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Las mentiras de George W. Bush/Actitudes

José Santiago Healy

Muy pocos presidentes norteamericanos han escapado a las críticas por sus mentiras, sin embargo, George W. Bush pasará a la historia como uno los mandatarios más falsos y a la vez menos afectados, al menos hasta ahora.

A Richard Nixon sus mentiras y triquiñuelas de Watergate le costaron el puesto mientras que Bill Clinton estuvo a punto de perderlo todo por negar sus aventuras extramaritales. No obstante el desprestigio ocasionó que los demócratas abandonaran la Casa Blanca.

Pero Bush sigue muy campante a pesar de haber metido a Estados Unidos a una guerra costosa y muy sangrienta bajo el falso argumento de que Irak preparaba armas químicas para atacar a Occidente.

Mintió también cuando negó tener evidencias sobre un ataque terrorista previo a septiembre 11 del 2001, a pesar de los informes de Inteligencia sobre los planes de Al Qaeda.

Una mentira más y que ha afectado seriamente las relaciones entre México y Estados Unidos es su promesa de buscar una salida legal al conflicto migratorio.

Desde su primer encuentro con Vicente Fox en el rancho de Guanajuato, Bush manifestó su voluntad por alcanzar un acuerdo migratorio que regularizaría la situación de millones de trabajadores indocumentados.

Meses después llegó el fatídico septiembre 11 y se frenaron en seco las iniciativas para dicho acuerdo. Dos años después llegaron los tiempos electorales y el mandatario norteamericano retomó el tema con una propuesta para legalizar a los inmigrantes.

No obstante las limitaciones de la iniciativa, miles de mexicanos que residen en Estados Unidos aplaudieron la postura de Bush porque significa tres años bajo un status legal que permitirá a los inmigrantes salir de la oscuridad y frenar la discriminación.

El político texano se reeligió y muy pronto olvidó su promesa. Estamos a casi un año de su reelección y a 18 meses de que lanzó tal iniciativa y prácticamente nada se ha avanzado.

Por el contrario los aires conservadores arreciaron al grado de proliferar los grupos de vigilantes en la frontera y los ataques en contra de los inmigrantes.

Para ciertos grupos, los inmigrantes son un estorbo para la sociedad norteamericana porque supuestamente quitan empleos y reciben servicios médicos gratis, pero no valoran los vastos servicios que prestan a los más amplios sectores de la economía.

Bajo este panorama valdría la pena que el señor Bush volteara al continente europeo, en especial España, en donde se lleva a cabo en este 2005 un ambicioso plan para regularizar a los trabajadores inmigrantes.

El programa lanzado por el primer ministro español, José Luis Rodríguez Zapatero, es por demás simple y realista. Para legalizarse el trabajador debe demostrar haber residido seis meses en España y mostrar un contrato o promesa laboral de alguna empresa para los siguientes seis meses.

Actualmente se han regularizado cerca de 400 mil trabajadores de un total de un millón de indocumentados, pero se calcula que otros 150 mil recibirán tal beneficio.

El programa español planea ser amarrado a un acuerdo con 22 países de Iberoamérica para que las cuotas del seguro social que aporten los trabajadores inmigrantes sean válidas en el futuro en su propia nación.

Esto significa que un ecuatoriano legalizado podrá laborar veinte años en España y al regresar a su país gozará de los beneficios que acumuló en el seguro social español.

Estas y otras estrategias más podrían desarrollarse entre México y Estados Unidos si los norteamericanos reconocen la importancia de la fuerza laboral mexicana. Pero no llegaremos a ninguna parte mientras Bush y seguidores como Arnold Schwarzenegger mientan y utilicen el tema sólo para sus ambiciones electorales.

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