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Jennifer López se da el lujo de llegar tarde

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Nueva York, EU.- Sólo Jennifer López puede permitirse llegar con hora y media de retraso a un encuentro con la prensa internacional a propósito de su más reciente película, An Unfinished Life, en la que comparte roles con Robert Redford.

Durante la espera, una corresponsal de Alemania sonríe al preguntarle si en su país también concita interés la estrella de origen puertorriqueño. Por supuesto, dice casi sin creerlo.

La conferencia dura exactamente 14 minutos, durante los cuales la diva del Bronx hace gala de su simpatía y dotes de rapera al mover constantemente las manos, respondiendo a las preguntas sin profundizar en nada. Menos cuando se le consulta la relación de su papel, una mujer pobre y abusada por su pareja, con la vida real.

?Todos dialogamos con la tragedia; es una de las cosas más duras de la vida?, dice omitiendo referirse a la realidad de las mujeres latinas y afroamericanas en el barrio en que creció, El Bronx, uno de los más pobres de Nueva York. Y en el que las malas lenguas cuentan que jugaba descalza.

Pero, ¿has sido abusada?, pregunta un reportero.

?Tal vez un poco, por la prensa?, responde la famosa artista mitad en broma, mitad en serio.

Dice que la película la cautivó inmediatamente por tratarse de ?una historia muy humana, de las que casi no se hacen en Hollywood?.

Robert Redford es su suegro en el filme, a quien creció viendo porque era el ídolo de su madre.

?Fue algo surreal saber que actuaría junto a él?.

Jennifer López confiesa que la mamá casi la hace pasar vergüenza cuando la llevó al set.

?Por favor actúa normal, no te vuelvas loca?, dice que le dijo.

?Ella pasó un gran rato?.

Sus verdaderos ídolos eran otras. Han pasado los años desde que decía -recuerda en la conferencia- ?I love Madonna, I really love her?, o profesaba su admiración por Jodie Foster, y ahora Jennifer más que una actriz, una cantante o un cuerpo, es una marca.

Y nos encontramos en la habitación del lujoso Essex House Hotel con vista a Central Park, lejos del barrio de infancia. Se le ve cansada; sólo el miércoles en la noche vio la película y ayer toda la mañana dio entrevistas para la televisión. Por eso llega tarde.

Es la chica con menos de 40 años más rica de Hollywood, más que Julia Roberts o Cameron Díaz. Sin embargo, la sencillez de su atuendo: blusa de tela liviana, escote y flores, pulseras y aretes redondos colgando, uñas rojas, pelo recogido como en los años 60, maquillaje tenue y súper natural, recuerda a cualquier mujer de los sectores latinos en el East Harlem y El Bronx.

Aunque el suyo sea un diseño Versace o Luis Vuitton, conserva un sello que ha querido mantener en su carrera, el de una diva elegante y al mismo tiempo popular.

En sus trabajos cinematográficos, y ésta no es la excepción, suele representar a mujeres sufridas y maltratadas que logran salir adelante.

J.Lo es en estos momentos la cúspide del sueño americano.

?I?m still... I?m still Jenny from the block? ha cantado recordando que aún es una chica del barrio como cualquier otra.

Sólo al levantarse y dejar ver su famoso trasero envuelto en un pantalón blanco, que niega haber asegurado, la diferencia se nota. Es ella.

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