Nuestro canciller aseguraba, hasta ayer por la mañana, que tenía los votos y el consecuente apoyo de la mayoría de los países miembros de la Organización de Estados Americanos (OEA) y que la Secretaría General la cargaba literalmente en la bolsa. La votación del próximo lunes era cuestión de mero trámite para nuestro optimista y muy ingenuo Luis Ernesto Derbez.
El secretario de Relaciones Exteriores mexicano llegó ayer por la mañana a Santiago de Chile. Los periodistas de aquella nación le preguntaron, al pie de la escalinata del avión, el porqué no se “bajaba” de la contienda, ya que disputaba el honor de conducir a la OEA nada menos que con el ministro del Interior (Gobernación) chileno, José María Insulza. “Que se baje él”, respondió un Derbez engallado con esa mueca que le caracteriza y que sus amigos interpretan como una sonrisa.
Pero quien decide no es Derbez, ni siquiera Insulza... vaya, ni la suma de los países que integran la OEA. Quien decide es Estados Unidos y no quiere al mexicano en la Secretaría General, así de simple. Minutos después de esa temeraria e insostenible respuesta de que “se baje él”, Derbez se reunió con la secretaria de Estado de EU, Condoleezza Rice, quien sin duda le dijo a don Luis Ernesto cómo son en realidad las cosas. Poco después de mediodía, nuestro canciller retiraba su candidatura; finalmente el que se bajó fue el mexicano.
El chileno Insulza es mucho menos ingenuo que Derbez y por ello no tiene problema alguno en señalar las cosas por su nombre: “tras el abandono del canciller mexicano Luis Ernesto Derbez en la carrera por la Secretaría General de la OEA, soy el candidato de Estados Unidos en este momento y espero ser elegido el próximo lunes”.
Oficialmente “no había una confrontación ideológica pero sí era necesario buscar un equilibrio regional que nos representara a todos; los ministros y Condoleezza Rice llegaron a Santiago de Chile en busca de consenso y se logró”. Pero la verdad, el porqué Insulza y no Derbez, sólo el Gobierno estadounidense lo sabe.