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La princesa fea/Jaque Mate

Sergio Sarmiento

“Amor no es mirar el uno al otro, sino mirar los dos en la misma dirección”.

Antoine de Saint-Exupéry

La tradición nos dice que las princesas deben ser hermosas, sonrientes y jóvenes. A pesar de los muchos cambios que ha habido en el mundo desde los tiempos en que las monarquías tenían realmente poder, el estereotipo se ha mantenido. A Letizia de Asturias se le adora por su belleza y el culto a Diana de Gales se sustentaba en lo mismo. Por eso ha sido objeto de tanta incomprensión, incluso burlas, la decisión del príncipe Carlos de Inglaterra de contraer matrimonio el ocho de abril con Camila Parker-Bowles, su compañera de muchos años, una mujer que dista de ser joven o bella.

Un chiste que empieza a recorrer el mundo dice que los cuentos de hadas hoy son distintos a los de antes: en la actualidad el príncipe conoce a la princesa, se casa con ella, la mata y después se casa con la bruja. Esto refleja la visión popular de la historia de Carlos, Camila y Diana.

Mi impresión, sin embargo, es que la decisión del príncipe Carlos de casarse con Camila, la mujer que conoció en 1970 y con la que ha tenido una relación amorosa que ha sobrevivido todas las presiones públicas y los matrimonios de ambos, revela que estamos en presencia de una verdadera historia de amor.

Camila Shand conoció a Carlos en 1970 durante un partido de polo. Los presentó una amiga, hija del embajador de Chile. Camila tenía entonces 23 años de edad por 21 de Carlos y supuestamente le dijo directamente: “¿Sabías que tu tatarabuelo fue amante de mi bisabuela? ¿No te excita la historia?” La amistad se tradujo con rapidez en una relación amorosa.

El entonces joven príncipe, sin embargo, no estaba decidido a terminar su vida de soltero y contraer matrimonio. Camila, por su parte, había tenido ya experiencias amorosas previas, por lo que no era bien vista en una casa real que seguía manteniendo la visión de que la princesa de Gales y futura reina de Inglaterra debía casarse virgen.

Camila contrajo matrimonio con Andrew Parker-Bowles, de quien tomó el apellido, pero al parecer no abandonó por mucho tiempo su relación con el príncipe Carlos.

Cuando Diana Spencer surgió en el horizonte como una posible esposa para el príncipe, Camila misma se pronunció a favor del matrimonio.

Diana era bonita, dulce y virgen. La boda real se llevó a cabo en 1981. Los príncipes eran populares ante las cámaras y le dieron a la corona los descendientes varones que ésta ansiaba, pero su relación íntima era fría y distante. Inevitablemente Carlos reanudó su amorío con Camila, quien se había divorciado de Andrew y Diana finalmente se enteró.

Esto enfrió todavía más el matrimonio. Diana empezó también a tener amoríos. En 1992 Carlos y Diana se separaron. El divorcio formal vino en 1996. La princesa mantuvo su papel dentro de la familia real y se involucró en una serie de obras de caridad.

Empezó también una sonada y controvertida relación amorosa con Dodi al Fayed, un playboy egipcio hijo del magnate Muhammad al Fayed. La muerte de Diana y Dodi el 31 de agosto de 1997 en París, mientras eran perseguidos por un grupo de paparazzi, conmocionó al mundo.

Muhammad al Fayed ha mantenido desde entonces la posición de que su hijo y la princesa Diana fueron asesinados por órdenes de la corona británica, aterrada ante la posibilidad de un matrimonio de Diana con un árabe.

Más de siete años han transcurrido desde la muerte de Diana. Carlos ha buscado mantener un papel público discreto. Se ha especulado incluso que abdicará antes de ser rey en Guillermo, su primogénito. Gradualmente la presencia de Camila se ha hecho más formal.

Después de la muerte de la reina madre en 2002 se mudó a la Casa Clarence, donde el príncipe Carlos tiene sus oficinas y donde han hecho vida conyugal.

Durante mucho tiempo el matrimonio entre Carlos y Camila no se realizó porque la Iglesia Anglicana, de la cual el monarca de Inglaterra es cabeza formal, no reconocía los matrimonios con divorciados. Pero la actitud de los jerarcas de la iglesia se ha liberalizado con el tiempo.

Me queda claro que Camila no será una princesa querida. La opinión pública mantiene viva la imagen de Diana, una mujer que era como deben ser las princesas: joven y bella.

Pero a mí el matrimonio de Camila y Carlos me parece la culminación de una verdadera historia de amor, la iniciada hace 35 años cuando una joven le recordó a un tímido príncipe que su tatarabuelo y su bisabuela habían sido amantes.

LOS VERDES Y EL IFE

Finalmente tuvo razón el IFE al no aceptar los estatutos del Partido Verde. El Tribunal Electoral ha ordenado al PVEM que haga un gran número de cambios a esos mismos estatutos. Podrán los verdes discrepar con el Tribunal, pero se demuestra la insensatez del juicio político a los consejeros del IFE.

Correo electrónico:

sergiosarmiento@todito.com

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