Cientos de indígenas duranguenses reciben lo que ellos llaman ?la limosna del Procampo?
Mezquital, Dgo.- La miseria y la carencia de recursos para poder comer quedaron de manifiesto en el peregrinaje de aproximadamente cinco mil indígenas de cuarenta comunidades de Mezquital, para recoger una ?limosna? del Gobierno Federal como fue calificado por algunos de ellos el programa Procampo.
Eran indígenas principalmente de las comunidades Santa María de Ocotán, Taxicaringa y Temoaya; peregrinaban para recibir el pago correspondiente del Programa de Apoyos Directos al Campo (Procampo) que entrega la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa).
El Siglo de Durango acudió a esta comunidad en donde presenció el peregrinar de los indígenas que se dieron cita en el lugar para cobrar un cheque mínimo de aproximadamente mil pesos, para sostener a más de cinco miembros de su familia durante todo un año.
La miseria, la decadencia y la dependencia del Gobierno se hicieron presentes en la plaza principal de la cabecera municipal de Mezquital, a donde también acudieron las autoridades estatales y federales para hacer acto de presencia y repartir la poca ayuda que les llegó a los productores primarios para el sostenimiento del campo que fue afectado por la sequía.
CALVARIO
El calvario para los indígenas empezó desde el pasado martes; muchos tardaron un día para llegar a la cabecera y recibir el cheque cuyo monto dependía del número de hectáreas que cosecharon. El mínimo era de mil pesos.
Algunos rentaron camiones y camionetas para poder llegar, otros, con menos suerte realizaban sus recorridos de mínimo 12 horas caminando y hubo quienes se desplazaron en el transporte rural.
Sucios, hambreados y cansados, los indígenas llegaron a la plaza y a los dos albergues que se instalaron como parte de este operativo. Unos pasaron la noche en vela esperando a que amaneciera para cobrar su cheque y realizar el peregrinaje de regreso. Algunos viajaban con sus familias.
Uno de los albergues se ubicó en una cancha de futbol rápido, en donde instalaron carpas con catres y una cocina comunitaria, todo para esperar a que abrieran las siete casillas de entrega del apoyo de Procampo.
El operativo implementado por la Sagarpa contó con la ayuda de las autoridades estatales y municipales. En cada esquina de la plaza principal había policías preventivos y ministeriales, que con sus armas calibre .9 milímetros imponían a las mujeres indígenas.
Varios de estos agentes que eran del lugar ayudaban a las autoridades en la traducción del dialecto indígena al español. Algunos de los empleados federales aprendieron a decir las palabras clave: ?chiteibol?, que significa siéntese, y ?tumi?, que quiere decir dinero en tepehuano.
Para hacer tiempo algunos indígenas se cortaban el cabello y se hacían un chequeo, ya que enfermeras y médicos de la Secretaría de Salud pesaban y revisaban a los indígenas.
Todo era fiesta. También se instaló una mesa de juego para entretener a los niños, así como un puesto de maquillaje infantil, donde las asistentes dibujaban a las niñas coronas de princesas feudales.
Los niños esperaban y jugaban, mientras sus padres formaban la larga fila para que les entregaran su pago.
Los indígenas duraban aproximadamente dos horas en la fila y la entrega del cheque en las mesas de pago se hacía en apenas dos minutos.
De nuevo, la larga fila para el endoso del documento cobrable para posteriormente formarse detrás de los camiones de valores y hacerlo efectivo.
Al final con su ?tumi? en las manos, realizaban las compras necesarias para regresar a las comunidades indígenas a donde llegarían con lo poco o nada que les quedó.
HACEN SU AGOSTO
En promedio, los camiones de valores entregaron más de tres millones de pesos diarios por cuatro días, dinero que en gran parte se quedó con los comerciantes del lugar que vendían artículos de primera necesidad, así como baratijas y artículos perecederos.
En anteriores años, la entrega del Procampo se hacía en cheques y no en efectivo, como ahora; a consecuencia de ello y como no hay bancos, los indígenas eran obligados a cambiarlos en las tiendas de abarrotes en donde los comerciantes los condicionaban a comprar en sus establecimientos a cambio de pagarles.
Algunos comerciantes no querían pagarles a los indígenas, por lo que éstos sufrían para poder cambiar el apoyo dado.
El pasado martes en esta comunidad, todo era negocio. Se instalaron pequeñas fondas y puestos de comida ambulante, había de todo, tortas, gorditas, aguas, refrescos, ropa seminueva, telas multicolores, encajes, accesorios para el cabello, aretes, artículos electrónicos, radios, televisiones y juguetes.
Los indígenas salían cargados de bolsas llenas de despensa, telas, estambres, listos para enfrentar el crudo invierno que les espera en las frías comunidades de la Sierra.
