Son pocas las personas que piensan en su estómago y lo que comen, y es hasta que sufren algún problema gastrointestinal que deciden cuidarse.
Uno de los refranes más populares dice que "la panza es primero", pero, en realidad, son pocas las personas que piensan en su estómago y lo que comen, y es hasta que sufren algún problema gastrointestinal que deciden cuidarse.
Y es que, como dice el médico endoscopista y gastroenterólogo Rafael Pérez Huacuja, "nadie piensa en el intestino hasta que se enferma, cuando aparecen síntomas como dolor e inflamación". Y es que, agrega, la calidad de vida se ve afectada por enfermedades gastrointestinales, que ocupan el primer lugar de consulta en los servicios médicos.
Experto en este campo, explica que el estómago es el sitio más importante de almacenamiento del alimento, ya que lo administra y lo va vaciando paulatinamente. Explica que el estómago tiene tres tipos de movimiento: mezcla, propulsión y vaciado, pues nada se puede quedar en éste y normalmente tiene que enviar todo al intestino delgado, señala.
Es muy importante lo que se come, ya que una comida muy grasosa puede permanecer en esta parte de nuestro cuerpo hasta por seis horas, y "el estómago trabaja tremendamente", apunta. Mientras que una comida que tenga básicamente carbohidratos se vacía en una hora; una a base de proteínas puede tardar tres horas.
El doctor Pérez Huacuja comenta que mucha gente sufre el trastorno funcional gastrointestinal, enfermedad por reflujo gastrointestinal, que en bebés ocurre por una inmadurez del esfínter, es decir, la válvula que regula el paso entre esófago y estómago normalmente se abre para que caiga el alimento al estómago y se cierra para evitar que se regrese, "pero en los pequeños menores de dos años todavía no madura bien y es por eso el reflujo".
Cuando esto ocurre en la vida adulta, ya es un problema mayor, porque es el ácido del estómago el que se regresa y quema el esófago y eso es una enfermedad funcional, advierte.
El experto recomienda modificar los hábitos de alimentación.
Pérez Huacuja indica que un trastorno que afecta al 70% de la población adulta es la intolerancia a la lactosa, es decir, la azúcar de la leche, una sustancia molecularmente muy grande que no se pude absorber. Y es que las enzimas del intestino digieren la lactosa y rompen la molécula, pero hay gente que no puede hacerlo y al llegar al colon las bacterias de éste la fermentan lo cual va a producir gases y diarrea.
Muchos de los síntomas de este mal parecen ser funcionales, como los de colitis y otras enfermedades, "pero a veces son porque la gente no está consciente de su intolerancia a la lactosa", un problema de falta de enzimas, el resto de los trastornos funcionales tienen un origen común, que es la alteración en la relación entre el sistema nervioso y el tubo digestivo".
Y ante esto, sostiene, "se debe actuar en el sistema nervioso central para equilibrar la relación entre el sistema nervioso y el tubo digestivo, ahí es donde se está utilizando el fármaco Zelmac (tegaserod), que no sólo quita el síntoma, sino que regulariza la relación, aunque, por supuesto, el tratamiento debe ser integral".