Enfrenta Ana una rara lesión, la cual no ha podido superar.
EFE
México, DF.- Aunque la bahamesa Tonique Williams ha sido la reina de los 400 metros planos en los dos últimos años, para la mexicana Ana Guevara, triple medallista mundial, ha existido una rival más dura y escurridiza, a la cual no ha podido derrotar.
A los 28 años, Ana mantiene su mentalidad ganadora y pasa por un momento de madurez física, sin embargo una rara lesión que los médicos han sido incapaces de diagnosticar ha roto dos de sus sueños más importantes, ser monarca olímpica y doble campeona mundial, y amenaza con mantenerla a mitad de capacidad.
La bahamesa Tonique Williams ha sido la reina de los 400, pero sus registros han estado lejos del mejor de Ana Guevara, lo cual insinúa que sana, tal vez la mexicana jamás hubiera perdido la supremacía exhibida en las temporadas 2002 y 2003.
En 2004, cuando llevaba casi dos años invicta, Ana Guevara estaba segura de que ganaría los Juegos Olímpicos de Atenas; entonces apareció una dolencia en un pie que la hizo perder entrenamientos y como consecuencia, fue relegada por Williams.
La versión dada a los medios sobre el origen de la lesión fue extraña y poco creíble: Ana se tomó una pastilla para un padecimiento estomacal y como consecuencia se dañó un pie.
Nadie habló más de la dolencia, se supo que mermó su preparación y por eso no ganó los Olímpicos; lo sorpresivo fue que cuando todos la imaginaban curada, luego de cuatro meses de descanso, el dolor en el pie reapareció en medio del adiestramiento para los Mundiales de Helsinki 2005 y Ana apenas pudo ganar bronce.
Después de perder el 2004, que debió ser el mejor año de su vida, lo lógico era que los médicos curaran a la velocista y la dejaran lista para atacar su propio registro de 48.89 segundos logrado en el 2003, pero la realidad fue otra y 20 meses después, los doctores aún están despistados sobre la lesión.
?No es desgarre, rotura de ligamento, ni fractura, pero me duele?, dijo en una conferencia de prensa Ana, que en estos días sólo ha atinado a prometer paciencia para aceptar ser vencida, no por atletas con marcas mejores a la suya, sino por algo extra.
En una época de notables adelantos médicos parece imposible que una lesión, al parecer no grave, mantenga a una deportista fuera de su mejor forma por casi dos años.
, y al cabo de ese tiempo, aún no haya diagnóstico.
Hoy cuando se cambian tendones y ligamentos de una parte del cuerpo a otra, se hacen cirugías complejas con mínimo acceso y hay muchos médicos que hasta curan con las manos o con agujas que no dañan, no es posible aceptar la situación de la mexicana.
Una muestra de que Ana no está acabada es su excelente tiempo de 49.81 segundos sin entrenarse al máximo; con ese antecedente, el equipo de la campeona está ante un reto más importante que entrenarla: Ana no puede darse el lujo de seguir lesionada.
A pocos meses del 2006, un año casi muerto en el atletismo mundial, Ana tendrá mucho tiempo para curarse y junto con su equipo deberá aguzar una especie de sexto sentido para detectar si está con el médico indicado y con el tratamiento correcto, o es momento de buscar alternativas luego de 20 meses de agonía.
Encabezadas por Sanya Richards, una portentosa corredora de 20 años, tres estadounidenses jóvenes parecen decididas a establecerse entre lo mejor en 400 metros; también acechan la campeona Tonique Williams y las atletas rusas, pero ninguna parece tan peligrosa para Ana como la posibilidad de que ella no puede superarse a sí misma.
Ha sido la rara lesión el rival más escurridizo de su vida y si no curarla ha sido por la falta de visión o de aptitud de alguien de su equipo, es la hora de cambiar. Después del 2006 será tarde.