SSin duda que los acontecimientos de los últimos días sirven para ejemplificar el giro que están dando al manejo de valores y relaciones humanas en el mundo. La polaridad en el pensar de unos y otros; de los humanistas en contraposición de los tecnocientificistas; de los que defienden la vida por encima de todo y quienes quieren encontrar maneras de vivir más cómodas. Así, aunque a veces no nos demos cuenta, la lucha entre los bandos se está dando en forma permanente.
Desde el título de este “Diálogo” usted habrá comprendido mis intenciones; invitarlo a reflexionar sobre las posturas del humanismo sin fundamentalismos, confrontada a la tecnocientífica, que sólo busca las formas de aplicación práctica, sin detenerse a pensar en la esencia del ser, que es precisamente eso: el derecho de ser.
¡Muere Terry Schiavo! es la noticia dada el último día del mes de marzo, con la que culmina la triste historia, luego de una fuerte lucha entre los defensores de la vida y los que creen en las bondades de la muerte asistida o “muerte digna”.
Finalmente, luego de años de cuidados intensivos, Teresa dejó de existir por inanición al permanecer sin comer durante varios días, luego que le retiraron las cánulas por las que le proporcionaban los líquidos alimenticios necesarios para mantenerla con vida. Fallece, luego que las órdenes de jueces llegaron al punto más extremo de la voluntad y atrevimiento del ser humano: permitirse decidir sobre el derecho a sobrevivir, o no, de una persona.
En otro continente, lejos del mundo de Teresa (o Terry), que de no ser por los antecedentes propios de su vivir y morir hubiera fallecido en la oscuridad del anonimato, el dos de abril, deja de existir un hombre que dejó honda huella en el mundo: Karol Wojtyla, Juan Pablo II, que curiosamente y en contraposición a la otra forma de considerar al ser humano, fue mantenido con vida a lo largo de muchos días, con sondas por las que le trasfundían nutrientes para ser digeridos y absorbidos por su estómago e intestinos fatigados.
Desde luego que no podemos dejar de tomar en consideración que la vida de Karol se sostenía, entre otras cosas, ante las enormes dificultades que ahora deberá de enfrentar la Iglesia Católica Apostólica y Romana con su muerte; retos de política exterior e interior, de tendencias y posturas ideológicas y religiosas distintas, que ante su deceso, sin duda, se confrontarán y decisiones trascendentes sobre quién lo sucederá, lo que a su vez orientará al grupo cristiano más numeroso de la tierra hacia el fundamentalismo, o a la aplicación de la teología de la liberación.
El párrafo anterior es de lectura clara, evidente y también superficial. Para nadie es desconocida la existencia de las fuerzas que mueven toda organización humana, incluida la Iglesia formada por el apóstol Pedro, que es, más que nada, una “religación” (palabra que tiene que ver con religare, reunir y religión), de personas que aceptan las enseñanzas de Jesús y creen tener alma.
Es el fondo el que debemos revisar (ver de nuevo); la existencia de dos actitudes diferentes hacia la vida: una plena de humanismo, que la defiende por encima de todas las cosas; la otra, que la somete a los principios de “lo práctico” y que decide con la autoridad que se auto asignan los seres humanos para decidir sobre cuándo, cómo o por qué, se puede seguir respirando o hacer que un corazón deje de latir.
En otros Diálogos hemos tratado este asunto, el de la sociedad del siglo XXI, que debe enfrentar el reto de aprender a utilizar y administrar a la ciencia, la técnica y el nuevo conocimiento, que constante y vertiginosamente estamos produciendo los seres humanos, muchas veces tan rápido, que no nos deja tiempo suficiente para reflexionar sobre cada uno de los efectos que se dan como consecuencia de nuestras acciones.
Por otra parte, existe el clamor de los científicos humanistas, filósofos, sociólogos y educadores del mundo, que nos hablan de la necesidad de utilizar esa tecnociencia, pero dándole sentido de bien, de responsabilidad; poder caminar rápido y si es posible correr hacia la modernidad, pero teniendo la seguridad, al menos la suficiente certidumbre, de saber hacia dónde vamos. Esto último no estoy muy seguro que lo estemos haciendo.
Esas dos muertes nos deben servir para identificar lo que queremos para nosotros y las nuevas generaciones; palabras como humanismo, conocimiento, ciencia, tecnología, bioética, genética, vida, muerte, sabiduría, satisfacción, confort, calidad, justicia y derecho, entre otras, deberán ser revisadas para su correcta aplicación en el nuevo reto de decidir si optamos por continuar con nuestras creencias sobre quiénes somos y a dónde vamos, o tomamos el destino de la especie humana en nuestras manos, simplemente armados con el poder del conocimiento que dejan la ciencia y la técnica, sin pasarlas por el tamiz del humanismo.
Sin dudarlo, el derecho a la vida ha quedado plenamente asentado como una indiscutible verdad universal; la ciencia y la técnica abren nuevos campos de discusión sobre el tema, hasta llegar a hablar de muerte digna, eutanasia y muy cerca de esos términos los de eugenesia, aborto y suicidio. Los conceptos tienen algo en común, se refieren a lo más preciado que poseemos: la vida misma y el respeto que nos merece.
También entiendo que las vidas de Karol y Teresa, tuvieron una distinta magnitud política y social, pero no tengan la menor duda que en ambos casos se trató el derecho a vivir en situaciones manejadas de distinta manera y por razones aparentemente diferentes. Sin embargo, nos debe quedar una advertencia de fondo: la imperiosa necesidad de decidir qué es lo mejor para el futuro de los seres humanos.
Ambos casos tienen un triste pero valioso corolario, nos ofrecen una oportunidad más para reflexionar a fondo, para que nos demos, verdaderamente, esa oportunidad de pensar y luego decidir.
Definir y hacerlo bien, en relación al cuidado, la atención y sobre todo el respeto a la vida es responsabilidad de todos nosotros, la respuesta que nos demos, sin duda, influirá en el destino que depare a la especie humana. ¿No le parece? ydarwich@ual.mx
P.d. Entre mis apuntes se me quedaban tres anotaciones que quiero compartir con ustedes:
El reverendo Frank Pavone, personaje religioso cercano al drama de Terry Schiavo, al momento del fallecimiento de ella, comentó: “No sólo lloramos la muerte de Terry sino el hecho de que nuestra nación permitió semejante atrocidad, y oramos para que nunca más vuelva a ocurrir”.
“Un Papa, como máximo dirigente de la Iglesia Católica y Romana está dividido entre dos mundos: el real y el divino”. Pensamiento tomado del libro “Ángeles y Demonios”, del escritor Dan Brown.
Por último, el Nuncio Apostólico de México, comentó que: “mucho es lo que debemos aprender de esta pedagogía del dolor”, refiriéndose a la dolorosa agonía de Juan Pablo II y a las varias reflexiones que nos propone sobre la lucha por sobrevivir con y a pesar del sufrimiento.