SUN-AEE
MÉXICO, DF.- Mi madre le gritó "¡papacito!" a Juan Gabriel. También alcanzó a gritarle "¡quiero!", mientras movía las caderas al ritmo del Noa-Noa -Juan Gabriel, no mi madre-.
Entonces el cantante detuvo sus caderas, se dirigió a las gradas del Auditorio Nacional y preguntó: "¿Quién da más?". Seguro que mi madre pensó que le preguntaba directamente a ella, porque le respondió a gritos: "¡Te amo, eres el único, me quiero casar contigo!".
Si se multiplica por diez mil, esta imagen de mi madre puede dar una idea muy cercana a lo que fue la celebración de sus 34 años de carrera y que continuará con cinco conciertos más.
Puntual, a las 20:30 horas, las chaquiras y lentejuelas del traje rosa de Juan Gabriel reflejaron las luces del escenario; a esa misma hora mi madre -multiplicada por diez mil- levantó su pancarta que decía "No te mueras nunca", luego gritó "Te amo" y bailó la primera rola: "Quién quiere un corazón".
A la mitad del concierto apareció un Juan Gabriel joven y delgado en una pantalla, donde se proyectaron viejos recuerdos del cantante: una pequeña ola se arrastraba hasta la orilla para mojar sus tenis de tela mientras él derramaba lágrimas que se las llevaba el mar.
En el escenario, el Juan Gabriel actual, que no es joven ni delgado, cantaba con todas sus fuerzas: "Yo no nací para amar, nadie nació para mí, tan sólo fui un loco soñador y nada más".
El Juan Gabriel joven caminó después por las calles de Mexicali con su triste guitarra mientras el actual bajaba hacia las gradas del Auditorio Nacional. Una mujer corrió desde la fila H para besarlo con mucho amor, pero apenas pudo rozar las palmas de sus manos porque, claro, "¡yo no nací para amar, nadie nació para mí, tan sólo fui un loco soñador y nada más!".
Juan Gabriel avanzó sobre la primera fila hasta encontrarse con Amanda Miguel, Pablo Montero, Mariana Seoane y finalmente Dulce María, aquella alumna de la tercera generación de La Academia.
"Muchas gracias por venir", le dijo mientras ponía el micrófono en su boca para que cantara "Y mañana, mañana". Dulce se desgañitó con los agudos de la canción y el "Divo de Juárez" aplaudió con entusiasmo.
Después, el cantante avanzó sobre las gradas del Auditorio. Un montón de personas -entre las que no estaba mi madre porque su asiento se ubicaba en el balcón del primer piso- se levantó para tocar a su ídolo.
Fila A, "Buenas noches", B, "Gracias por venir" C, "Déjenme avanzar un poquito", D, "¡Caray, esto ya parece Siempre en Domingo!".
Finalmente se detuvo en la G, se subió en un asiento y comenzó a cantar. El público agradeció con un prolongado aplauso que se unió con la aparición de los mariachis mientras Juanga cantaba "Caray": "Después, después yo te olvidé, y te perdoné y no puedo hacer ya nada por ti, lero, lero".
Los mariachis zapatearon tan duro que Juanga brincó del susto y detuvo la rola. "¿Qué hacen? ¿qué tal si estoy criando? Se me agría la leche. Parecen San Garibaldi".
La sorpresa de este concierto fueron los acordes de un bandeonón que se combinó con el mariachi, mientras una pareja bailaba el tango. Detrás del escenario Juan Gabriel cantaba esta nueva y rara fusión que igual fue aplaudida.
Hacia el final del concierto, cuatro mujeres entonaron el coro de Amor Eterno, canción-himno dedicada a todas las madrecitas, incluyendo la mía. Al final, una señora se levantó los anteojos para secarse las lágrimas.
Juan Gabriel lleva 34 años elaborando su espectáculo. Y tengo la impresión de que podría salir vestido con un traje rosa rematado con chaquiras y lentejuelas, tener muchos kilos arriba de su peso ideal, bailar pasos de break dance y simular el vuelo de un pajarito. De todos modos mi madre -multiplicada por diez mil- le gritaría "¡papacito!", en cuanto apareciera en el escenario.
Por cierto, hubo algunas fallas de sonido a lo largo de todo el concierto y un hueco de dos filas en el balcón derecho.
A DETALLE
Ante diez mil personas y aunque con algunas fallas en el sonido, el cantante y compositor mexicano Juan Gabriel inició la víspera en el Auditorio Nacional los festejos por sus 34 años de trayectoria artística.
-Una gran orquesta, bailarines, coros y el mariachi Vargas de Tecalitlán acompañaron durante tres horas al Divo de Juárez, en el primero de siete conciertos que ofrecerá en el Coloso de Reforma.
-Ataviado con un traje rosa pálido y una camisa blanca con bordados brillantes, Juan Gabriel abrió el festejo con el tema Quién Quiere un Corazón, al que le siguieron Nada, Vienes o Voy y Yo no Nací para Amar, que causó mucho furor en la concurrencia.
-El palomazo de la noche llegó cuando el cantautor interpretaba una canción entre el público y le cedió el micrófono a Dulce, quien ganó el segundo lugar en la tercera generación de La Academia y sorprendió a los presentes con el tema Y Mañana Mañana, ya que demostró tener una voz muy educada.
-El recorrido musical prosiguió con Cariño y Querida, que estuvieron acompañados con los clásicos bailes que sólo Juan Gabriel sabe hacer, lo cual fue muy bien recibido por los presentes, entre los que se encontraban artistas como Pablo Montero, Angélica Aragón y Mariana Seoane, por mencionar algunos.
-El momento del mariachi por fin llegaba con los acordes del Jarabe Tapatío y ejecutado por más de 15 bailarines. Posteriormente se pudo apreciar un popurrí con canciones rancheras.
-Se me Olvidó otra Vez fue utilizado por el Divo de Juárez para reclamarle a aquellos que lo han hecho sufrir y a la vez decirles que palo dado ni Dios lo quita.
-He Venido a Pedirte Perdón, Déjame, Caray, Siempre en mi Mente, Háblame de ti, La Canalla, No me Vuelvo a Enamorar, No Vale la Pena y Soledad fueron otros de los temas que se dejaron oír.
-El regalo para las madres llegó con Amor Eterno, al que le siguió La Diferencia, primero en versión tango y después con la versión de mariachi.
-Así fue, Abrázame muy Fuerte y Te sigo Amando dieron paso al Noa Noa a ritmo de rock and roll, que fue ejecutado por más de 30 bailarines, que junto a Juan Gabriel cerraron la primera noche de festejos en la capital del país.
FUENTE: Notimex