LOS MÁS POBRES
Las comunidades indígenas que se beneficiaron con el Procampo son de las más grandes que hay en el norte del país, pero también de las más pobres.
Y esto se puede constatar con las declaraciones que hicieron los indígenas a este medio de comunicación, pues algunos se quedan sin nada. Se dedican a pagar deudas que tienen con algunos programas federales y estatales.
En el caso de Antonio Reyes Calleros, de 37 años de edad, originario de la comunidad Llano Grande, sólo fue apoyado por una hectárea, y recibió poco más de mil pesos.
Comentó que desde su comunidad hizo 12 horas en camioneta, que rentó junto con otros indígenas para llegar al lugar.
En su hectárea sólo cosechó frijol y maíz, de los cuales sólo levantó como 100 kilos de la leguminosa y una tonelada del grano.
Obviamente, Antonio no vende ese producto; lo utiliza para el autoconsumo, por lo que esta temporada dice que pasará hambre. El indígena comprará lo que complete para llevar a su familia que dejó en su lugar de origen.
Felícita Flores Flores, quien no sabe su edad ni hablar español, forma parte del 60 por ciento de las mujeres que recibió el dinero del Procampo.
Un policía municipal de Mezquital ayudó en la traducción del tepehuano al español; en pocas palabras, comentó que ella sola trabajó la tierra de cultivo.
Es originaria de la Candelaria; tuvo que mostrar a este medio informativo su credencial de elector para contestar cuántos años tenía. Nació en 1965; por lo tanto, la indígena aparentaba una edad aproximada de 50 años, aunque realmente cuenta con 40.
Con desconfianza le explicaba al policía que lo auxilió que ese dinero lo utilizaría en la compra de maíz para comer.
Para Jesús García, de 50 años de edad, originario de Mesa de las Vacas, el peregrinar fue más difícil, pues carece de una pierna, por lo que en muletas acudió a la plaza para recibir un cheque de tres mil 370 pesos, de los cuales debe dos mil 800.
Por fortuna, tiene otro trabajo en una vinatería de donde mantiene a su familia; este año por la falta de agua, no produjo nada, por lo que deberá hacer limpieza por su propia cuenta y barbechar para nuevamente preparar la tierra y sembrar en la próxima temporada.
Demecio Ciriano Morales, de 52 años de edad, declaró para El Siglo de Durango que no obtuvo nada de su tierra. Sólo recibió dinero de una hectárea, que piensa gastar en insumos para pasar la época decembrina.
Tal vez de los entrevistados por este medio de comunicación, este indígena era el más afortunado, pues cuenta con una plaza de maestro bilingüe en la comunidad La Presa, y por este trabajo le pagan dos mil 700 pesos por quincena.
Desde esta comunidad hasta la cabecera municipal realizó un viaje de más de un día caminando, más otras doce en camioneta.
VERSIÓN OFICIAL
El subdelegado de Planeación de la Sagarpa, Sergio Luis Llano, se encontraba en el lugar supervisando la entrega de los apoyos, además de llevarles de comer a los asistentes y personal de la dependencia federal.
Comentó que el apoyo recibido será por un monto de 13 millones 252 mil 990 pesos, en tanto que el número de beneficiarios es de cinco mil 194 indígenas.
Se instalaron siete cajeros, dos mesas de endoso y se ubicaron dos camiones de valores con cuatro cajeros. El monto por día osciló en tres millones 200 mil pesos.
Los cheques que no se repartieron quedarán a disposición del Centro de Apoyo al Desarrollo Rural (Cader) de Mezquital, en donde los indígenas que no llegaron al operativo de monetización podrán pasar por su cheque.
Puntualizó que la próxima semana se hará una entrega a los productores de las comunidades San Francisco de Ocotán, Santiago Teneraca, San Lucas de Jalpa, San Antonio de Padua, San Pedro Xícora y San Agustín de San Buenaventura, por un monto total de 2.8 millones de pesos.
Por primera ocasión, los productores recibieron en su totalidad el apoyo en efectivo, con lo cual se deja atrás la entrega a representantes.
Este mismo esquema también su utilizó en las regiones de la Sierra como Guanaceví, Canelas, Topia y Otáez, en donde en un solo día se entregó el 80 por ciento de los apoyos.
CONCLUSIÓN
Felices con poco o nada de lo recibido, los indígenas terminarán su peregrinar con las bolsas llenas de artículos de la canasta básica, y otros más con artículos que tal vez no necesiten.
Las autoridades se darán por bien servidas, ya que para ellos es ganancia que los indígenas reciban algo de nada que tenían.
Finalmente, todo en este lugar se convirtió en una verbena popular, en una fiesta, que se rodeó de policías, puestos de comida y un sitio para proporcionar servicios de salud e higiene del Gobierno del Estado.