El Siglo de Torreón
San Pedro, Coah.- Bajo la sombra de unos viejos arbustos, se encuentra dos humildes sillones para bolear. A un lado se encuentra Manuel Camacho Palafox, quien a sus 65 años, espera a su próximo cliente como si fuera su primera vez.
Un viejo y sucio sombrero le cubren las canas que invaden su pelo. La brocha, el cepillo, las tintas y un trapo se han convertido en su mejor compañía, desde hace más de 40 años.
Originario de Lerdo, Durango, llegó cuando sólo era un niño de 9 años. ?Mi madre y mi padrastro me trajeron, pues querían cambiar de vida?, comentó mientras un joven se sentaba en aquel improvisado sillón.
Mientras aplicaba la tinta a un par de botines, platicaba de su vida. El deseo de ser bolero, nació a sus 20 años. ?Es que me había casado muy joven, cuando sólo tenía 19 años. Entonces no tenía donde trabajar y nadie me quería contratar porque sólo había estudiado la primaria?, dijo.
Fue entonces cuando el esposo de su madre, según comentó, se ofreció a enseñarle el trabajo de un bolero. ?Desde ahí me empecé a enamorar de mi trabajo?, dijo, ?en una ocasión, un año después de que empecé en esto, me ofrecieron trabajo en una panadería y luego en otro lado pero les dije que no, que esto era lo mío?, indicó.
Ahora después de 40 años de bolear diariamente, termina un par de zapatos en menos de 5 minutos, ?todo depende de lo maltratado que vengan los zapatos pero no me puedo tardar más de 5 minutos?, aseguró mientras despachaba un cliente y se sentaba otro.
Mientras el resto de los sillones de los boleros que rodean la Plaza de Armas de esta ciudad, lucían solos, el de Manuel por lo menos uno de sus clientes lo esperaba para que lo atendiera. ?Si a la gente no le gustara como hago mi trabajo, nadie regresaba?.