El período de campañas electorales para elegir gobernador, ayuntamientos y diputados al Congreso en el Estado de Coahuila llega a su fin el día de hoy y a partir de mañana, se abre un período propicio para reflexionar sobre la importancia y sentido del voto que habremos de emitir los coahuilenses el próximo domingo.
Las semanas anteriores han sido la oportunidad para que partidos y candidatos hagan su propuesta y ahora corresponde a los ciudadanos culminar el proceso mediante su participación activa con la emisión de un sufragio cuya suma, al fin y al cabo determinará los resultados del proceso.
En el entorno nacional priva un ambiente de cuestionamiento severo a nuestra incipiente democracia, sin embargo, las voces que se empeñan en desacreditar el proceso de transición no alcanzan a opacar la ventaja que supone la posibilidad práctica y real (antes impensable) de elegir entre dos o más opciones, a despecho del monopolio autoritario que fue signo de tiempos aún recientes, cuya regeneración plantea en la actualidad un riesgo amenazante.
Por ello la importancia de cada voto nos compromete a ejercer el derecho al sufragio, con la exigencia de una obligación de cuyo cumplimiento depende que en efecto seamos los artífices de nuestro propio destino.
Es cierto que el ejercicio de la democracia implica asumir el peso de una responsabilidad personal, pero ése es el precio de la libertad. Aún queda mucho camino por recorrer pero igualmente, priva la certeza de que el porvenir sólo puede ser asumido en términos de una participación activa y responsable por lo que al respecto, no existe otra opción digna.
Es motivo de particular orgullo que las campañas hayan alcanzado cotas más altas de entusiasmo y competitividad que en otras ocasiones, por lo que es de esperar que la afluencia a las urnas rebase las estadísticas del pasado y las expectativas del presente. De ello depende además de los resultados en función de los contendientes, el fortalecimiento de nuestra identidad como comunidad humana y un mejor y más consistente desarrollo en los niveles regional y nacional.
De los protagonistas políticos, la sociedad espera un respeto irrestricto a las notas fundamentales del voto universal, libre y secreto consagrado por la Constitución de la República, como elemento esencial de la calidad de los resultados.
Los fantasmas del fraude, el acarreo y la manipulación, en función de la pobreza y los miedos ancestrales, sólo podrán ser conjurados en virtud de una abundante participación de los ciudadanos comprometidos con la libertad y con la construcción de una sociedad abierta y plural.
Ante el pesimismo y el escepticismo que amenazan a ser presa a la sociedad mexicana de cara a la nueva realidad que ofrece el ejercicio democrático, los coahuilenses en general y en particular los laguneros, debemos ofrecer el optimismo de la esperanza y la fuerza de nuestra voluntad.
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