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John Lennon/Jaque Mate

Sergio Sarmiento

“Imagina a toda la gente, viviendo la vida en paz”.

John Lennon

Hay quienes recuerdan dónde estaban cuando mataron a Kennedy o a Colosio. Otros tienen grabado en la memoria el día en que dos aviones distintos se estrellaron con las torres gemelas de Nueva York. Yo recuerdo con claridad todos estos días. Pero el momento que surge en mis recuerdos con real fuerza y emotividad es el ocho de diciembre de 1980, la noche en que John Lennon fue asesinado.

No me hago ilusiones acerca de la personalidad de Lennon. Conozco lo suficiente acerca de su vida para entender que distaba de ser esa figura mítica que tantos construimos a lo largo de los años. Y, sin embargo, Lennon sigue siendo para mí un símbolo de magia, amor y creatividad que no pierde su vigencia.

Entiendo que la magia es en buena medida producto del éxito. Los Beatles no fueron simplemente un grupo de rock. Fueron los impulsores de un tipo de expresión musical y de filosofía de la vida que cambiaría a generaciones completas en todo el mundo. Aún hoy millones de jóvenes en países muy diversos, para los que Los Beatles son sólo una referencia o que ni siquiera han escuchado el nombre del grupo, viven en una cultura influida fuertemente por ellos.

John Lennon fue una de las dos grandes fuerzas vitales de Los Beatles. Él era, de hecho, el verdadero filósofo del grupo. Compartió con Paul McCartney los créditos de la enorme mayoría de las canciones. Por mucho tiempo no se sabía realmente cuál de los dos había escrito qué piezas. Pero Lennon fue en buena medida el impulso creador de Los Beatles y cuando llegó el momento también, en cierta medida por su relación con Yoko Ono, el factor de destrucción.

La última entrevista importante que Lennon concedió en su vida, a Jonathan Cott de The Rolling Stone Magazine, nos revela a un hombre mucho más amargo y complejo de lo que pudiéramos haber imaginado. Otras entrevistas anteriores nos habían revelado facetas de la misma personalidad. Para quienes han convertido a Lennon en un mito, estos destellos de su interior deben ser decepcionantes. Vemos en él a un hombre celoso y envidioso que difícilmente concuerda con la imagen del artista de paz y tolerancia que hemos imaginado. Es un hombre que cuestiona a su compañero McCartney y a otros músicos de una manera que parece inadecuada para alguien de su estatura.

Y, sin embargo, una vez que superamos la sorpresa de encontrar a un personaje distinto del que imaginábamos, quizá nos damos cuenta que el paradójico ser de carne y hueso que surge en estas entrevistas es, por sus debilidades humanas, mucho más admirable que el icono que creíamos conocer. Un santo que nunca peca tiene poco que lo acerque a los seres humanos comunes y corrientes. Un héroe que nunca siente miedo tiene en realidad poco de heroico.

John Lennon fue muchos hombres y muy contradictorios en su vida. Fue el padre devoto de Sean, pero el desobligado progenitor de su primer hijo Julian. Fue un esposo indiferente con Cynthia, su primera mujer, pero uno comprometido de todo corazón con Yoko. Fue un filósofo enamorado del ascetismo oriental, pero también el músico de rock adicto al sexo de las groupies y a las drogas. Fue el cuidadoso compositor e intérprete que velaba hasta el último detalle de las canciones que revolucionaron el campo de la música popular de los años sesenta, pero también el descuidado músico que en algunas piezas repetía de manera interminable tres acordes sencillos.

A final de cuentas, sin embargo, hay una obra musical y poética de Lennon que ha dejado una huella profunda. Desde las canciones de Los Beatles en que mostraba con claridad un estilo singular, como Love Me Do y Lucy in the Sky with Diamonds, hasta sus trabajos en solitario que habrían de dejar plasmada una filosofía de vida, como Working Class Hero e Imagine, recibimos de él un cuerpo de expresión que podemos analizar y disfrutar sin pensar en las virtudes y defectos del artista como persona.

Han pasado 25 años de la muerte de John Lennon. Me cuesta en realidad trabajo creerlo. Recuerdo que la noche en que vi en la televisión que Lennon había sido asesinado al entrar a su casa frente a Central Park, sentí una tristeza similar a la de alguien que pierde a un ser muy cercano y muy querido. Y mientras escribo estas líneas el sentido de pérdida me invade con una fuerza que me cuesta trabajo controlar.

Lennon fue parte de mi vida antes de ese momento trágico y lo sigue siendo ahora. Poco importan las revelaciones y los cuestionamientos. Nunca busqué en Lennon a un santo o a un héroe. Y hoy, quizá porque me doy cuenta que sus debilidades son las mías y las de toda mi generación, puedo recordarlo con el cariño que se siente por alguien que quizá no sea perfecto pero que en su frágil humanidad nos ha dejado un legado que ha cambiado nuestra vida.

CALIFICACIÓN

La agencia Fitch subió ayer la calificación de la deuda mexicana. No es la calificadora más importante, pero el hecho de que una de las tres grandes esté elevando las marcas de la deuda de nuestro país unas semanas antes de que empiece el proceso electoral de 2006 es muy importante. Los analistas de Fitch no piensan que tendremos una crisis sexenal. No parecen preocupados por el resultado de los comicios. No le tienen miedo a AMLO. Piensan que las bases de la economía mexicana son más sólidas que la demagogia de los políticos.

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sergiosarmiento@todito.com

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