Tokio, (EFE). - El término "Make-inu" significa en español "perro perdedor", pero ahora se aplica a las solteras japonesas de más de 30 años de edad, que, pese a su inteligencia y preparación, se ven marginadas por una sociedad que sólo valora la felicidad de la mujer dentro del matrimonio.
Aunque sea bonita, inteligente y tenga una buena profesión, la mujer japonesa será una "perdedora" si permanece soltera, sin hijos y además pasa de los 30 años de edad.
Al menos, así la define Junko Sakai, autora del libro "El aullido de las perras perdedoras", un best-seller que está haciendo furor en Japón.
Con más de 300 mil ejemplares vendidos en Japón, el libro recoge la opinión generalizada en la sociedad nipona de que las solteras que han entrado en la treintena y no tienen perspectivas de contraer matrimonio a largo plazo son mujeres infelices, mientras que las casadas son personas "realizadas" a quienes no se mira con recelo.
Sakai define este nuevo concepto de mujer adulta que se ha ido extendiendo en Japón como un reguero de pólvora: las "Make-inu" son financieramente independientes y disponen de su tiempo sólo para sí mismas, para gozar de la cultura, la gastronomía, los viaje y hasta relaciones sentimentales esporádicas.
Sin embargo, "esa felicidad que sienten las 'Make-inu' no es la felicidad que la sociedad acepta", dijo a EFE Sakai.
"Aunque las solteras declaran que están disfrutando de su vida, la sociedad japonesa las escucha sólo como a perros apaleados, que ladran en un rincón. Ese el motivo que subyace tras el título del libro", explico Sakai.
Según la autora, ha habido reacciones diversas al libro, desde la simpatía mostrada por las propias Make-inu, hasta la comprensión de algunos padres que, tras leerlo, dicen que ahora pueden entender mejor a sus hijas solteras y su búsqueda de una vida independiente y rica en experiencias a la que les es muy difícil renunciar.
"Estoy avanzando precipitadamente por el camino de las Make-inu" dice de sí misma Yuko Nishiwaki (37 años), empleada de una empresa de electrónica, que disfruta de su trabajo y una gran variedad de aficiones, como el violín, la fotografía o la cerámica, para las que no tendría tiempo al casarse.
Natsuko Yoshizawa, socióloga de la Universidad de Mujeres de Japón, indica que "la 'mitología' del matrimonio como única fuente de felicidad para las mujeres se ha debilitado y, en consecuencia, la vida de las mujeres ha variado".
Por ejemplo, hasta no hace mucho tiempo, en Japón a las mujeres solteras de mas de 25 años de edad se les denominaba de forma humillante "pasteles de Navidad", en una burda metáfora que aludía al supuesto de que más allá de esa edad que coincide con el día de Navidad ya nadie las quiere.
Sin embargo, esta metáfora va formando ya parte de la leyenda, como muestra el censo de población del año 2000, cuando un 54 por ciento de las mujeres entre los 25 y 29 años de edad, y un 26.4 por ciento entre los 30 y 34 años eran solteras, en comparación con el 40.2 por ciento y el 13.9 por ciento, respectivamente, de 1990.
El aumento del número de solteras ha sido identificado de forma inmediata con la baja natalidad a la que Japón se enfrenta y, como era de esperar en una sociedad donde el machismo aún campa a sus anchas, el siguiente paso ha sido considerar a esas mujeres como la raíz del problema.
Hace dos años, un ex primer ministro provocó un auténtico debate social sobre la natalidad al señalar que "las mujeres que nunca han engendrado hijos no deberían pedir pensiones tras haberse dedicado a divertirse y envejecer sin descendencia".
"Antes de decir cosas así, la gente debería advertir que en la concepción de los hijos no sólo intervienen las mujeres y que, en muchas ocasiones, son las normas sociales machistas las que impiden a una mujer tener hijos cuando quiere. Y Japón no es el mejor sitio, desde luego, para tener hijos fuera del matrimonio", dijo Sakai.
La socióloga Yoshizawa identifica este fenómeno de las "Make-inu" como una señal de madurez del feminismo en Japón.
"Las mujeres independientes se reafirman en el tipo de vida que han elegido, aún reconociendo la existencia de valores tradicionales que consideran como una perdedora a la mujer que no está casada", indica Yoshizawa.
Según la socióloga, las mujeres solteras japonesas, al decidir esa condición, "hacen frente a la sociedad masculina tradicional", que impone sus normas al mundo femenino.