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Las laguneras opinan.../Última llamada

Rosario Ramos Salas

Irma Sánchez debe tomar el camión todos los días para trasladarse, de su casa, en el ejido Ana, a su trabajo lo cual se convierte en una odisea diaria. Casi todos los días llega tarde a trabajar porque, para empezar los autobuses nunca son puntuales. Cada día pasan con diferencia de minutos, quince, a veces veinte. Después están las condiciones de la unidad. Camiones sucios, asientos deteriorados, vidrios rotos, conductores irresponsables e irrespetuosos. Muy seguido los camiones se descomponen, entonces los pasajeros son bajados y deben esperar que pase otro autobús.

El colmo fue hace algunos días. Irma llegó a su trabajo con un ojo morado. Un día antes, cuando regresaba de su casa asaltaron el camión. Dos tipos se subieron en una parada. Uno de ellos se sentó en la parte posterior del camión y el otro se quedó en los asientos de adelante. En un momento en que el camión llevaba pocos pasajeros, tal vez unos diez, dice Irma, los tipos comenzaron a amagar a las mujeres y a quitarles sus bolsas.

Irma llevaba la paga de la semana. Uno de los tipos trató de arrebatarle la bolsa, mientras ella la apretaba con sus dos manos, sin soltarla pensando en que si se la quitaba, no tendría para comprar el mandado de la semana. Sus tres hijos se quedarían sin comer. Es cabeza de familia y su trabajo es el único ingreso. Tantas cosas pasaron por su mente en unos cuantos segundos. En un momento dado el hombre le asestó un golpe en la cara. Fue tan fuerte que le nubló la vista y la obligó a soltar la bolsa.

Mientras tanto el chofer no hizo nada para impedir el asalto. Pasó una patrulla y los pasajeros, a gritos pidieron auxilio. El camión se detuvo y los hombres bajaron corriendo cargados con el producto del atraco. La Policía, lenta para reaccionar nada pudo hacer. Subieron, vieron que la gente estuviera bien y se fueron. El autobús siguió su camino.

La impotencia de Irma se refleja en su rostro. Sus lágrimas son de rabia. Además de quitarle su dinero, de dejarle un ojo amoratado, lo peor fue que le pisotearon su dignidad.

¿Por qué ciudadanos desprotegidos, los de camión, no pueden vivir en una ciudad segura donde los servicios públicos funcionen eficientemente? Arrastramos problemas tan añejos como el transporte público. En Torreón, es fecha que no podemos contar con un trasporte digno, seguro, funcional. Que no contamine, que sea conducido por personas capaces, respetuosas, limpias, educadas. ¿Será mucho pedir?, pensamos los ciudadanos. En Torreón no lo hemos logrado. ¿Por qué en otras ciudades sí y aquí no?

Mañana domingo los coahuilenses elegiremos gobernador, alcaldes y Congreso Local. Los ciudadanos volvemos a esperar, a creer. ¿Cuál de los candidatos garantiza soluciones reales? No promesas. Como dice Irma, -sólo se acuerdan de nosotros durante las elecciones. Van y nos visitan. Nos ofrecen y luego no se vuelven a acordar.

Irma quisiera ver a un alcalde que se moviera por la ciudad a pie o tomara de vez en cuando un autobús, para que sintiera en carne propia lo que los usuarios del transporte experimentan cada día. Quisiera un alcalde cercano a su gente y a sus problemas, que no se rodeara de guaruras y secretarios que le impiden que el ciudadano se le acerque. Un alcalde inteligente y humano, que entienda el pensamiento de sus gobernados y trabaje por el bien de toda la comunidad. Que sea sencillo y se conduzca con honestidad. Que sea comprometido. Que se ocupe en combatir la delincuencia y abatir la pobreza, en cómo aportar soluciones para las colonias marginadas, introducir agua y drenaje donde sea necesario, en construir escuelas de calidad. Que se preocupe por la cultura, la educación, el cuidado del medio ambiente. Quisiera ver un alcalde rodeado de un equipo de trabajo con mística de servicio, que no estén pensando desde el inicio de la gestión en el próximo puesto o en los bonos de fin de año.

Gobernar debe ser una tarea compleja. Más en estos días en que la vulnerabilidad y fragilidad de una comunidad están siempre presentes ante cualquier problema. El alcalde se convierte en la persona líder de la comunidad, la persona en quien el ciudadano común y corriente confía y puede acudir en busca de soluciones comunes.

La devastación que sufrió la ciudad de Nueva Orleans en el país más poderoso del mundo ante el paso del huracán Katrina nos enseñó cómo la autoridad municipal se vuelve la persona más cercana a los problemas de la gente. Sobre todo en casos de emergencia como el del huracán que dejó a la ciudad bajo el agua.

Todavía me parecen increíbles las escenas de desolación y desesperanza para los miles de personas afectadas por el paso destructivo y apocalíptico del huracán. Un paliativo ante la emergencia puede ser una autoridad sensible y eficiente, que se ponga a trabajar hombro a hombro con su gente y por la gente.

Por eso más allá de partidos, reflexionemos en quién puede ser esa mejor persona capaz de resistir presiones, enfrentar responsabilidades y gobernar en la pluralidad, en el respeto, en la tolerancia, construyendo, aportando, impulsando cambios.

El día de mañana cerca de 900 mil coahuilenses estaremos eligiendo gobernador entre cinco candidatos de siete partidos, 38 alcaldes y veinte diputados de mayoría al Congreso Local. Salgamos a votar. No tengamos miedo, ni permitamos que nuestros votos sean manipulados. Defendamos el voto, es derecho de cada ciudadano ejercer sin presión el voto.

Vayamos este 25 de septiembre a ejercer nuestro derecho como ciudadanos libres. Es nuestra obligación y nos sentiremos satisfechos si somos capaces de sufragar con conciencia y libre albedrío. Entonces podremos pensar en la solución de nuestros problemas como el de la seguridad, pero para eso primero hay que ir a votar.

garzara1@prodigy.net.mx

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