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Las laguneras opinan.../Violencia

Rosario Ramos Salas

Al inicio de la película Golpes del destino, actualmente en cartelera, el narrador dice la siguiente frase: “la gente ama la violencia”, y es que la película trata el tema de la violencia. Sobre una mujer que para salir de la pobreza quiere ser boxeadora. Abundan las escenas de golpes en las peleas de box, las de sangre, humillación, morbo de los aficionados. Faltaba más, la Academia de Artes Cinematográficas de Estados Unidos acaba de otorgarle los cuatro máximos premios: mejor película, director, actriz y papel secundario. Me parece que hoy en día para vender una película, además de estar bien hecha y bien actuada, el tema de violencia ha de estar presente.

La violencia en todas sus manifestaciones es, quizá para las civilizaciones modernas uno de los problemas más peliagudos por resolver. En pleno siglo XXI las sociedades no hemos encontrado cómo atacar la violencia tan arraigada en la vida diaria de quienes habitamos el planeta.

Las noticias sobre hechos violentos son el alimento diario de los medios de comunicación. ¿De qué hablarían los medios informativos si no hubiera violencia en las calles, en las escuelas, en las familias, en el trabajo, en los gobiernos? Ni qué decir si no hubiera terrorismo, guerras, asesinatos, violaciones a los derechos humanos, muertas de Juárez, violencia contra las mujeres. Todos los días, la televisión dedica horas para, según esto, tenernos a los televidentes bien informados y por eso nos muestra imágenes sobre la guerra del narco, la violencia en los antros, en los estadios por el exceso del consumo de alcohol, niños golpeados por sus padres, la violencia de la Policía contra manifestantes en las calles, crímenes de guerra, presos políticos violentados, amenazados, atormentados, mujeres violadas, secuestradas o golpeadas, el abuso físico, sexual, la violencia contra uno mismo. Y qué decir de la violencia verbal de nuestros políticos.

¿Cómo atajar este alud de violencia, de maldad humana o de bondad disfrazada, de vulnerabilidad, de horror?

Violencia según el diccionario se define como una fuerza intensa, impetuosa, excesiva, de la cual se puede abusar o hacer un mal uso. Violencia es también quebrantar, infringir los preceptos. Abuso, desorden excesivo, atropello, exceder su derecho.

Si esta fuerza la ejercemos sobre otra persona para inducir un comportamiento contrario a su voluntad estaremos negando su condición de libertad. Estaremos negando su derecho de ser.

El psicólogo austriaco Víctor Frankl decía que el problema radica en la pérdida de significado de nuestra vida. La violencia está presente y latente porque hemos perdido el rumbo como sociedad. Hay tal confusión en los roles que nos toca vivir. Nos sentirnos vacíos como seres humanos, vacíos de sentido decía Frankl. Es tener ese sentimiento de desconexión con la realidad que comienza en el seno familiar, cuando la responsabilidad de los padres no es asumida como tal. ¿Cuántos casos hemos leído en los periódicos, aquí en Torreón de grupos de adolescentes detenidos por la Policía por estar alterando el orden público? Cómo faltan al respeto a los policías, cómo desde sus celulares llaman a sus padres y éstos raudos y veloces llegan en su rescate culpando a los policías y diciendo que sus hijos son blancas palomas. ¿Cuántos casos de violencia resolveríamos si enseñáramos a los niños y jóvenes a respetar al otro, a atenernos a las consecuencias cuando no acatamos el orden?

Hace algunos días en el antro de moda murió un joven víctima de la violencia, del abuso de la fuerza, de no medir consecuencias. ¿Cómo atajar el problema? ¿Qué hacer?

Los seres humanos tenemos dentro una fuerza, un poder que bien utilizado nos sirve como impulso para salir al mundo, para construirnos y ayudar a otros en el camino. Pero en muchas ocasiones, desde los primeros años lo que aprendemos es a ejercer esta fuerza para aplastarnos y aplastar a los otros, para hacer la guerra en lugar de la paz, para invadirnos, violentarnos, atacarnos. Y ya adultos la violencia se proyecta a otros.

Gran parte de la violencia contra las mujeres viene de este sentimiento. El hombre utiliza su fuerza para aplastar, violar, golpear. “Serás más hombre si utilizas tu fuerza para golpear” -escuchan constantemente los niños-. Y crecen pensando que su fuerza es para destruir, para pegar, en lugar de utilizarla para salir al mundo desde su ternura o desde el gozo. La reacción más común es la de afirmar la masculinidad a través de la violencia, en vez de darse cuenta y reconocer la riqueza interior que hay en cada ser humano.

La televisión es hoy una influencia poderosa en el desarrollo de un sistema de valores y en la formación del comportamiento. Desgraciadamente, una gran parte de la programación actual es violenta. Hay un gran número de estudios sobre los efectos de la violencia en la televisión en los niños y los adolescentes que ha encontrado que los niños pueden volverse inmunes al horror de la violencia, la van aceptando como forma de resolver sus problemas, imitan las imágenes que ven durante horas y se identifican con los “héroes”, víctimas o agresores.

Los niños que se exponen excesivamente a la violencia en la televisión tienden a ser más agresivos. Es absurdo pensar que actualmente en algunas escuelas se ha instituido la práctica de registrar las mochilas de los alumnos porque puede ser que porten una pistola o algún otro tipo de arma. ¿Cuándo habíamos visto eso? En nuestros tiempos era impensable esta situación. Simplemente no sucedía.

Debemos trabajar para dar la pelea a la violencia, la semilla está en las familias, en los valores inculcados, en el ejemplo de padres amorosos pero firmes en la manera de educar a los hijos, en no darles todo lo que piden, en establecer límites claros y aplicar consecuencias cuando las normas se rompen. Sin duda es un trabajo difícil, un camino arduo y largo en el que sociedad civil, Gobierno, organizaciones, todos debemos empeñarnos y no claudicar.

La primavera nos trae también temas más esperanzadores como es el estallido de lo verde, de las flores. Aprovechemos estos días de vacaciones escolares para llevar a los niños a que corran al bosque, a gozar del clima. Para salir a hacer algún deporte, caminar, visitar nuestros espacios culturales, gozar del arte y de lo que la primavera ofrece al igual para todos.

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