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La muerte del Papa pone en marcha el ritual del cónclave

CIUDAD DEL VATICANO (AP) .- La muerte de un papa pone en marcha un ritual minuciosamente planificado para escoger al nuevo conductor de los mil millones de católicos en el mundo.

Comienza cuando se proclama formalmente en latín que el Papa está "realmente" muerto. Luego tañen las campanas de los templos de Roma, las banderas del Vaticano son arriadas a media asta y se cierran con pesadas cadenas las puertas del palacio papal para indicar el interregno.

Durante ese período en que la Iglesia católica no tiene un pontífice, el camarlengo papal es el funcionario más importante del Vaticano.

Según prescribe el ritual, destruye los símbolos de la autoridad papal: el anillo del pescador y los cuños empleados para sellar las cartas apostólicas. Sella el dormitorio y estudio del Papa fallecido, se hace cargo de la propiedad de la Santa Sede y hace los arreglos del funeral y del cónclave en el que el Colegio de Cardenales escogerá un nuevo pontífice.

Los cardenales gobiernan la Iglesia hasta la elección del nuevo Papa, pero sus poderes son limitados.

Casi todos los cardenales que dirigen departamentos del Vaticano, incluyendo el poderoso secretario de estado, pierden sus cargos a la muerte del Papa.

Desde 1059, ha recaído en los cardenales la responsabilidad exclusiva de escoger el pontífice. Aunque los "príncipes de la Iglesia" tienen libertad para escoger a cualquier varón bautizado, la última vez que eligieron a alguien que no era cardenal fue en 1378. Aun el juramento que prestan al comienzo del cónclave anticipa que elegirán a uno de ellos.

El Papa es enterrado de cuatro a seis días después de su muerte. Según el derecho canónico, el cónclave debe comenzar entre 15 y 20 días luego del fallecimiento.

Los cardenales se reúnen diariamente en el Palacio Apostólico después de la muerte del Papa. En su primera reunión juran solemnemente "mantener un secreto riguroso" sobre la elección papal. El que viola el juramento arriesga ser excomulgado.

La palabra "cónclave" significa en latín "con una llave", y la práctica comenzó en el siglo XIII.

En 1241, el Senado y el pueblo de Roma superaron un estancamiento de un año y medio encerrando a los cardenales hasta que escogieran a un Papa. En 1271, los cardenales no solamente fueron encerrados sino puestos a dieta de pan y agua hasta que se pusieran de acuerdo.

El Papa elegido en esa ocasión, Gregorio X, formalizó estas medidas drásticas en los cónclaves. Pese a sus esfuerzos, 29 cónclaves posteriores se prolongaron más de un mes. Pero a partir de 1831, ningún cónclave duró más de cuatro días; el de 1978 en que fue elegido Juan Pablo II deliberó apenas 24 horas.

Pese a que los cónclaves se han acortado en la era moderna, Juan Pablo modificó las reglas de votación para hacer casi imposible un estancamiento. Si después de 30 ruedas de votación nadie obtiene la tradicional mayoría de dos tercios, basta una mayoría simple.

Veterano de dos cónclaves, Juan Pablo decidió también dar mayor comodidad a los cardenales. Los cubículos diminutos y espartanos en el Palacio Apostólico fueron reemplazados por una nueva residencia en el Vaticano. El Domus Santae Marthae tiene 108 suites y 23 habitaciones individuales. Los cuartos son asignados por sorteo.

Como jefe de la residencia papal, el camarlengo es responsable de hacer todos los arreglos para el cónclave.

Bajo su dirección, se sellan las puertas de la Capilla Sixtina y el Domus Santae Marthae. Los cardenales son asistidos por mucamas, cocineros, dos médicos y otros religiosos para oír confesiones. Un grupo de técnicos revisa el lugar para prevenir el uso de micrófonos. Quedan prohibidos los diarios, la radio, la televisión, los teléfonos, grabadores y cámaras. Se sellan las ventanas y se corren las cortinas.

Al comienzo del cónclave los cardenales entran en la Capilla Sixtina con sus túnicas moradas. Entre ellos están los "papales", los candidatos a Papa, y los "grandes electores", los que influyen sobre la decisión.

Si lo desean, los cardenales pueden empezar a votar el primer día. Las papeletas de los votos se queman con sustancias químicas para que el humo sea negro o blanco. Si de la chimenea se escapa humo blanco significa que se ha escogido al nuevo pontífice.

Sólo pueden votar los cardenales que no llegan a los 80 años cuando muere el Papa. Casi todos los cardenales que votarán en el próximo cónclave fueron ordenados por Juan Pablo.

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