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La cuchara

Gilberto Serna

Las cosas no le han pintando bien a Santiago Creel Miranda, ex secretario de Gobernación, actual aspirante a la candidatura, que le disputan un ex gobernador de Jalisco y un ex secretario de Energía, por el Partido de Acción Nacional. Era Creel el favorito, como se auguraba, cobijado desde Los Pinos. Nada parecía amenazar su nominación al considerarse seguro ganador sobre sus dos contendientes. Aunque, cabe señalar, que del plato a la boca, dice el refrán, se cae la sopa. Eso indican las dos elecciones internas que por circunscripciones se han venido celebrando al aparecérsele Cachano (el diablo), -al que todo indica llamó con dos tejas-, teniendo pezuñas, cuernos y cola. Viene una tercera elección del último de los tres distritos en que se dividieron los comicios internos que abarcarán toda la República. No se espera una nueva sorpresa, como de suyo lo fue que quedara Creel en un segundo lugar.

Lo que le ha venido sucediendo a Creel es digno de que políticos noveles lo pongan bajo una lupa, pues perdió no obstante el apoyo que traía bajo el brazo. De su derrota parcial los estudiosos de los fenómenos políticos deben encontrar un ejemplo para no repetir sus errores. Los miembros del PAN y los adherentes han tenido oídos y ojos alertas, pudiendo decirse que son los más avispados, estando, vistos en conjunto, por encima de los que conforman los demás partidos. Lo mejor de todo es que en sus comicios no se dan las triquiñuelas que son comunes en otras agrupaciones, encargándose los mismos panistas que no se presenten convirtiéndose, por convicción democrática, en celosos guardianes de la limpieza con la que deben celebrarse esos eventos internos. Aunque en honor a la verdad, ahora se dice que siempre sí habrá “dedo” o cuando menos, se intentará usarlo, no se sabe si al estilo de David Cooperfield o de Beto “El Boticario”.

Al registrarse Creel como precandidato traía consigo enormes fardos que todos veían en sus espaldas de los que sobresalían, la sombra que sobre él proyectaban Vicente y Marta y los permisos, de última hora, para que se abrieran más casas de juego. De por sí, durante su estancia en el Gabinete de Fox lo único que hacía, dicen sus maledicientes y oficiosos biógrafos, era no hacer olas, nadando de muertito, para no entrarle a los problemas nacionales que se presentaban uno tras otro, trayendo la consigna de que le querían evitar un desgaste por lo que eran otros los que salían al frente de batalla. En su ocio de largos años no demostró las agallas que caracterizan a los que logran llegar. Hijo predilecto del régimen, a última hora, en un desesperado e inútil intento de deslindarse lanzó, de dientes para afuera, invectivas, dicterios y diatribas contra programas del Gobierno de Fox. Nadie le creyó que rompía con el foxismo; más bien se trataba de un subterfugio, o mejor dicho, de un valor entendido. Lo que mejor sabe hacer es llevar con porte y distinción el traje de antiguo hacendado, con sombrero galoneado, de los que llaman de cuatro pedradas.

Nunca cargó una manta electoral, sus botines permanecieron sin mácula de polvo, ni se le vio en una esquina haciendo pegatinas, jamás participó en una marcha de protesta, llegando al PAN cuando la mesa estaba puesta. Además en la misma acera está un panista de hueso colorado, bueno para sortear lo problemas que aquejan a su gente, hechura de viejos panistas, convencido de sus doctrinas, leal a sus postulados, azul por todos sus costados y con el apoyo de un panismo tradicional que siente que ha sido traicionado por los neopanistas, de esos que llegaron a sentarse cuando el tren había iniciado su marcha. Ahora que, lo hasta aquí narrado, quedó atrás, lo que cuenta viene adelante. En efecto, el próximo 23 de octubre se abrirá la tercera votación regional de esta espectacular elección interna, que comprende 14 entidades. La oportunidad que tiene Santiago apunta a que Alberto Cárdenas Jiménez, tercero de los que compiten, se retire de la contienda y sume los votos de sus partidarios a la causa de Creel. Al parecer es, el naipe que trae Vicente Fox bajo la manga. De ser cierta la versión, estaríamos volviendo a idos e indeseables tiempos en que el presidente solía meter su cuchara donde no debía.

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