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Las laguneras opinan.../De campañas y elecciones

Mussy Urow

Estamos en campaña. La ciudad se ve llena de grandes espectaculares: sonrisas, dientes blanquísimos, la felicidad del diputado, senador o presidente municipal reflejada en el rostro. Se ha escrito y hablado mucho al respecto: ¿qué anuncian?, ¿un tratamiento dental efectivo?, ¿la importancia de un buen enjuague bucal después de cada comida?, ¿lo eficientes que fueron en sus respectivos trabajos? Eso no se nota en una fotografía, aunque sea así de grande. La verdad es que resulta un exceso.

Aparecen también en el cine, en la televisión, se escuchan en la radio. Salen hasta en la sopa. Son los pre-candidatos. Pero no pueden decir que son, así que se promueven en sus cargos actuales. De repente, en Torreón nos piden que visitemos la Casa Purcell... Resulta desconcertante (por usar una palabra educada y neutral.) Se debe seguramente a la poca experiencia que tenemos a las vivencias asociadas con la libre práctica de la democracia y lógico, de la libertad de expresión. Teóricamente existen leyes que regulan los tiempos para que los partidos inicien sus campañas pre-electorales, pero ninguna Ley prohíbe que un senador, diputado o autoridad presuma logros en sus trabajos actuales, con recursos de los mismos.

En el tema de la libertad de expresión (que no empezó el dos de julio de 2000, sino años antes) recuerdo cuando no la había y suspendieron y regañaron al comediante Manuel “El Loco” Valdés por hacer una broma (totalmente blanca y muy simpática) en su programa de televisión, con el nombre de Don Benito Juárez y su esposa. Hoy existe un programa especial, en horario preferente, en el que se hace mofa abiertamente, no sólo del presidente y su esposa, sino de toda la clase política, utilizando los eventos y frases de la semana anterior y, lo que sea de cada quien, con muy buenos actores. Si es Usted de los que ve poca “tele”, o sea que no está familiarizado con la fuente original del “choteo”, en el corte comercial le ponen el anuncio “en serio” para que capte perfectamente. O sea que candidatos y televisora están bien coordinados y es evidente la intención de favorecer a unos o eliminar lo antes posible a otros.

¿Es esto democracia?, ¿que una empresa de televisión incluya en su programación una serie de este tipo? Por supuesto que sí; además de ser muy buen negocio, es una de las facetas de la democracia (al menos una divertida) y de la libertad de expresión. No muy relevante para el progreso de México. Si mucho, una válvula de escape más o quién sabe, al parodiarse una frase o comentario nos sea más fácil analizarla objetivamente, protegidos por la burla y el choteo. Para la gran mayoría, ganarse la vida en este país resulta cada vez más difícil, por eso al menos hay que reírse. Pero es que con el panorama político, la verdad dan unas inmensas ganas de llorar.

Concretándonos a nivel regional, la vista de esos enormes espectaculares y promocionales en cuantos medios existen me pone muy mal. Los pre-candidatos se justifican declarando que los recursos económicos son perfectamente legales: son propios o los pagan, dicen ellos, “empresarios y amigos.”

Como voluntaria en un patronato (de los muchos que existen tan sólo en la ciudad de Torreón) de apoyo a una obra educativa, he vivido de cerca la frustrante experiencia de las cordiales evasivas de muchos empresarios al solicitarles un donativo, que comparado con el costo de la publicidad electoral, resulta ridículo. Pero claro, el resultado de la inversión es muy diferente. Uno, si sale el candidato apoyado, es muy favorable: la factura se presenta casi al día siguiente de la toma de posesión. La otra es a largo plazo y el beneficio no se contabiliza en la cuenta del donante, pero ese es otro tema.

