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La Laguna y sus Hombres / PROPIETARIOS DE LAS TIERRAS DE LA LAGUNA

Dr. Raúl Cuéllar Moreno

En 1563, llegan las huestes españolas hasta el sitio donde fundan el pueblo de Cuencamé como frontera de indios y puesto avanzado de conquista. Posteriormente, parten de este sitio los conquistadores capitaneados por Alberto del Canto que llega hasta el sitio donde funda la Villa de Santiago del Saltillo en 1575 y tres años después, en 1578, se funda Santa María de las Parras por Fray Pedro de Espinareda que en 1587 después de recorrerla, la abandona. Fue hasta 1598 en que los padres Francisco Ramírez y Juan Agustín de Espinosa, hacen la repuebla y fundación de la Villa de Parras en este valle que se llamaba el Valle del Pirineo, que es el sitio de origen, de todas las fundaciones en la región de La Laguna.

En su tránsito por Cuencamé funda el padre Fray Agustín de Espinosa, en 1593 la Villa de Cinco Señores (Jesús, María, José, Joaquín y Ana) hoy Nazas, Durango. En 1598 funda también San Juan de Casta (hoy León Guzmán, Durango), Mapimí y Santa María de las Parras.

Todas estas tierras pasaron la mayor parte a ser propiedad del capitán Francisco de Urdiñola y posteriormente la nieta del capitán doña Francisca de Valdez Alceaga y Urdiñola al casarse con don Agustín de Echeverz y Suviza, que después será el Marqués de Aguayo a partir de 1682, se convierte en propietario del extenso Marquesado de Aguayo.

Fue hasta 1731 en que don José Vázquez Borrego, gobernador de la Nueva Vizcaya obtiene las tierras realengas: (Patrimonio de la Corona Real de España) ?que están a continuación de las que obtuvo el Marqués de Aguayo: del Río Aguanaval, Boca de Jimulco, Llanos de Ledesma, Boca de San Diego, San Juan de Casta, Río de las Nazas, hasta el presidio de Mapimí, que estaba deshabitada por estar infestadas de indios bárbaros y salvajes que asesinaban a los colonos?.

Por deudas tuvo que entregar estas tierras al presbítero Jacinto García de Rojas en enero 12 de 1743; a su muerte, el gobernador de Durango don Joseph de Velasco y Restán las adquirió.

El también gobernador de Durango don Juan José Zambrano rico minero de la entidad adquirió todas estas propiedades fundando la Hacienda de Ramos, pero su muerte prematura hizo que a principios del siglo XIX fueran puestas en subasta y ya en 1836 las adquiere un gigante, don Juan Nepomuceno Flores; pagó por San José de Ramos, y San Juan de Casta la cantidad de 400 mil pesos en total con un enganche de 60 mil pesos y 20 mil pesos anuales. Rescató estas tierras de los fracasos que durante cien años habían sido constantes, en la lucha eterna contra los indios bárbaros que asesinaban a los peones y a los campesinos que le arrendaban tierras las llevó al progreso agrícola e industrial, con su laboriosidad y espíritu de empresario.

Las tierras constituían El Marquesado de Aguayo, llegaron a tener una extensión de 14 millones de hectáreas pero por el mal manejo de las propiedades y del capital, tuvo que hipotecarse durante el tiempo del Quinto Marqués de Aguayo en 1818 y fue rematado el gran latifundio dividido en 50 porciones. En 1844 los herederos del cura José Miguel Sánchez Navarro que se había enriquecido y tenía un latifundio que abarcaba gran parte de Coahuila y Nuevo León, los señores licenciados Carlos Sánchez Navarro y Jacobo Sánchez Navarro, lo adquirieron a plazos y lo liquidaron en 1850. Después vendieron a los señores Leonardo Zuloaga e Ignacio Jiménez la región que correspondía a la Hacienda de San Lorenzo de La Laguna. El 24 de abril de 1848.

La Hacienda del Rosario en Parras la compró don Rafael Aguirre.

En 1832 el señor Lucas Alamán inicia la solución del problema de la falta de vestido en nuestro país, con la creación de un banco de avío para los industriales que quisieran emprender la industria textil, pero el desorden político y militar acabó con ese proyecto y no fue sino hasta 20 años después, que se inicia la importación de maquinaria, aunque la siembra del algodón era muy escasa.

En la Región Lagunera se encontraron tres colosos que harían cambiar la tierra, que de refugio de tribus salvajes e indómitas, sería un emporio agrícola e industrial: don Juan Nepomuceno Flores, don Leonardo Zuloaga y don Juan Ignacio Jiménez.

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