“Escoge batallas lo suficientemente
grandes para que importen pero lo
suficientemente pequeñas para ganar”.
Jonathan Kozol
El Consejo Político Nacional del PRI tomó finalmente la decisión de pedirle al presidente del partido, Roberto Madrazo, que permanezca en su cargo hasta el cinco de agosto, con el fin de darle oportunidad para lograr acuerdos para los cambios necesarios en el Comité Ejecutivo Nacional.
La gran discusión tiene que ver, por supuesto, con la sucesión de Madrazo. Los estatutos establecen que la secretaria general del partido debe sustituir al presidente en caso de ausencia. Esto coloca a Elba Esther Gordillo en línea directa para reemplazar a Madrazo. Pero el asunto se ha venido complicando en los últimos tiempos.
Pocos se atreven a decirlo abiertamente, pero varios grupos están maniobrando para impedir que la maestra llegue a la presidencia del partido. Argumentan que Elba Esther ha apoyado a grupos políticos fuera del PRI e incluso que ha promovido la creación de un nuevo partido, Nueva Alianza, cosa que ella ha negado. Afirman también que la maestra ha estado ausente demasiado tiempo de sus obligaciones como funcionaria de partido. Razonan también que se encuentra mal de salud, por lo que no podría cargar con las responsabilidades del nuevo cargo, aunque ella ha señalado que se ha recuperado ya de la enfermedad que sufría.
La verdad es que para el PRI sería costoso saltarse los estatutos que determinan que la secretaria general debe reemplazar al presidente en caso de ausencia de éste.
Elba Esther no es una secretaria general a la vieja usanza: no fue designada por dedazo, sino que participó con Madrazo en una elección victoriosa. Pero para un partido que quiere establecerse a sí mismo reglas democráticas, es difícilmente aceptable que una funcionaria electa por el voto popular sea destituida sólo porque resulta incómoda después de cierto tiempo.
Si la maestra se resiste a que se le impida el acceso a la presidencia del partido y recurre a las autoridades y tribunales electorales, es posible que gane la batalla en contra de quienes se oponen a ella. Después de todo, uno de los criterios usados de manera consistente por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación en sus fallos es que los partidos deben respetar sus propios estatutos.
Lo lógico será que Elba Esther recurra a las armas legales y políticas a su alcance en caso que se le impida hacerse cargo de la presidencia del PRI. Después de todo, ella apoyó la candidatura de Madrazo a la presidencia del partido por dos razones: una, que se le nombrara coordinadora de los diputados del PRI; y la otra que pudiera permanecer en la presidencia del partido cuando Madrazo se lanzara a buscar la candidatura presidencial.
Ya la coordinación de los diputados la perdió, después de una acre batalla con el propio Madrazo y con Emilio Chuayffet, pero es poco probable que permita que se le quite también la presidencia del partido.
Mucho se ha señalado que los estatutos sólo permiten que la secretaria general ocupe la presidencia del partido de manera temporal ya que debe convocar en 60 días a la elección de un nuevo presidente. Pero los mismos estatutos establecen que no podrá haber un cambio de dirigentes al mismo tiempo que se lleva a cabo un proceso para elegir candidato a la Presidencia de la República.
En otras palabras, si se quiere impedir que Elba Esther ocupe la presidencia del partido, sus adversarios deben detener su designación desde un principio. Una vez que ella ocupe el cargo, el proceso de elección del candidato presidencial impedirá su destitución.
En este momento casi todos los jugadores importantes del partido están respaldando públicamente a Elba Esther. Genaro Borrego, el vocero de Unidad Democrático, afirmó ayer que su grupo apoya sin dudas a la maestra. También Madrazo ha declarado que no tiene objeciones a que Elba Esther ocupe la presidencia del partido. Pero nadie sabe a ciencia cierta si hay integrantes del Tucom trabajando en secreto en contra de la maestra o si el propio Madrazo está buscando la manera de quitarse de encima a la que sería una presidenta incómoda del partido en una campaña.
De lo que no cabe duda es que será muy difícil quitar a la maestra del camino. Elba Esther parece haber amarrado las cosas de tal manera que lo más seguro es que regrese de su exilio en San Diego como máxima dirigente nacional del PRI.
LAS RAZONES
La mayor resistencia en contra de Elba Esther en el PRI viene de aquellos que la consideran demasiado cercana al presidente Vicente Fox. Cuando fue coordinadora de los diputados priistas trató de apoyar algunas de las reformas estructurales del presidente. Esto la puso en conflicto con grupos tradicionalistas del partido. Muchos diputados, sin embargo, también se quejaban de su prepotencia y falta de organización personal.