Volviendo al de las campañas, en teoría, su objetivo es que nosotros, los ciudadanos comunes y corrientes conozcamos a los que pretenden “amar a México” y solucionar todos los problemas de nuestra ciudad, estado o país. Somos los que tenemos el voto para elegir a uno de ellos, pero ¿cómo decidirse?, ¿en qué basar un juicio razonable?, ¿qué elementos tenemos para hacerlo?, ¿qué es razonable?, ¿me baso en los dientes más blancos?, ¿en la sonrisa más cautivadora?, ¿en sus auto–promociones?, ¿en las detracciones que hacen sus competidores?

Me importa encontrar a uno que medianamente me inspire. De lo contrario tendría que estar de acuerdo con lo que dijo el editorialista René Delgado en su columna no hace mucho: “su interés (de los políticos, claro) es preservar, conquistar o reconquistar un poder”.

Hace algunas semanas este diario publicó una serie de entrevistas que se hicieron a los aún seis aspirantes del PRI a la candidatura para gobernador de Coahuila. Fue una buena iniciativa, aunque no a todos les preguntaron lo mismo. ¿Cuánto se manipula también a través de una entrevista?, ¿cuánta gente la lee y norma en parte su criterio por ella?

Una sección de estas entrevistas, con el título “Lado Humano” fue la que más me atrajo, quizá por la posibilidad de encontrar alguna afinidad con cada uno en ese aspecto. De las dos preguntas, una fue de opción múltiple, aunque sólo daban dos opciones: “¿Qué libro prefiere (nombre del entrevistado): El Arte de la Guerra, de Sun Tzu o Mar de Sabiduría, del Dalai Lama?” De los entonces seis aspirantes, cinco prefieren El Arte de la Guerra. ¿Es alentador que un futuro gobernante se interese por la estrategia militar aplicada a la política, al trabajo, a su posible función como máxima autoridad del estado? Es triste admitirlo, pero ahora todo es una guerra.

Como estas respuestas no me dejaron satisfecha, revisé las que contestaron a: “¿qué libro está leyendo actualmente?” Las opiniones fueron más variadas. Las comparto con Usted en el orden en que fueron publicadas las entrevistas:

Jesús María Ramón Valdés (30/05/05): “tengo uno en el rancho: El Seductor de la Patria, del General Saldaña. Muy interesante”.

Qué bueno que este pre-candidato ya se retiró. Parece que sólo tiene un libro... y está en el rancho.

Raúl Sifuentes (31/05/05): “Compilación sobre el desarrollo de destrezas infantiles”.

Humberto Moreira (1°/06/05): “yo leo la Biblia. También uno sobre el 68, pero no he avanzado mucho porque tengo mucho trabajo”.

Alejandro Gutiérrez (2/06/05): “El malestar de la globalización, de Joseph E. Stiglitz y como novela, a Paulo Coelho”.

Miguel Arizpe (3/06/05): “La búsqueda eterna, de un maestro hindú”.

Javier Guerrero (4/06/05): “estoy repasando El Quijote en su edición de aniversario por los 400 años. Terminé de leer una novela china y empecé a revisar algunos escritos de la época de la Reforma, sobre todo algunos que tienen que ver con el Liberalismo, con el planteamiento de los liberales del Siglo XIX en México”.

Qué coincidencia, yo también estoy releyendo El Quijote por las mismas razones. Parece que ya encontré una afinidad que me entusiasma. Y no he visto ningún espectacular de Guerrero. Tampoco lo he oído en el radio. Me gusta que se haya tomado el tiempo para escribir un libro en el que expone claramente sus orígenes, ideas y proyectos; me parece importante que sea cuidadoso con los recursos económicos y no los desperdicie en anunciarse sonriendo por los bulevares. Pero ya su trabajo a cargo de las finanzas del estado lo avala en este sentido: dejó en ceros la deuda pública de Coahuila.

Parece que Javier Guerrero es una persona congruente. Esta cualidad es muy rara; especialmente en los políticos, porque hablar y prometer es muy fácil. Lo verdaderamente difícil es vivir y actuar en congruencia con lo que se predica, ya sea como funcionario o autoridad pública o como ciudadano común y corriente. Pero lo que más me gusta de él es su lado humano.

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