Somos competidores desde el día que fuimos concebidos, luchamos con millones de espermatozoides para ganar, ya desde ahí somos campeones, sin embargo la competencia continúa, ya sea por ser la mejor o el mejor profesionista, o por status social, por mejor casa o auto, en fin, ámbito religioso, cultural o deportivo la competición sigue, quizá no lo aceptamos pero así es, se quiere ser el primero en la fila para entrar al cine o, simplemente, tener la mejor presencia en un baile.
La competencia es innegable y esto conlleva a que se debe aprender a competir, jamás pasar arriba de otros para ganar y nunca competir por logros superfluos como algunos que mencioné, la competencia es buena porque obliga a un buen esfuerzo para mayores resultados, sin embargo existen ciertas reglas las cuales pueden ser rotas y se perdería el verdadero espíritu de superación.
Es muy común en los gimnasios guardar todos los secretos para poder destacar más y esto es un grave error, el que no comparte nunca disfrutará su triunfo, el que todo esconde no responde a las expectativas de ser humano social, la codicia engaña y ciega al ser humano.
Es esta una columna en la cual pretendo tocar la conciencia de los fisicoconstructores avanzados de tal manera que no permitan que los principiantes tomen suplementos que graves efectos dañinos ya se han comprobado, debemos compartir rutinas y dietas y brindar apoyo, nunca ocultar, pues nuestro ejemplo desarrollará un mayor nivel de fisicoconstrucción en México, entre más nos ayudemos unos a otros en el gimnasio, nuestros resultados a nivel mundial serán mayores y el grado de competitividad será acorde al nivel mundial.
Eso nos falta en La Laguna, nos falta dar de nosotros mismos, reprimiendo nuestros deseos de destacar sólo nosotros, recordemos que a la vida no venimos solos, nos necesitamos con urgencia.
Hasta la próxima...