“Manejar el silencio es más difícil que
manejar la palabra”.
Georges Clemenceau
Estamos ya en la tregua navideña. Los candidatos no pueden hacer campaña. Ante el cansancio que la batalla electoral ha generado hasta ahora, corre uno el riesgo de aplaudir esta pausa establecida por el IFE. Pero hay buenas razones para pensar que la tregua viola garantías individuales y genera un mercado de incentivos perversos para hacer campaña de manera subrepticia.
La tregua tiene sólidos fundamentos legales. El Código Federal de Procedimientos Electorales, el Cofipe, establece que las campañas formales sólo empezarán a partir del próximo 19 de enero. La tregua navideña no es más que una decisión de aplicar ahora la regla que establece que no debe haber campañas antes del registro de los candidatos ante el IFE.
Toda la actividad electoral de los últimos meses -perdón, años- se ha cobijado bajo el supuesto de que lo que hemos visto es sólo parte de una larga y costosa precampaña. En otras palabras, los candidatos sólo tenían derecho a buscar la nominación de sus partidos pero no la aprobación de los ciudadanos para la elección del dos de julio de 2006. Pero como todos sabemos, los candidatos han estado haciendo campaña frente a los ciudadanos desde hace mucho tiempo. Sería absurdo que no lo hicieran.
La decisión del IFE de obligar a los partidos a tener una tregua navideña es enormemente popular. El desprecio de los ciudadanos hacia los políticos se refleja en un rechazo hacia las campañas. Quizá por eso todos los partidos votaron a favor de la tregua, a pesar de que ahora el PRD afirma que ésta es parte de un complot en contra de su candidato y de que el PAN señala que impedirá que se sigan consolidando las preferencias a favor de Felipe Calderón.
Pero independientemente de que la tregua sea popular y legal, pienso que en lo fundamental es tramposa e inconstitucional. ¿Por qué tramposa? Porque los partidos y sus simpatizantes ya están buscando formas de aprovecharla para beneficio de sus candidatos. El presidente Vicente Fox se resistió a suspender la difusión -que ha llegado a ser abrumadora- de los logros de gobierno hasta que finalmente la presión política lo obligó a hacerlo. Pero ayer Alejandro Encinas, el jefe de Gobierno del Distrito Federal, anunció que él no tiene por qué suspender sus conferencias de prensa de las mañanas, lo que revivirá la tentación de hacer campaña por terceras personas.
Los mismos consejeros del IFE parecen confundidos acerca de qué constituye un acto de campaña. Hace algunos días uno decía que los candidatos podían conceder entrevistas sin violar la tregua, pero esta semana otro afirmaba que si el candidato explica sus posiciones de campaña a los medios sí violaría la Ley. Una entrevista con un candidato en la que éste hablara, por ejemplo, de su cena navideña sería legal, pero no una en que explicara lo que piensa hacer como presidente.
La verdad es que la tregua no sólo viola la libertad de expresión que debemos tener todos los mexicanos sino que va en contra del espíritu de nuestro sistema electoral, en el cual buscamos que los ciudadanos estén realmente enterados de las posiciones de los candidatos que nos quieren gobernar. Una tregua que prohibiera la compra de medios en este periodo navideño podría considerarse como una justa aplicación de la regla que establece que las campañas no deben empezar hasta el 19 de enero. Pero una Ley mordaza que impide a los candidatos y a los funcionarios de los partidos hacer pronunciamientos políticos es a mi parecer una violación de la libertad de expresión.
En esta tregua no se podrá hacer callar a muchos personajes que pueden influir poderosamente sobre la opinión de los ciudadanos. No se puede obligar al silencio, por ejemplo, a los periodistas que tienen la obligación de seguir haciendo su trabajo de información y análisis con tregua o sin ella. Tampoco se puede acallar a quienes a través del humor, como los guionistas de los Peluches o el “Privilegio de mandar”, pueden modificar de manera radical la visión política de los ciudadanos. Al final la tregua será desigual. Y lo peor de todo es que si alguien la viola no se podrá hacer gran cosa a los responsables. ¿O alguien va a descalificar a un candidato presidencial porque dijo en una entrevista cuál sería su política energética en lugar de expresar su posición sobre los renos de Santa Claus?
Los partidos pueden beneficiarse, es cierto, de un momento de pausa en esta temporada navideña. La saturación de propaganda política quizá lleve al rechazo de los ciudadanos. Pero deben ser los ciudadanos quienes finalmente tomen la decisión de si están cansados o no del bombardeo de los candidatos. Lo que me parece muy peligroso es que durante un lapso de tiempo, cualquiera que éste sea, se le prohíba a cualquier mexicano expresar sus ideas sobre cómo construir un mejor país.
BACHELET
Michelle Bachelet, quien será probablemente la próxima presidenta de Chile, es una socialista moderna, como lo ha sido el actual mandatario Ricardo Lagos. Para ella distribución de la riqueza debe venir sólo una vez generada la riqueza. Los gobiernos socialistas y democratacristianos de los últimos años en Chile han demostrado que en América Latina puede florecer una izquierda inteligente, como la que hemos visto en Europa occidental.
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