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Las (e)lecciones/Jaque Mate

Sergio Sarmiento

“Quizá la mayor lección de la historia es que nadie aprende las lecciones de la

historia”.

Aldous Huxley

Primera (e)lección. Las encuestas de opinión sí funcionan en México y nos dicen con razonable previsión y certeza cuál es la tendencia de un proceso electoral. Las encuestas previas a los comicios del seis de febrero señalaban que el PRD ganaría Baja California Sur y el PRI Quintana Roo. Apuntaban, por el contrario, que la elección en Guerrero estaba en el aire y que cualquier de los dos principales candidatos podía ganar. Una vez que se ha asentado el polvo de los procesos, queda claro que los pronósticos fueron razonablemente acertados. El PRD se ha quedado con Baja California Sur y el PRI con Quintana Roo. En Guerrero el ganador ha sido Zeferino Torreblanca del PRD pero con un margen de victoria que no previeron las encuestas.

Segunda (e)lección. En México, los perdedores de una elección nunca aceptan su derrota. Por el contrario, si pertenecen a un partido que no está en el poder, afirman que fueron víctimas de una “elección de Estado”. El término es atractivo y ciertamente está de moda. Este lunes pasado se lo escuché al candidato priista perdedor en Baja California Sur y al perredista de Quintana Roo. No existe en nuestro país la cultura de reconocer el triunfo del rival electoral. En México nunca hay candidatos derrotados: sólo víctimas de fraudes.

Tercera (e)lección. Todos los procesos electorales en nuestro país terminan en los tribunales. A veces se pregunta uno para qué tenemos el Instituto Federal Electoral y los institutos o consejos electorales estatales si la decisión final la debe tomar siempre el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Hace ya tiempo que el tribunal no ha declarado nula una elección estatal. Pero en las dos ocasiones que lo hizo, en Tabasco en 2000 y en Colima en 2003, los electores ratificaron el resultado original.

Esto sugiere que las supuestas irregularidades electorales que siempre se denuncian no son en realidad tan importantes como se pretende ya que no cambian el sentido de la voluntad popular. Parece que tenemos un sistema electoral más sólido de lo que nosotros mismos creemos.

Cuarta (e)lección. Los partidos en el poder tienen claramente una ventaja sobre aquellos que luchan desde la oposición. En 2004 el PRI ganó siete de diez elecciones para gobernador, todas en estados que ya gobernaba. Los tres comicios que perdió fueron en entidades que estaban en manos de otros partidos. El PAN mantuvo Aguascalientes, el único Estado que gobernaba en el que hubo elecciones para gobernador en 2004. El PRD, a su vez, conservó Zacatecas. De hecho, el único Estado en que hubo cambio de partido en el poder en 2004 fue Tlaxcala, pero ahí el PRD se derrotó a sí mismo por su resistencia a aceptar la candidatura de Maricarmen Ramírez, la esposa del gobernador Alfonso Sánchez Anaya. En los comicios de este pasado seis de febrero, por otra parte, dos de los tres estados en contienda quedaron en manos del partido gobernante. Estos triunfos no son necesariamente prueba de que hay elecciones de Estado, sino de que la gente tiene tendencia a quedarse con el partido que gobierna a menos que haya razones fuertes para cambiar. Esto no ocurre sólo en México. En otros países democráticos también los partidos en el poder ganan la mayor parte de las contiendas electorales. En el mundo la alternancia es la excepción más que la regla.

Quinta (e)lección. El triunfo del PRD en Guerrero este seis de febrero, así como la victoria del PRI en Nuevo León en 2003, subrayan que sí es posible romper con la hegemonía de un partido gobernante. Pero se necesitan factores especiales para ello, como el deterioro en la imagen de quienes detentan el poder o un excelente candidato de oposición que se apoye en una base política sólida desarrollada con tiempo.

Sexta (e)lección. México tiene un sistema electoral igual o quizá mejor que el de muchos otros países democráticos. Las encuestas predicen de manera razonable los resultados finales, aun cuando ocasionalmente puedan equivocarse. Los partidos gobernantes tienen ventajas sobre los de oposición, pero eso no hace imposible la alternancia. Lo que realmente le hace daño a nuestro sistema electoral es la automática protesta de todo candidato perdedor, que responsabiliza de su derrota a una oscura conspiración montada desde el poder.

ZEFERINO

En Guerrero no sólo ganó el PRD: triunfó una corriente socialdemócrata encabezada por un empresario, Zeferino Torreblanca, enemigo de los populismos. Nada más alejado de los desplantes de Félix Salgado Macedonio, quien durante tanto tiempo personificó al PRD en Guerrero, que el empresario que ganó fama por su recta gestión como presidente municipal de Acapulco en 1999-2002.

Correo electrónico:

sergiosarmiento@todito.com

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