La Navidad es fecha de alegría y exhuberancia, se llenan de luces las casas por dentro y por fuera en toda sus fachadas; también es tiempo de compartir con nuestros compañeros de trabajo, amigos, familia, tenemos la oportunidad de hacer feliz a mucha gente y disfrutar con los demás de estas fechas que año con año se repiten siempre iguales y al mismo tiempo siempre diferentes; pero desafortunadamente también es fecha en donde las grandes diferencias se ven terriblemente reflejadas en los diferentes sectores sociales y económicos de la sociedad.
Ese tema del Santoclós, así castellanizado que seguro no es correcto, es algo tal vez para niños con posibilidades económicas y esperan que éste reconozca su trabajo anual y buen comportamiento y les traiga algo de lo solicitado en su cartita algo que teniendo padres con recursos siempre es así. Conservar en el niño esa creencia resulta divertido, tanto para los padres como para sus hijos, pero para el que no tiene nada, la Navidad resulta brutal, ya que aunque se haya portado muy bien durante todo el año no recibirá nada, ni sus padres pueden proporcionárselo, su enfrentamiento a la realidad es de inmediato y terriblemente decepcionante por el nivel de expectatitivas que se crean.
Vivimos tal vez, en una esfera de cristal en medios muy protegidos porque así se creció, pero la realidad es apabullante. Unos cuantos días antes de Navidad, tuvimos la oportunidad de ir al Cañón de Jimulco a un poblado llamado Juan Eugenio a compartir algo de la Navidad y entregar unos juguetes, había unos doscientos cincuenta niños esperándonos porque ya habían sido avisado que iríamos. Todos listos y muy formaditos les fuimos entregando pelotas, bats de béisbol, trastecitos, carritos, juegos de armar; la alegría fue inmensa, las madres que son generalmente las que los acompañan estaban felices, fue una mañana perfecta. Después recorriendo el lugar nos encontramos con una familia muy pobre y cuando se le preguntó qué le pedía a Dios para el año que entra, sus palabras textuales en medio de lágrimas fueron que no le faltara qué comer el año que venía y dijo que los únicos juguetes que sus hijos recibirían eran los que les habíamos llevado, porque ellos no podían comparar nada y si había algo era para comer. Esta es la realidad en muchas familias mexicanas de los ochenta millones de pobres que tenemos en México, no pedía trabajo ni salud, sólo qué comer ella y sus hijos.
Terrible la Navidad para el que nada tiene, porque entre otras cosas hemos perdido de vista la real intención de estas fiestas que es el Nacimiento del Niño Jesús en todos y cada uno de los hogares, inclusive para el que no es creyente es tiempo de meditación, de paz, de armonía, de reconciliación con nosotros mismos y con los demás, es tiempo de hacer una parada y hacer un balance de nuestra vida pero que unas fechas así se centren en que un señor gordo vestido ridículamente, que únicamente ríe tontamente todo el tiempo, sea el meollo del tema navideño es algo de definitivamente me niego a aceptar.
Las costumbres sencillas se han venido perdiendo; las posadas ya son cosa del pasado ya nada de las nueve posadas en las que no se busca darle nada especial a los niños sino compartir con todos con alegría y rezar, éstas las practican sólo unas cuantas gentes en diversos lugares pero es ya muy raro que se den; sin embargo el famosos Santoclós está presente en todos lados y es mucho más importante que ningún Niño Dios, porque es él el que trae los regalos para los niños y en su supuesto trineo recorre todo el globo terráqueo repartiendo sus dones, ¡por favor! No sería mucho más sabio que los regalos los trajeran los padres según sus posibilidades y siguiendo la tradición mexicana el Día de los Reyes Magos y así el niño no tendría ninguna expectativa descabellada, sería más fácil que entendiera, no es justo que se les remache a los pobres más su pobreza gracias a un mito tonto y absurdo.
Y bueno pues un año empieza el día de hoy y como siempre todos tenemos muchos buenos deseos para el año que entra, aprender algo, ser mejor, mejorar nuestro físico, atender más a nuestra familia y a nuestros amigos; y los deseos para todos serán, salud, prosperidad, paz, etc. Pero también sería un estupendo deseo de Año Nuevo tratar de mejorar nuestra comunidad, solidarizarnos con nuestros semejantes en situación mucho más desprotegida, tenemos todo un 2005 por delante para buscar que la próxima Navidad sea mejor para muchos más, que efectivamente traiga alegría a las familias, no frustración e impotencia y que sea en verdad lo que tanto se predica, compartida y solidaria; Feliz 2005 mis mejores deseos para todos y que ¡Dios los Bendiga!