Este Jueves de Corpus revistió una importancia muy especial respecto de los que se puedan llevar a efecto otros años.
Estamos en medio de ese Año Eucarístico que pudiéramos considerar el último gran legado de Juan Pablo II, puesto que fue el anterior Papa quien dispuso con especial trascendencia que precisamente 2005 fuese anualidad dedicada a la consideración especial del portento eucarístico.
Por principio de cuentas publicó la Encíclica denominada Ecclesia de Eucharistia, para posteriormente solicitar a la Sagrada Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos publicar el 23 de abril de 2004 otro documento titulado: Redemtionis Sacramentum, en el cual se especifican disposiciones muy concretas sobre lo que es válido y lo que es inválido en este sublime sacramento.
La declaración de 2005 como Año dedicado a la Eucaristía y la especificación de este tema para la XI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de Obispos, a celebrarse en octubre próximo la concreto Juan Pablo II a través del documento La Eucaristía.
Fuente y Cumbre de la vida y la misión de la Iglesia. Para ese efecto el Papa ordenó la publicación de una Lineamienta preparatoria de dicha Asamblea de Obispos.
Por último en la clausura del recordado Congreso Eucarístico de Guadalajara en octubre pasado dio a conocer el anterior Papa, la Carta Apostólica Mane Nobiscum Domine.
Benedicto XVI manifiesta una continuidad absoluta en relación con esta secuencia papal en torno a la fundamentación eucarística de este 2005.
De un libro suyo titulado La Eucaristía Centro de la Vida, publicado en España por Edicep, entresaco algunos conceptos que nos manifiestan justamente lo que el propio título del referido libro plantea:
La Eucaristía es sacramento festivo que unifica al pueblo cristiano en torno al altar en el que Cristo mismo se ofrece como víctima redentora por los pecados de todos los hombres. Tiene por tanto esas características de asamblea que permite la unión fraterna del pueblo cristiano en un auténtico marco festivo, pero al mismo tiempo es ofrenda que actualiza el sacrificio de Cristo en la cruz y que por lo mismo no puede perder el relieve que tiene en este misterio la Fe y el Sacramento.
“Solamente en un clima de adoración, la celebración eucarística puede tener vitalidad; solamente cuando la casa de Dios y con ello la comunidad en pleno está siempre imbuida de la presencia interpelante del Señor y de nuestra serena disponibilidad para responderle, la invitación a la reunión puede encaminarnos a la hospitalidad de Jesucristo y de la Iglesia que es el presupuesto para la invitación.
...Comulgar con Cristo significa formar comunidad con Él, estar abierto a Él, escucharle, conocerle. Por ese motivo comunión y contemplación se encuentran mutuamente implicadas”.
Benedicto XVI ha insistido a lo largo de su pontificado en la necesidad de conjuntar la fe con la formación doctrinal: Para querer a alguien es preciso conocerle; queda así formulada la invitación concretada por ambos pontífices en el sentido de que para apreciar el milagro eucarístico es preciso contemplar a Cristo, conocerlo y enamorarse de Él.
ESTADO DE DERECHO
Dado el interés que este tema tiene en el momento actual y la trascendencia que deberá tener para el futuro mediato de México, me permito transcribir los dos primeros párrafos contenidos en la voz: Estado de Derecho, del Diccionario Jurídico Mexicano, publicado por el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM en 1983. La autoría de esa voz corresponde al Lic. José de Jesús Orozco Hernández:
“Por Estado de Derecho (Rule of law para los juristas angloamericanos) se entiende aquel Estado cuyos diversos órganos e individuos miembros se encuentran regidos por el derecho y sometidos al mismo; esto es: Estado de Derecho alude a aquel Estado cuyo poder y actividad están regulados y controlados por el Derecho”.
“En este sentido, el Estado de Derecho contrasta con todo poder autoritario y se contrapone a cualquier forma de Estado absoluto o totalitario (como ocurre en el llamado Estado de Policía que lejos de proponerse el mantenimiento del orden jurídico se caracteriza por otorgar facultades discrecionales excesivas a la administración para hacer frente a las circunstancias y conseguir los fines que ésta se proponga alcanzar)”.
Decíamos anterirmente que el Estado de Derecho es fundamento necesario para la auténtica paz social, al establecer las reglas claras para la convivencia ordenada, la cual debe de regir tanto para gobernados como por supuesto gobernantes, los cuales debieran ser los primeros responsables en cumplir y hacer cumplir la Ley.
En tal virtud el Estado de Derecho no debiera ser asunto negociable por la autoridad gubernamental, puesto que independientemente de que en el corto plazo cae en chantajes frente a quién esgrime por razones de conveniencia política coyuntural la posibilidad de poner en suspenso dicho Estado de Derecho hasta en tanto se repongan ciertas situaciones políticas ideales; en el largo plazo acaba provocando un estado de anarquía o demagogia total en el que la sociedad no está sometida al criterio de la razón y de la legalidad, sino al capricho de camarillas fuertes que se rigen por la Ley de la corrupción, la violencia, el chantaje a las instituciones y hasta el terrorismo.
Hoy podemos ver en el concierto mundial que los países que mejor cumplen con los lineamientos establecidos en el Estado de Derecho son los que crecen y progresan en todos los ámbitos de la vida social y productiva.
Reglas claras, concretas y sancionables para quienes las infrinjan, que van desde los reglamentos de Tránsito o de Policía y Buen Gobierno en los pueblos y ciudades, hasta en las disposiciones laborales justas pero alentadoras de la productividad, son las que permiten a la ciudadanía tener un necesario marco de referencia para sus actuaciones. Estado éste que contrasta con aquél en que las facultades discrecionales de los funcionarios en turno son las imperantes y que por lo mismo crean un clima social de desconcierto que acaba en el cinismo, en el imperio de la impunidad, en la corrupción institucionalizada, y a fin de cuentas en el caos social.