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La Operación Cangrejo

Gilberto Serna

En el próximo mes de septiembre se celebran comicios en Coahuila de donde saldrá el siguiente gobernador que vendrá a tomar el lugar del actual que termina su periodo de seis años.

En el Partido Revolucionario Institucional no se han decidido cómo llegar al final de un proceso interno sin que haya fracturas, por lo que en estas últimas semanas se ha estado hablando de un candidato de unidad. Se entiende como tal a aquél de los aspirantes que se han venido mencionando al que los líderes del PRI consideren como el más viable para competir en las elecciones constitucionales, obviamente con mayores posibilidades de obtener el triunfo. Eso no obstante que a principios del año actual se anunciaba, a bombo y platillo, que la elección interna sería abierta para que participaran todos los priistas, con casillas electorales instaladas a lo largo y ancho de la entidad, lo que, dicen, permitiría que el que saliera ganador de la justa tuviera el apoyo de las mayorías priistas por considerarlo como suyo y no impuesto por el imperio de una sola voluntad.

La ventaja de un proceso de esta naturaleza, señalan melifluos, además de mantener sin fisuras la estructura partidista, traería al aspirante el beneficio de una campaña anticipada, previa a los comicios en competencia con los candidatos de otros partidos, dándole credibilidad y certeza a su candidatura. En otro contexto el candidato de unidad, se dice en las filas de esa agrupación, evitaría que los contendientes rompieran lanzas iniciando una fea lucha de descalificaciones que a los únicos que vendría a beneficiar sería a los candidatos de partidos opositores.

Debo decir, en honor a la verdad, que esa unidad sólo existe en la imaginación de quien o quienes pretenden erigirse en árbitros supremos, sugiriendo que sea escogido sólo un candidato con el señuelo, para que caigan los demás precandidatos, de concederles lo que vendría a ser una compensación a su sacrificio o premio de consolación, que de aceptarlo demostraría que son vulgares buscachambas y no denodados paladines del bienestar comunitario.

Lo que no consideran, el autor o autores de esta idea, es que se estaría enviando un ominoso mensaje a las bases priistas de que ahí las cosas se hacen a espaldas de su militancia, ya que en lugar de boletas para votar a las que podrían acceder los tricolores para elegir directamente a su abanderado, sería un pequeño grupo de consejeros, susceptibles de ser influenciados, los que resolverían, dejando en el ambiente la sospecha de una consigna.

Aunemos a lo anterior al hecho de que se estaría atentando contra el legítimo anhelo de los contendientes de aspirar a participar honrosamente, llegado el momento, en un proceso constitucional buscando desempeñar un cargo público, tratándoseles peor que a galeotes, a los que un cómitre, que vigila la boga en un navío, es el encargado de darles una zurribanda.

¿Quién no recuerda a Ben-Hur protagonizado por Charlton Heston? El comentario en los pasillos del edificio del PRI, es que con ese criterio de candidato único se quiere chasquear a los priistas dejando todo en manos de un gran elector.

Dicho sin retruécanos ni sofismas se trataría, nada más y nada menos, que de un dedazo, en esta ocasión mal disfrazado, de los que acostumbraban no hace mucho los jerarcas del PRI, en épocas aciagas para la política coahuilense, que se creían ya superadas. No tengo una esfera de cristal ni poseo facultades de taumaturgo pero creo que la sociedad no está para comulgar con ruedas de molino.

Si ustedes recuerdan, hace seis años, cuando se abrió el proceso de sucesión interna en el PRI hubo una contienda en que los priistas manifestaron su voluntad de que los representara el actual gobernador. Eso produjo el entusiasmo en las bases que conforman ese partido, que acudieron a votar en una legitimación que posteriormente le otorgó el triunfo en los comicios constitucionales.

Cuál es la razón para que ahora se pretenda que un grupo selecto, susceptible de ser manipulado, sea el que diga quién tiene y quién no los méritos suficientes para ser el candidato? ¿A qué le tienen miedo o qué oscuros fines persiguen?

La democracia no nada más es una palabra que se oye bien cuando se usa en floridos discursos, es, entre otras cosas, la necesidad que los mexicanos, adentro y afuera de un partido político, se les reconozca el derecho de elegir libremente a quien consideren representará sus intereses. Que conlleva el riesgo de una tremolina, bienvenida si con ella se purifica el ejercicio político.

No hay que temerle a la democracia, es muchísimo peor la estafa, el engatusamiento, la patraña y el embuste que trae aparejada la demagogia. En fin, no sé donde lo escuché, ¿dónde fue?, permítame, bueno, no importa, pero si es que el ingenio del mexicano ya le puso nombre al proceso, le llamarán, en caso de que culmine en un cenáculo privado, Operación Cangrejo.

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