Por Alejandro Irigoyen Ponce /
Enviado especial
El Siglo de Torreón
Marrakech, Marruecos.- Un niño pequeño, moreno y desnutrido, no mayor de siete años, ruega, primero en francés, luego en italiano y finalmente atina, en español: gracias amigo, un euro, hambre, escuela, gracias amigo, por favor, un euro. Su insistencia por poco le impide darse cuenta que a tan sólo cien metros de distancia, miles de hombres, mujeres, niños y ancianos -que abarrotan la gigantesca plaza principal con el objetivo único de vaciar los bolsillos de los turistas, literalmente como puedan- empiezan a formar una marea humana, para seguir jubilosa a un grupo de hombres de saco y corbata.
A esa distancia, los mexicanos pueden ubicar perfectamente al más alto. Es Vicente Fox, que escucha atento mientras camina, detalles e historia por parte del hombre que con grandes gestos y ademanes lo flanquea a su diestra, el Rey Mohamed VI.
Es el presidente, gritan los periodistas mexicanos que coincidentemente se encontraban en la zona; “ya empezó a chacalear”, dice una reportera en referencia a las bromas o frases “sabrosas” que suele lanzar el mandatario. Hay que seguirlo, sugiere el enviado de una estación de radio y una docena de mexicanos se suma a la marea de marroquíes. Pocos logran aproximarse, ya que rodea a los personajes, lo más agresivo y mejor entrenado de la guardia real, hombres rudos y nerviosos que demuestran en cada paso que no respetan absolutamente a nadie. A unos metros, la larga fila de los autos Mercedes se abre paso a fuerza de bocina o la ayuda -siempre presta- de los expertos en abrir senderos entre la muchedumbre.
La distinguida visita logró acceder a uno de las docenas de corredizos y callejones del monumental bazar y lograron un poco de paz en la Café Francés. En la explanada principal, los encantadores de serpientes, los pintorescos personajes que buscan ansiosos que les tomen una fotografía, para después cobrar, lo que se deje el turista; los vendedores de alimentos, calzado, cuentas de vidrio... los que toman el brazo, de la mano, de donde pueden a quien hable en otro idioma, continuaron con su muy especial lucha por sobrevivir.
El presiente Fox llegó a esta ciudad, procedente de Roma, para sostener una apretada agenda política y económica. Es la penúltima escala de su gira por el Mediterráneo y pretende lograr que Marruecos (y Argelia) constituyan la puerta para que México acceda al mundo árabe y sus 300 millones de consumidores potenciales.
Fox y la comitiva mexicana fueron recibidos con honores en el pabellón real del palacio de Mohamed VI, donde las 21 salvas de cañón, dieron cuenta de la importancia que el Gobierno marroquí otorga a esta, la primera visita de Estado, de un mandatario mexicano.
Mientras los ministros saludaban a sus pares y la pareja presidencial atestiguaba la pretendida majestuosidad del recibimiento, el Estado Mayor Presidencial intercambiaba gritos con la guardia presidencial. Finalmente, los mexicanos lograron “calmar” a los agentes marroquíes y al menos evitaron que continuaran los maltratos a la “prensa nacional”.
Por la noche, en una cena de gala –como todas las reuniones y eventos oficiales de la presente gira, privada- Vicente Fox recibió condecoraciones oficiales en el Salón del Trono.
Por último ayer encabezó una reunión entre empresarios mexicanos y marroquíes y otra más con el cuerpo diplomático de países árabes acreditados en Marruecos para después viajar a Argelia, último punto de la gira.
El vocero de la Presidencia, Rubén Aguilar, explica que tanto Fox como Mohamed VI conceden la más alta prioridad a la relación bilateral, ya que Marruecos será la puerta de entrada de México a los países árabes, mientras México hará lo propio con Latinoamérica e incluso Estados Unidos. Se trata de una alianza de mutua conveniencia y con todo por ganar, ya que actualmente el intercambio comercial es prácticamente nulo.