Cada año nacen en el país alrededor de 400 niños portadores de Sida.
EL UNIVERSAL-AEE
MÉXICO, DF.- Se trata de la primera generación de bebés que nacieron con el virus del VIH sida cuyo pronóstico de vida era de tres años, hoy ya son adolescentes que han ingerirido hasta siete mil pastillas al año para combatir la enfermedad.
Los jóvenes que viven en el albergue de la asociación civil Ser Humano forman parte de la primera generación de bebés que nacieron con VIH-sida, en México y que han logrado llegar a la adolescencia, cuando los pronósticos médicos auguraban su muerte a los tres años de edad.
Ingrid, Mariana, Francisco y Ángel son como cualquiera de los millones de adolescentes de su edad: acuden a escuelas públicas, tienen novios y les encanta escuchar a los cantantes del momento. La diferencia es que todos los días sortean la muerte.
Para poder vivir cada uno de estos jóvenes han tenido que tomarse desde que nacieron, en promedio, más de siete mil pastillas al año ?entre antirretrovirales y antibióticos? para que su cuerpo pueda combatir la enfermedad.
Desde bebés han sido sometidos a tratamientos, exámenes médicos y revisiones continuas para evitar que el virus se propague en sus cuerpos.
?Son un milagro combinado?, resultado de los avances de la ciencia, las ganas que tienen de aferrarse a la vida y de la lucha que han tenido que enfrentar las organizaciones sociales para lograr que el gobierno les otorgue los medicamentos de manera gratuita, asegura el fundador de esta casa hogar, Alfredo Hernández.
Lo lamentable es que en vísperas de celebrarse el Día Mundial del Sida, que se celebra cada primero de diciembre, en la república Mexicana siguen naciendo niños con VIH, a pesar de haber medicinas que evitan que las mujeres contagiadas se embaracen.
De acuerdo con organizaciones civiles que trabajan con enfermos con VIH/Sida, se estima que cada año nacen en el país alrededor de 400 niños portadores del virus, mientras que en países industrializados la transmisión de madre a hijo está prácticamente controlada.
Esperanzas de vida
Francisco es el más grande de este grupo de adolescentes que fueron infectados por sus madres desde el embarazo. Tiene 17 años. Nació tan sólo cinco años después de que se descubrió el primer caso de sida en México.
Hasta el momento no existen reportes oficiales en la república Mexicana de que una persona que nació con VIH-Sida haya vivido más de 20 años.
El día que se supo que era portador del virus, primero se pensó que moriría de niño; después con los años, se creyó que su destino estaba trazado: fallecería joven, muy difícilmente llegaría a casarse y mucho menos esperaría que la vida le obsequiara hijos o nietos.
Pero Francisco piensa otra cosa. ?Quiero terminar una carrera y tal vez algún día formar una familia?.
¿Qué les han dicho aquí? ¿Puedes tener novias?
-Sí, claro ?sonríe y aclara que por saliva no hay contagio.
¿Pero les dices que eres portador del VIH?
?No, pero soy responsable de lo que hago y nunca las expondría a un contagio.
Jorge Saavedra, responsable del Centro Nacional para la Prevención y Control del VIH/sida (Censida), considera que se ha abierto dilemas conforme aumenta la esperanza de vida de los niños que nacieron con esta enfermedad, pero también alternativas: ?Sabemos que la opción más efectiva de las personas que tienen relaciones sexuales es el uso correcto y consistente del condón?.
Por lo que considera que cada persona debe decidir si quiere unirse o no con un portador del VIH o si tienen o no actividad sexual.
Paco lleva ocho años viviendo en el albergue. Sus travesuras, sus llantos y alegrías las ha compartido con Ángel, su hermano menor, así como con Ingrid y Mariana a quienes las ve como sus ?cuatas? porque comparten la misma enfermedad. Ellas, al igual que estos jóvenes, también desean terminar una carrera profesional, encontrar a una pareja y formar una familia. Todos ellos muestran demasiada madurez para su edad cuando hablan de temas como sexualidad.
¿Anhelas tener hijos, Mariana?
?Sí, pero tendrán que ser adoptados; pero si ya se hubiera encontrado una cura para el sida, entonces sí los tendría. Por el momento en todas las relaciones sexuales es necesario el uso del condón para no infectar a la pareja.
¿Y tú, Ingrid, quieres tener un novio?
?Sí, pero cuando lo tenga no le mentiré sobre mi enfermedad y le confesaré que soy portadora del VIH-sida.
¿No te importará si cambiara contigo?
?No, porque entonces sabría que no me quiso.