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Las palabras tienen la palabra| Y DIOS LAS CREÓ Y EMPEZARON LOS PROBLEMAS

Juan Recaredo

Y DIOS LAS CREÓ Y EMPEZARON LOS PROBLEMAS

Antes de que otra cosa suceda quiero y debo aclarar que el encabezado de este comentario no quiere decir que la mujer sea la causante de todos los problemas de los hombres... No, señor, y no, señora. Lo que pasa –y conste que no lo explico porque sea yo zacatón, (gulp) ¡qué esperanzas!– es que el hombre, estando solo, no podía tener problemas de pareja ¡si ni mujer tenía!

Ya cuando aparecen ellas empieza a hacerse válido el axioma que pregonaba el escritor español Enrique Jardiel Poncela: entender a una mujer es como tratar de conducir a 19 gatos por una carretera. ¡Imagínese usted qué problemón! Y es que a la mujer le pasa lo que a la ley fiscal. Nunca acaba uno de estudiarla y nunca acaba uno de entenderla.

La definición más primitiva que encontré de ella (de la mujer, no de la ley) fue que es la hembra del homo sapiens, o sea del hombre que sabe, pero, pues, en realidad, yo no sé.

Ese pretencioso apodo de homo sapiens nos lo pusimos nosotros, los hombres mismos y viendo a algunos personajes de nuestro mundillo político, se ve uno tentado a proponer mejor el de homo burrens, o algo por el estilo.

Por lo pronto y a título personal déjeme decirle que me declaro partidario del más tenaz feminismo. Yo digo como dicen los ingleses ¡Vive la difference!… (sí, éstos eran unos ingleses que tomaron un curso de francés en 20 lecciones y les encantaba usarlo para practicar).

Las féminas se quejan de que el mundo está hecho por los hombres, favoreciéndolos convenencieramente a ellos, -bueno, a nosotros- y no les falta razón.

Aún en los textos bíblicos encontramos cosas como aquélla de que, cuando Yahvé maldice a la mujer, le dice: “Hacia tu marido irá tu apetencia y él te dominará…” y por más que le enseño ese texto a mi esposa, ella se queda como si nada.

En la literatura mística judía se alude a una mujer que tuvo Adán antes que a Eva. Se llamaba Lilith, y se peleó y se separó de él, y yo pienso: se fue, pero ¿a dónde? Ni modo que dijera “Ya me voy a casa de mi mamá” y Adán muy tranquilo “Pues si ni madre tienes…”.

La palabra mujer viene del latín mulier que en casi todos los idiomas viene quedando en esposa… y pues así la usamos nosotros: mi mujer es mi esposa. Tomar mujer es igual que decir casarse, aunque nunca se dice que ella “tome hombre”.

Una mujer muy hacendosa se dice que es “mujer muy de su casa”.

Mujeriego es un sujeto demasiado aficionado a conquistar mujeres y un hombre con características de mujer es un afeminado, o sea, que “se le cae la mano o le gusta el arroz con popote” según la maledicencia popular.

Misógino es el que odia a las mujeres y la palabra viene del griego miseoo que significa “yo odio” y gineé que es la raíz griega de la palabra mujer. Miseoo Giné es el misógino, que odia a las mujeres pero no en el aspecto sexual. Le caen gordas las gordas, eso es todo. A lo mejor lo que sucede es precisamente que le gustan demasiado y no le hacen caso.

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Pregunta: Una amiga me discute que debe decirse “mañana nieva ” y yo le digo que lo correcto es “mañana neva” ya que el verbo es nevar, no nievar. Este planteamiento lo hace Gabriela Rodríguez, de Mazatlán.

Respuesta: Su amiga tiene razón. Aunque el verbo sea nevar, lo correcto es decir “mañana nieva”. Para que no se le olvide, grábese que el verbo nevar se conjuga como cerrar. ¿Cómo se dice “mañana cierra o mañana cerra? ¡Mañana cierra! Pues entonces debe decir “mañana nieva”.

FRASE LOCA… DE REMATE

Es mejor dar que recibir, sobre todo golpes.

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