México, (Notimex).- Como cada año, el Día de Reyes es para el mexicano una oportunidad más para reunirse y compartir en familia la Rosca de Reyes, por lo que anaqueles y mostradores de miles de panaderías se abarrotan con esponjosos y azucarados óvalos de pan, que según los historiadores se consumen desde la época de los romanos.
Ya sea en la típica forma elíptica azucarada y adornada con trozos de fruta seca; envinada o barnizada con miel y adornada con ajonjolí, o en su presentación "dietética", elaborada en forma circular con harinas de diversos cereales, las panaderías mexicanas ofrecen las roscas de reyes en diferentes precios, tamaños y estilos.
Ubicada en la calle 16 de Septiembre del Centro Histórico de esta capital, una de las panaderías más añejas de México, que fuera fundada en 1927, ofrece año con año siete diferentes tamaños de roscas, que van de los 35 a los 350 pesos.
Caracterizada por sólo elaborar la tradicional rosca azucarada, adornada con acitrón e higos, y rellena de los clásicos muñequitos de plástico, el establecimiento ofrece sus variedades en cajas de colores, así, la más pequeña se identifica con el color naranja y tiene un precio de 35 pesos.
A partir de ahí, lo costos van de 50, 85, 125, 170 o 245 pesos por una rosca para 35 personas o la enorme "tabla", de 350 pesos, que alcanza para unas 50 personas.
De acuerdo con algunos historiadores, la tradición de partir la rosca de reyes en México data hace 400 años, cuando después de establecerse el virreinato la gente comenzó a juntarse año con año con la intención de compartir este delicioso pan.
Para los pobladores de España, la costumbre es mucho más añeja pues fue asimilada de sus vecinos franceses, quienes en la Edad Media comenzaron a celebrar la llegada de los Reyes Magos a Belén, en aquellos tiempos, el niño o "muñequito" del relleno era sustituido por una semilla de haba y como ahora, quien encontraba el haba se convertía en compadre del anfitrión.
Con la promesa de que en algunas de sus roscas los comensales pueden encontrar no una haba sino un niño de 14 quilates de oro, en otra panadería de gran tradición en la capital se pueden adquirir las roscas de acuerdo al peso.
Así, una rosca de medio kilogramo cuesta 60 pesos mientras que por 160 pesos el tamaño aumenta a kilo y medio, dependiendo del tipo de pan que se desee degustar.
Ahí, se ofrecen las roscas de reyes elaboradas con tres diferentes tipos de pan, el clásico Premium, o el pan muselina, que es de un tipo crujiente, y la rosca de pan brioch, una modalidad de tradición francesa que es de consistencia más porosa.
Pese a que en las grandes cadenas de panaderías de la ciudad, la modalidad tradicional es la que prevalece, existen también por toda la ciudad pequeñas panificadoras o reposterías que ofrecen una diversa variedad de roscas para celebrar la llegada a los hogares de Melchor, Gaspar y Baltasar.
Ya sea envinada, rellena de chantilly o elaborada con harinas integrales, para "evitar subir de peso", las roscas de reyes se ofrecen también decoradas con duraznos, fresas, chocolate o chispas de colores.
Sin embargo, para Martín López, un humilde panadero que año con año elabora más de dos mil roscas de diferentes tamaños, que se venden en la pequeña panificadora donde trabaja, "la verdadera rosca, la tradicional, lleva harina, azúcar, mantequilla, sal, levadura en pasta, huevo y leche, 200 mililitros de leche".
Para hacer la rosca, señaló a Notimex el maestro panadero, "se mezcla todo muy bien hasta que la masa alcanza una consistencia elástica", esa labor es la parte más cansada del trabajo, luego se introducirán los muñequitos.
"A continuación sigue el adorno que es de acitrón de tres colores como la bandera mexicana, verde, blanco y rojo", además se le agregan pedazos de higo y cereza, rayadura de naranja y otras frutas secas, así como una harina especial que se cubre con azúcar y "que son el pedazo que todos quieren a la hora de partirse", comentó.
Unas dos horas después de estar en el horno y ya que el dulce y agradable aroma del pan recién horneado comienza a elevarse por el aire, la rosca está lista para exhibirse en los aparadores y complacer el paladar de las familias mexicanas que la acompañarán con una taza caliente de chocolate, atole, café, o incluso leche.