Desde el primer minuto la portería del América fue visitada por los santistas
TORREÓN, COAH.- Ni los cuarenta grados al inicio del partido, ni el terrible sol que caía en el estadio, ni mucho menos los colores amarillo y azul, detuvieron el ánimo en las tribunas que lucían llenas de esperanza y de confianza. ?Hay que tener fe... ¡una cheve por acá, maestro!?, comentaba una aficionado.
Todos querían estar presentes en el Corona como fuera, hasta arriba de la cabeza de Matías Vuoso en un espectacular, afuera del inmueble se asoman cuatro personas arriesgando la vida, todo por ver el juego.
Salieron los equipos al terreno de juego. Con algarabía fueron recibidos los Guerreros, mientras a las Águilas se les gritaba de todo, en especial al jugador que mueve las pasiones. De nueva cuenta Cuauhtémoc Blanco era el motivo para las rechiflas, los vituperios y una prolongación del Día de las Madres para el tepiteño.
Desde el primer minuto la portería del América fue visitada por los santistas, aunque también las Águilas no se quedan atrás y atacan la meta defendida por Adrián Martínez. El calor sube, los brazos de las porras locales se alzan al cielo para animar a los laguneros, mientras que la de los visitante se queda sentadita, calladita, como esperando que caiga el sol para poder moverse.
Carrillo muestra sus cartas, atacan al Santos en una media luna que le ofrece variantes a sus atacantes, mientras que De la Torre cayó en una defensiva por bloques de los ?azulcremas?. Por ello los embates del Santos se estrellaban en una muralla bien escalonada, lo que hace que retrocedan al mínimo avance. Sin embargo, el Pony le pone alegría, Junior Cesar la picardía y López tiene mucha voluntad pero poca claridad.
?La cheve no llega?, exclama el aficionado que le grita al vendedor ?¡una cheve por favor Gepetto!?. La ?Mona? Olvera no deja hacer nada a Cuauhtémoc, Blanco aún está en Blanco y el público lo abuchea cuando toma el balón, pero se siente el peligro.
Carlos Cariño luce una cabellera verde, como una cábala para poder animar la media cancha, que poco a poco cede el control a un América que no se cierra y se encuentra al acecho.
Y es hasta el minuto 14 cuando Kléber ?clava? un testarazo para poner adelante a las Águilas. Por fin la porra del América reacciona, grita, brinca por el tanto que les da vida. Surgen los conatos de bronca en Sombra Sur, pero nada más queda en intentos. Pero lo que más duele es que no ha llegado la ?cheve?: ?mejor voy por un cartón? decía el aficionado.
Los americanistas perciben el miedo en la cancha y en las tribunas. Mientras en las tribunas se desatan los americanistas que se ?camuflajearon? entre los aficionados santistas, ?eso es todo Cuauhtémoc, vamos por el otro? decían.
Mientras el apoyo albiverde no decae. Los abrazos se alzan a pesar de ir con en el marcador abajo. Otro intento de Matías y nada, así como los intentos para llamar la atención de un vendedor de cervezas.
En el minuto 22 Guillermo Ochoa ahoga los gritos de gol en las tribunas. Santos no puede realizar un ataque por que sus delanteros reciben el balón de espaldas al marco, cuando quieren dar la vuelta se topa con la defensiva férrea del América. Por fin al minuto 25 llega la ?cheve?, pero el gol santista no.
El sol se esconde, mientras en las tribunas se entibia las porras, los gritos de apoyo son escasos y las mentadas para Blanco se extinguen. El calor afecta al juez de línea uno que marca sin sentido, Se pierde el dominio en la media por parte de Santos, en la meta Ochoa hace que se vea fácil detener los ataques guerreros.
