PREOCUPA A LA NASA DESPRENDIMIENTO DE ESPUMA AISLANTE DEL TANQUE EXTERNO DE GASOLINA.
Se acopla el transbordador a la Estación Espacial Internacional, donde permanecerá durante ocho días.
Washington, (EFE).- La suspensión del programa de transbordadores ha supuesto un duro golpe para la moral de la NASA y plantea serias dudas sobre el futuro de los viajes espaciales tripulados de EU y de la Estación Espacial Internacional (ISS).
La euforia que creó el lanzamiento del "Discovery" hace dos días, que supuso la reanudación de las misiones de los transbordadores después de dos años y medio, ha dado paso a la preocupación, después de que se confirmara que en el despegue se desprendió un trozo de la espuma aislante del tanque externo.
Ese trozo, de medio kilo de peso, cayó sin dañar la nave, a juicio de la agencia espacial estadounidense, pero el incidente fue demasiado parecido al que, en marzo de 2003, perforó la cubierta del "Columbia" e hizo que esa nave se desintegrara al volver a Tierra.
Por ello se decidió volver a suspender, por el momento, las misiones de los transbordadores, pese a que una segunda nave, el "Atlantis", tiene programado su lanzamiento para septiembre próximo.
No se cancela, sólo se suspende
Los dirigentes de la NASA insistieron en que el programa no ha quedado cancelado, tan sólo pospuesto hasta que sus ingenieros hayan conseguido encontrar una manera de minimizar los desprendimientos en las maniobras de lanzamiento.
En una rueda de prensa en el Centro Espacial Johnson, en Houston (Texas), el jefe de operaciones de transbordadores John Shannon subrayó que la NASA "no ha usado la palabra 'paralizar' para describir su programa de transbordadores".
"Hemos detectado un problema y trabajamos para resolverlo", añadió. "El programa no está paralizado y nadie, que yo sepa, habla de darlo por terminado", dijo.
Shannon recordó que hay "cientos de expertos y técnicos que analizan las imágenes y toda la información" recolectada acerca del lanzamiento del "Discovery".
Se acompla Discovery a la ISS
El "Discovery" se acopló ayer a la ISS sin incidentes, tras ejecutar un giro de 360 grados que permitió a los tripulantes de la estación ver la "barriga" de la nave y comprobar que no mostraba daños.
La suspensión de los lanzamientos ha recibido el apoyo de la Casa Blanca y del Congreso.
El portavoz del presidente George W. Bush, Scott McClellan, afirmó que "los expertos de la NASA están tomando las decisiones que creen que son mejores" y su mentalidad "está centrada en la seguridad, lo primero y más importante de todo".
El presidente del Comité para la Ciencia de la Cámara de Representantes, Sherwood Boehlert, afirmó, por su parte, que la agencia espacial está llevando la situación "de la manera exactamente adecuada".
Pero, pese a las buenas palabras, lo que está claro es que la NASA tiene que solucionar ahora un problema que creía resuelto.
Después del accidente del "Columbia", una de las prioridades de la agencia espacial fue perfeccionar el tanque externo, que suministra el combustible necesario para la maniobra de lanzamiento, con el fin de evitar que se desprendieran fragmentos de su cobertura.
El director de la NASA, Michael Griffin, declaró al programa "Today" de la cadena NBC que es posible que la agencia espacial nunca pueda evitar por completo los desprendimientos.
"Estamos intentado reducirlos hasta el nivel en que no puedan dañar la nave. Nunca podremos lograr que la cantidad de fragmentos que se desprenden del tanque sea cero", puntualizó.
Los tres transbordadores de la NASA -el "Discovery", el "Atlantis" y el "Endeavour"-, que ya tienen más de veinte años, tienen prevista su retirada del servicio en 2010, para dar paso a una nueva generación de naves espaciales.
Bush aspira a que la NASA pueda volver a llevar al hombre a la Luna en 2020 y desde allí a Marte.
Hasta el momento no está claro cómo este nuevo golpe podría afectar estos proyectos.
Lo que sí es evidente es que perjudicará a la construcción de la Estación Espacial Internacional (ISS), que en estos dos últimos años y medio ha tenido que depender de las naves rusas, mucho más pequeñas, para el suministro de nuevos tripulantes y cargamento.