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La supervivencia del riñon trasplantado

SILVIA OJANGUREN

Hallan científicos la forma de reforzar la supervivencia del riñon.

La cultura del trasplante de órganos se construye a diario en el mundo, donde los médicos cuentan cada vez con mejores aliados en el terreno científico, pues en unas cuantas décadas las investigaciones han permitido crear nuevos y mejores fármacos para eliminar el rechazo del organismo a los implantes, con lo que se garantiza la sobrevida de los pacientes.

Un estudio presentado en el Congreso Americano de Trasplantes revela que a cuatro años de haberse realizado un trasplante, la evidencia y función renal presentan una notable mejoría en pacientes con riñón trasplantado y que permanecieron bajo tratamiento basado en sirolimus, después de la suspensión temprana de ciclosporina.

La prueba comparativa ha demostrando que los trasplantados tratados con este inmunosupresor tienen una buena calidad de vida.

Durante muchos años, "la ciclosporina ha sido el apoyo principal en la terapia del trasplante", de acuerdo con el profesor Graeme Russ, del Hospital Queen Elizabeth de Australia. El examen confirma que a dos o cuatro meses de haber recibido un trasplante, el paciente puede utilizar el inmunosupresor sirolimus sin ciclosporina y asegurar la supervivencia del riñón trasplantado y una calidad de vida óptima, asegura.

"Los esquemas inmunosupresores actuales, que incluyen el uso de inhibidores como ciclosporina, se han asociado desde hace mucho con efectos nefrotóxicos. Estos datos histológicos nuevos fortalecen la evidencia que sirolimus puede utilizarse para evitar los efectos tóxicos de los inhibidores de calcineurina", afirma.

Otro estudio de pacientes que recibieron un trasplante de riñón-páncreas y utilizaron un inhibidor de calcineurina, mostraron toxicidad asociada a la función renal deteriorada, siendo casi universal después de 10 años del trasplante. La prueba se aplicó a 430 pacientes que iniciaron un tratamiento combinado de sirolimus, ciclosporina y esteroides.

Después de tres meses, se seleccionaron aleatoriamente para que se les suspendiera la ciclosporina y permanecieran bajo un esquema de una toma al día de sirolimus y esteroides, o continuaran con su tratamiento original.

Y los principales hallazgos fueron que después de cuatro años del trasplante, la supervivencia del injerto era significativamente mejor en los pacientes que retiraron el tratamiento de ciclosporina y permanecieron en un régimen de mantenimiento con sirolimus y esteroides (91.5% contra 84.2%).

Y registraron una mejor función renal y presión arterial más baja con la suspensión temprana del medicamento.

El tratamiento basado en sirolimus reduce la incidencia de atrofia tubular si se suspende la ciclosporina en forma temprana en el periodo posterior al trasplante, ya que dio como resultado una mejor evidencia histológica y función renal.

Estos hallazgos alientan a la ciencia y a los pacientes, que durante mucho tiempo han esperado el surgimiento de un medicamento que no resulte nocivo para el riñón y que a su vez prevenga efectos secundarios.

En México se realizan anualmente numerosos trasplantes de riñón, que son la única posibilidad de vida de la gente que sufre graves enfermedades renales, por lo cual los avances médicos en ese terreno son de gran importancia.

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