Al minuto 32 se quema un auto a las afueras del estadio, mientras los Guerreros tocan en su cancha pero no pasan al área chica. Blanco se queja, grita, se enoja, mientras el público le avienta de todo, ?levántate Cuasimodo?. Los gritos de olé los hacen la barra americanista, mientras el Pony no encuentra a su gente en área. Carrillo se desespera en su banca, se acerca el final del primer tiempo. Mauricio Morales es racista, no marca las faltas para Junior Cesar, ni las que recibe Kléber. Concluye la primera parte entre silbidos de Santos y júbilo entre los plumíferos.
Los amigos que están encima de Vuoso en su espectacular se esconden del sol, mientras en la cancha la Banda Matador quiere calentar un público casi gélido. ?¿Cómo esta la raza?? pregunta el vocalista sin obtener respuesta. ?Por lo menos una mentada?, arremete, y el público le corresponde a su petición. ?Ahorita se hace? concluye con optimismo un lagunero, y empieza el espectáculo de medio tiempo.
En las tribunas Guillermo Anaya sonríe, en ellas se miran rostros de preocupación y desasosiego. La ?Komún? le rinde un homenaje a Vuoso, a Borgetti hay que guardarlo ya. En tanto que en la Monu 16 del América aparece el rostro de Jim Morrison, el ?Rey Lagarto?. Se va la banda sin prender el ambiente.
Sale Santos a la cancha y los reciben tímidos aplausos de apoyo, ?Pity? y ?Pelé? intercambian sugerencias. América le pone suspenso, mientras que en las tribunas echan humo en señal de esperanza.
Altamirano quiere entrar por fin en el encuentro pero se queda corto. En las tribunas se busca una solución, como invocando la protección de algún santo. Por qué no pedirle a San Pancracio, santo que echa la mano en las situaciones difíciles, precisamente en su día; aunque por ser de Turquía y que si realmente tiene que ayudar a algún equipo, seguro que antes lo haría por el Galatasaray, o por el Fenerbache. Santos necesita una inyección de juventud.
Se escapa el tiempo, entra por los santistas Elgabry Rangel. Se desespera Carrillo y lo echan de la cancha, pero no cambia nada, se obscurece el campo y la tribuna. La apuesta azulcrema es el contragolpe o el error del contrario. Al minuto 22 una pifia de Adrián Martínez le da alas al Piojo López, quien anota el segundo gol y deja en éxtasis a su afición, mientras que a una encolerizada tribuna santista que inició una lluvia de vasos, botellas, líquidos de dudosa procedencia que caen en unas Águilas que huele la victoria.
Pero, aunque la ?cheve? ya se acabó, la fe no. Así llegó cinco minutos después la primera muestra de que los rezos eran escuchados. En una gran jugada el balón llega hasta los botines de Elgabry Rangel, quien no duda y mete el balón hasta las redes que defiende Ochoa.
Renace la esperanza y se levanta el grito de ?sí se puede? entre las tribunas, Santos por fin está en la cancha. Los brazos se alzan al cielo avivando las plegarias al cielo. Pero falta la magia a la que estamos acostumbrados.
Ya no importa la ?cheve?, el América ya se echó atrás en busca de una descolgada que le dé la clasificación. Kléber la tuvo y la perdió.
El tiempo corre, la gente se va casi desde el minuto 85, desesperanzados a pesar de que los Guerreros no ceden en su intención de anotar. Ya huele a tristeza entre los aficionados, todo se ha consumado para muchos.
Sin embargo en el minuto 89, cuando ya todos agachaban la mirada, San Matías hizo de nueva cuenta el milagro. Otra vez el argentino se encontró con el gol, dando vida a la causa guerrera y a la afición un motivo para celebrar y estallar en júbilo, quitando la carga que representaba amanecer con una desventaja ante el América.
Al final faltaba el berrinche de Blanco, quien no aguantó más la humillación que representó perder la cómoda ventaja y se metió con la ?fina? tribuna de Sombra Sur que le tiró de todo.
La fe pudo más que el orgullo. Ya a las afueras del Estadio Corona la afición santista acompañó al autobús de los Guerreros hasta el hotel de concentración, en ?peregrinación? como muestra de gratitud por los favores recibidos y en espera de que el domingo el milagro se concrete en el Azteca.