Las marchas ?bimbo?, que exigen seguridad a cualquier Gobierno que no es de su agrado, la promoción personal a propósito del tema de figuras públicas y/o víctimas de secuestros como el hombre con manos lamentablemente mutiladas, el aprovechamiento del mismo tópico para una inicua propaganda de los partidos políticos, los grandilocuentes discursos de huecos funcionarios, nada me pudo convencer de la existencia de una verdadera y útil participación de la sociedad para construir un México elementalmente justo y seguro.
Pero el pasado 27 de octubre en Puebla, me invitó la periodista poblana, Marta Tarno, a conocer al famoso juez español Baltasar Garzón, en el II Foro Internacional de Prevención del Delito y conocí a la asociación Justicia Ciudadana, apoyada por el magistrado internacional.
Se trata de un gran organismo social que enfrenta con buen éxito a la delincuencia, tanto oficial como privada que impera en el país, mediante apoyo jurídico y psicológico a las víctimas ¡Sólo en este año gratuitamente ha tomado a su cargo los casos de cuatro mil!
Esta asociación está literalmente creando una nueva sociedad con una nueva cultura ética y demostrando que se puede ejercer el Derecho sin corrupción. Justicia Ciudadana cuenta con el apoyo de todas las universidades del estado de Puebla que la proveen de pasantes de Leyes y de psicólogos para conducir cada caso hasta su conclusión frente al Poder Judicial y a la par evaluar a éste constantemente para que trabaje de verdad y se enderece, como aconseja precisamente a la sociedad el juez Garzón.
Los abogados pioneros de Justicia Ciudadana presentan a sus ?clientes? ante el primer escalón, los ministerios públicos, usualmente tan intimidantes y poco cooperativos, por no decir más, con los mexicanos, llevando sus expedientes profesionalmente armados para evitar el clásico sabotaje de ?le falta este papelito, regrese la semana que entra? y van desarrollando su labor hasta llegar a los propios jueces que desde luego no escapan a la tentación del mangoneo y de la corruptela, ergo a la necesidad de una constante vigilancia de los ciudadanos.
De esta manera se cumplen dos funciones de suma importancia: se dota a los ciudadanos de una representación calificada y se echa un ojo a las alturas de nuestro Poder Judicial, que como sabemos todos los mexicanos, están bastante podridas. Al principio los poderosos se burlaban de los pioneros de Justicia Ciudadana, pero hoy, ante esos jóvenes, 70 pasantes de Derecho y diez psicólogos, estudiantes que reciben de la Asociación una formación ética de seis meses antes de involucrarlos en la labor general, sustentados por sus propias universidades, por su personal decisión de ejercer el Derecho sin corrupción y con el compromiso moral y patriótico de actuar gratuita y eficazmente en pro de las víctimas, los todopoderosos funcionarios empiezan a... poner atención.
La gente que es víctima de un delito no denuncia por ignorancia, porque no tiene confianza en las autoridades y porque sabe que siempre habrá un funcionario que pretenderá sacarle un dinero que no tiene ?para hacer justicia?. La mordida sigue siendo una institución nacional que permea a todo el sistema, desde los tradicionales mordelones de las esquinas (por cierto el pasado domingo 30 de octubre fui literalmente asaltada en la esquina de División del Norte y Miguel Ángel de Quevedo por los tripulantes de la patrulla 5034 de Coyoacán y ya no hay viaje a Mexico City que no me suceda algo por el estilo con los ?mordelones?, defeños por no tener ya placas locales). Pero cuando las víctimas de la delincuencia se presentan debidamente asesoradas y acompañadas, con todo el trabajo legal bien armado, cuando además de los abogados los apoyan los psicólogos y fortalecen su confianza, otro gallo les canta.
Justicia Ciudadana avanza a grandes pasos. Se ha ocupado de cuatro mil casos este año mientras que el año anterior pudo ocuparse de mil 800 personas y para 2006, calculan sus dirigentes poder atender siete u ocho mil casos. Suman a más y más personas que trabajan limpia y valientemente en contra de la lacerante impunidad de los delincuentes... de todos tipos. Ya se siente en Puebla el freno... Jesús Migoya Junco es el presidente de Justicia Ciudadana y su creador, con la colaboración y asesoría de la abogada Lourdes Dibb Álvarez de Quintero, entre otros apasionados de la Causa. Él es un industrial, ?textilero? poblano, que primero fue asaltado por un comando criminal en su fábrica y además de cuantioso robo, sufrió la tortura de tener en la boca una pistola cargada durante 45 minutos, sostenida por un tipo drogado. Pero no denunció el hecho porque lo amenazaron, si lo hacía, con emprenderla contra su familia. Seis meses después, en octubre de 1996, fue secuestrado y mantenido ocho días en un clóset con lentes que se le encajaban en los ojos bajo una venda, además de las terribles condiciones obvias.
Los primeros tres días no le dieron nada de comer, al cuarto, le dieron frijoles fríos. En seis meses la misma banda había realizado cinco secuestros. Durante el padecido por Jesús Migoya, había otra víctima en la misma casa, una muchacha que reconoció el sitio por un vitral (cuando le permitieron ir al baño). Cuando ambos quedaron libres, previo altos pagos, por no decir fortunas, Migoya denunció a sus raptores y ayudó a la joven a hacer lo mismo.
Uno de los secuestradores resultó ser el papá de un compañerito de clase de su hijo. Los secuestradores fueron detectados y encarcelados. Pero, dice Migoya, tenía ganas de matar a alguien 20 veces al día y acudió a un jesuita que le impartió un ?curso de perdón? que lo liberó y le permitió idear la Asociación contra el crimen y su impunidad.
Justicia Ciudadana es un modelo a imitar en todos los estados y en el extranjero.
Aunque a su amparo ?nadie cobra ni nadie paga?, si descubren a algún pasante infringiendo las leyes de probidad, lo reportan inmediatamente a su Universidad. Hay evidentemente gastos y la necesidad de que la generosa sociedad poblana siga contribuyendo al sufragio. La campaña financiera es constante y se mantiene alejada de la publicidad. Por lo pronto, Migoya, dice tajante: ?si la sociedad no interviene, la lucha contra la delincuencia está perdida?. www.-manu-dornbierer.com.mx.