“Falleció entre las 21:00 y 24:00 horas del martes a consecuencia de politraumatismo en cráneo, abdomen y tórax, así como fracturas en costillas y desgarramiento del hígado.
“He de aclarar que todo fue a golpes, no se utilizó ningún objeto contundente ni tampoco el cuerpo presentaba herida de bala o por arma blanca. La víctima murió por asfixia”.
¿Acaso las líneas anteriores pertenecen a una declaración de un jefe policiaco en una película de mafiosos? No. ¿Entonces es un relato histórico de las matanzas de Al Capone? Menos. Por increíble que parezca, las líneas anteriores son un extracto de una nota periodística que leí hace tiempo, en la cual un médico forense explicaba la forma en la que un individuo vinculado con el narcotráfico fue asesinado.
Es triste reconocerlo, pero nuestro país se está convirtiendo en el escenario perfecto en donde los miembros de las grandes bandas del narco pueden actuar con entera libertad. Basta mencionar que La Laguna es un terreno fértil para la venta de drogas. Aunque el alcalde Anaya asegura que este problema está controlado, la verdad no puede ocultarse con pronunciamientos demagógicos. Más allá de la irresponsable actitud del edil panista, los torreonenses tienen que sufrir por el incremento del “narcomenudeo” en la región.
Si las autoridades siguen pasando por alto todos los crímenes y delitos cometidos por los miembros del narcotráfico, estaremos condenados a convertirnos en un país martirizado por la violencia.
Aunque por fortuna en Torreón no se vive la misma situación de ciudades como Nuevo Laredo, no faltará mucho para que hablemos de una presencia aún mayor de los capos de la mafia si las autoridades no hacen algo al respecto. Por lo pronto, es una realidad que el consumo de drogas ha crecido en la región, así como también han aumentado las ejecuciones atribuidas al narco en el estado.
¿En qué momento se convirtieron Coahuila y México en un paraíso para los traficantes de drogas? La respuesta es muy sencilla: en el justo momento en que algunos de nuestros gobernantes se hicieron de la vista gorda ante los manejos de los grandes capos del narcotráfico y decidieron integrarse al oscuro mundo de la mafia.
La droga en nuestro país es tan abundante como la negligencia de nuestras autoridades. Lo único que detiene a los narcotraficantes, son otros narcotraficantes que se pelean el territorio con ejecuciones a plena luz del día.
Si las autoridades estatales y federales siguen pasando por alto todos los crímenes y delitos cometidos por los miembros del narcotráfico, estaremos condenados a convertirnos en un territorio martirizado por la violencia.
Hay muchos narcotraficantes que en nuestro país gozan de una completa impunidad. El nombre de algunos de ellos se ha convertido en una leyenda, e incluso hay quienes pueden disfrutar de un cierto prestigio popular por las obras de caridad que en ocasiones hacen a quienes los rodean.
Para combatir realmente al narcotráfico de nada sirve perseguir al Chapo Guzmán, a los Valencia o a los Arellano Félix. Antes de gastar fuerzas en operaciones inútiles y de perder a más oficiales en una batalla que de antemano está perdida, nuestro Gobierno debe prestar especial atención a combatir el “narcomenudeo”. Para ello, es necesario una capacitación a las Policías locales y facultarlos para combatir la venta de droga en las calles. De esta manera, nuestros hijos estarán a salvo y, además, se dará un golpe en donde más les duele a los narcotraficantes: en lo económico.
Es tiempo que las autoridades reconozcan lo alarmante que resulta nuestra situación. Una nueva Administración estatal está a punto de iniciar. Una de las prioridades principales del Gobierno de Humberto Moreira debe ser combatir el “narcomenudeo” mediante campañas informativas sobre los riesgos que acarrea el consumo de drogas y, sobre todo, mediante acciones policiacas eficientes que disminuyan la presencia de “puchadores” en las distintas ciudades de nuestro estado.
javier_fuentes@hotmail.com