La vida de Juan Pablo II se extingue y el mundo hace suyo el dolor y sufrimiento que marcan a un hombre excepcional, que a sus 84 años de edad enfrenta su última batalla.
Ayer, la salud del Papa empeoró debido a una afección urinaria que desembocó en una fiebre alta, lo que motivó toda clase de reacciones, incluso extremas, ya que por un error en la información, el presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Senadores, el panista Diego Fernández de Cevallos, interrumpió la sesión para pedir a los presentes guardar un minuto de silencio por “el fallecimiento de Juan Pablo II”. Trece minutos después se pidió una disculpa.
La incertidumbre y conmoción que generó este nuevo episodio fue alimentada por el propio Vaticano, ya que un portavoz de la Santa Sede no pudo confirmar que Juan Pablo II hubiera recibido la extremaunción, pero fuentes de la Iglesia informaron que era muy probable que el Papa hubiera recibido dicho sacramento debido a su precario estado de salud.
El ministro de salud del Vaticano, el cardenal Javier Lozano Barragán, pidió que en estos momentos difíciles los mexicanos intensifiquen sus oraciones, pues “hoy más que nunca necesita el apoyo espiritual”. El porpurado fue uno de los altos jerarcas de la Iglesia Católica que dio por hecho que el Papa había recibido el sacramento de la unción de los enfermos, pero que ello no era sinónimo de que fuera a morir, “sin embargo no podemos ocultar la debilidad por la que atraviesa, debido a su dificultad para alimentarse”.
En Roma apenas amanecía cuando Radio Vaticano anunciaba que Juan Pablo II reaccionaba bien a la batería de antibióticos que le suministraron los médicos para enfrenar la infección de las vías urinarias. El Santo Padre seguía peleando.
Queda el mensaje que difundió ayer la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM): “el Papa viajero, aquél que una vez bautizó a nuestro país como ‘Siempre fiel’, está a punto de emprender el viaje más importante de su Pontificado, el viaje hacia la casa del Padre; deja una Iglesia llena de Cristo, corazones llenos de esperanza. Los dolores y angustias que ahora son parte de su pasión, serán mañana la semilla de la fe para el mundo cristiano”.