Un ex dirigente estatal del PRI en el estado de Durango, señaló hace pocos días que el priismo de esa entidad está cerrado, ya que sólo entran los escogidos. Desde luego, no descubrió el hilo negro, ya que está ahora, como siempre ha estado en el pasado, en manos de una oligarquía a cuya cabeza se encuentra el mandatario estatal. Es un pequeño grupo de personas el que mangonea al partido tricolor decidiendo quiénes sí y quiénes no, durante seis años, pueden subirse al carro de la Revolución.
Advirtiendo Gustavo Lugo, que así se llama el sujeto, que de seguir esto podría generar una desbandada de priistas. Esto, a juicio del suscrito, sucede en la mayoría de los comités estatales priistas. Desde siempre hay una irritación de miembros del partido tricolor que no están conformes con que en las entidades federativas un grupo de notables sea quien resuelva quién debe enarbolar la bandera de su partido en los comicios y qué línea debe seguir una vez arriba del candelero político.
En estos tiempos de democracia ya no es necesario fingir diciendo que son los políticos profesionales los que dominan el escenario electoral. Hace rato que los dueños del capital se han trepado hasta la cima del poder político.
Las campañas se hacen con billetes, luego, quien cuenta con dinero, propio o ajeno, es el que está avocado a gobernar. Lo anterior acaba de demostrarlo Arturo Montiel orquestando el triunfo de su delfín, Enrique Peña Nieto, en los comicios del pasado domingo en el Estado de México.
¿Para qué entonces la faramalla de convocar a elecciones?, ya decíamos en una entrega anterior, quieren que el pueblo crea que hay democracia, como si la democracia postiza, hecha a base de un gasto millonario, convenciera a los votantes de que los partidos actuaron con irreprochable pureza.
Eso es lo que se ha denunciado, pero además el partido a nivel estatal se está alejando cada día más de sus propios fines ideológicos, lo que desmoraliza a un gran número de sus miembros.
El ex gobernador Ángel Sergio Guerrero Mier acaba de dar respuesta puntual a su ex colaborador queriendo matar dos pájaros con la misma pedrada al decirle al gobernador actual, yo no soy, quien sirviéndome de un antiguo compañero, te estoy sacando los trapitos al sol, -lo cual, en el lenguaje críptico que suelen usar los viejos políticos demuestra, sin sombra de duda, que sí lo está haciendo-.
Eso por una parte y por la otra, al grito de que la mejor defensa es el ataque, estaría diciéndole a su rival: si te atreves a tocarme te puede ir muy mal, pues yo me llevo de piquete, pellizco y nalgada con Roberto Madrazo. Es la manera como se solía hacer política, chapada a la antigua, de un soldado priista de la vieja guardia, priistas mejor conocidos como dinosaurios. Una especie en extinción que no acaba de irse.
El ex gobernador estima que del estrepitoso derrumbe del PAN no se dice algo en Durango, cuando de ello se habla en todo el país, lo que deja entrever un duro reproche a Ismael Hernández Deras, a quien usando esa forma solapada le endilga, sin querer queriendo, que tiene simpatía por otro partido.
Quizá todo este embrollo tenga su origen en la compraventa de terrenos adyacentes al Instituto Tecnológico de Durango donde Ángel Sergio, dice, fue engañado y malinformado por el comprador y los funcionarios de su Gabinete, que aprovecharon su descuido para lucrar. Esto es, al más puro estilo del “Niño Verde”, quiso decir que lo “chamaquearon”. Si se abstuvo de emplearlo es por que ya no se cuece al primer hervor. Una excusa demasiado débil con la que pretende lavarse las manos, pero además los brazos, la cabeza y el cuerpo entero, ya que es la comidilla en Durango que el asunto requiere un baño completo. Aunque debo reconocer que usa una buena palangana, con el escudo del CEN del PRI, un tanto corroída en el fondo por el constante uso a que ha sido sometida por quienes constantemente alegan inocencia.
Aun Poncio Pilatos, que entregó a Jesús a los fariseos, supongo se sonrojaría si se hubiera visto en la taxativa de usar una justificación fútil, anodina y baladí, que obviamente no resiste un análisis serio.
En fin, este asunto, por los personajes, por el tiempo que se ha venido ventilando en los medios de comunicación, avizora un litigio de consecuencias previsibles. Diré que se veía venir, pues Ángel Sergio no quería a Ismael como su sucesor; vomitaba de sólo oír su nombre, trascendiendo fuera de los muros de la casona de Gobierno, que se lo metieron a chaleco. Por eso, en cuanto Ismael asumió el mando empezó a abrir el baúl de los secretos saliendo olores mefíticos que hablan de manejos no muy claros en las finanzas del Gobierno que le antecedió, lo que fue acallado de inmediato.
Varios ex mandatarios, lograron calmar los ímpetus del joven gobernador con el argumento que el escándalo sólo beneficiaría a la oposición. Ahora las cosas pintan de otro color, al caer la célebre gota que derramó el vaso. Sabe Hernández Deras que si no hace algo se podría convertir en cómplice de su odiado enemigo político.
Los hechos son contundentes para saber que hubo un provechoso lucro proveniente del tráfico de influencias, tan es así que, sin negar la responsabilidad de sus subalternos, se concreta a aducir que no se enteró.
De llevarse esto hasta las últimas consecuencias, sería la primera ocasión en que un ex gobernador de Durango estaría tras las rejas enfrentando un proceso penal.