecho a la industria. Como en cualquier otro mercado, debe ser la Ley de la oferta y la demanda la que establezca los precios en todos los eslabones de la cadena de producción.

México, por otra parte, debe abrir las puertas al uso de los mejores edulcorantes para cada proceso. El azúcar de caña es muy competitivo para ciertos usos, pero pretender desplazar a la alta fructosa en refrescos y otros tipos de bebidas es luchar en contra de una tecnología que ya se ha impuesto en todo el mundo. Si abrimos las puertas a este mercado, se reanudarán las inversiones que han permitido que México adquiera su propia capacidad productiva en este edulcorante.

El presidente está haciendo lo correcto al no apresurarse a publicar la nueva Ley. Sin duda hay elementos en ésta que vale la pena preservar, pero el mandatario debe usar la facultad de observación que tiene para eliminar todos aquellos puntos en la Ley que representen un paso atrás al México del corporativismo y los controles gubernamentales sobre la economía. Si queremos tener una industria azucarera moderna y competitiva, no queda más opción que seguir el camino del mercado libre.

HARRY POTTER

El papa Benedicto XVI, cuando era cardenal, objetó abiertamente el contenido de los libros de Harry Potter. Yo encuentro en ellos, por el contrario, un instrumento que ha hecho que millones de niños en todo el mundo empiecen a leer. Bienvenido, pues, el retorno de Harry Potter y su príncipe mestizo.

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