Justo el día en el que el Congreso de los Diputados español, amparado por la actitud avasalladora del Partido Socialista Obrero Español, votara las reformas al Código Civil para consumar ese atentado contra la Ley natural y contra el sentido exacto de las palabras, devaluando el término matrimonio, se presentaron las conclusiones del comité parlamentario que estudió durante meses el hecho terrorista del 11 de marzo de 2004 que enlutó a cientos de familias madrileñas, que sembró el terror en toda España y que fue factor no buscado, pero sí aprovechado para que el propio PSOE triunfara en unas elecciones que ninguna de las encuestas le avizoraba ganar.
En el informe final presentado por dicha comisión se lanza una serie de imputaciones graves contra el Gobierno anterior presidido por José María Aznar del Partido Popular, haciendo creer que dicho Gobierno actuó de manera dolosa con la información que tenía, cuando que los propios voceros socialistas en las primeras horas posteriores al atentado suscribieron en todo las versiones que iba generando el Gobierno, atribuyéndole el atentado a comandos de la agrupación terrorista ETA, en vez de hacerlo a las células de Al Qaeda, tal y como en realidad acabó demostrándose.
El propio presidente actual José Luis Rodríguez Zapatero, en un programa de TVE (Televisión Española, que es la entidad televisiva gubernamental en España) titulado Desayunos de TVE, el propio día del atentado comentó al aire que ETA había sido la autora del atentado.
En esos precisos momentos cualquier personaje medianamente informado de la actualidad española consideró en medio de la precaria información existente dicha autoría probable, en virtud que durante los días previos a la Navidad anterior, había sido descubierta en las carreteras españolas en razón de una severa nevada acaecida en esas fechas, una camioneta llena de explosivos.
Al descubrir la Policía al comando de la ETA que conducía ese bomba ambulante de terrible magnitud, se supo que la intención era hacerla explotar en fechas cercanas a la Navidad o al Año Nuevo, precisamente en Madrid, quizá en la central ferroviaria de Chamartín y con vistas a sacudir a la opinión pública española para afectar las inminentes elecciones a celebrarse el 14 de marzo.
Durante el 11 de marzo la atención general de la opinión pública española y mundial se centró en ver la magnitud de la tragedia, apoyar a los cientos de heridos, localizar a los familiares de los casi 200 muertos, para poder ser identificados.
Sólo hasta el día siguiente y gracias a las declaraciones de un portero de edificio, que por cierto con el tiempo ha dado un giro a sus iniciales declaraciones, se llegó a la posibilidad de que los que efectuaron el atentado fueran islamistas radicales.
A partir de esa hasta entonces sólo vista como posibilidad, que al paso de las horas el propio Gobierno popular fue clarificando para atribuir el atentado a Al Qaeda, fue que el PSOE aprovechó magníficamente una estructura partidista para convertir el día dedicado a la reflexión por ser víspera de la jornada electoral, en una sucesión de agresiones contra locales del Partido Popular atribuyéndole esa manipulación informativa que ahora la Comisión encargada ha ratificado.