Qué bueno que el Instituto Federal Electoral dio el paso para dedicarse a la supervisión de los gastos de precampañas electorales, es decir de los procesos de elección interna de cada uno de los partidos. Qué malo que con miras a la elección presidencial 2006, el despilfarro de recursos de los aspirantes de los tres principales partidos, está más que adelantado y es más que evidente.
Y no sólo eso, sino que lo peor es que en más de uno de esos aspirantes a la grande, han salido a relucir los peores aspectos de los procesos internos para elegir a sus candidatos: opacidad en la captación y destinos de recursos pecuniarios para apoyar a tal o cual candidato; negociaciones y prebendas dialogadas en lo oscurito -verbigracia Santiago Creel con las concesiones de casas de juego a empresas ligadas a Televisa-; coperachas que quieren ser populares, pero que más bien pueden servir como parapeto para ocultar recursos para campañas de origen dudoso -por ejemplo AMLO y su corte de puros-; utilización de programas sociales para “comprar” el voto -a esto le entran los tres principales partidos-, etcétera. Qué bueno que hoy la apertura de medios y el ejercicio pleno de la libertad de expresión, nos permite conocer estas y otras perversiones del juego democrático, no sólo a través de los medios impresos tradicionalmente más abiertos y plurales, sino también por los propios medios electrónicos, antes no muy dados a la apertura informativa.
Qué malo que sigue -y al parecer seguirá- pendiente la revisión de la Ley Federal de Radio y Televisión, que iba a regular la compra de tiempos en esos medios masivos de comunicación y eventualmente iba a obligar a la equidad publicitaria de todos los partidos en los espacios de radio y TV.
Qué bueno que Santiago Creel dejó su cargo para buscar abiertamente la candidatura por Acción Nacional, ya no desde el ejercicio del poder, sino ya con menos ventaja con respecto de los otros aspirante del blanquiazul.
Qué malo que el jefe de Gobierno del DF se descare y ya de plano diga que va a ocupar unos minutitos de sus cotidianas ruedas de prensa mañaneras que da como funcionario público, para hacer proselitismo a favor de su ya muy avanzada campaña política.
Qué bueno que en el PAN y en el PRI, aunque hay aspirantes con clara ventaja, hoy a más de un año del proceso electoral, hay varios candidatos en cada uno de esos institutos políticos, que se enfrentan con singular ahínco y encono, buscando ser los buenos en sus respectivos partidos.
Qué malo que en el PRD, como en los viejos tiempos del priato, ya desde hoy hay un único candidato, que va solo rumbo a la candidatura y que tiene todas las intenciones de ejercer desde ya el “dedazo”, para dar y repartir candidaturas lo mismo en su coto -el DF- que en el interior del país, lo mismo en gobiernos locales que en el Poder Legislativo.
Estas son algunas de las buenas y las malas noticias con rumbo a 2006.En todo caso, más que tener miedo por el eventual retorno del PRI, por el triunfo del “populismo” de AMLO, o por otros seis años de “cambio” blanquiazul, debemos aspirar a fortalecer las instituciones básicas de la democracia mexicana, para que llegue quien llegue, nuestro país nos sea presa, ni del populismo, ni de la improvisación y tampoco regrese a los tiempos del corporativismo de cualquier signo. Una clara división de poderes y procesos electorales transparentes y equitativos, son la base.
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