Se le llama profecía al anuncio de eventos futuros que no pueden ser conocidos por medios naturales. Se dice que las profecías son parte de la Providencia Divina, lo que al igual que los milagros manifiestan la omnipotencia de Dios. A los ojos del Altísimo todas las cosas futuras están siempre presentes y puede, si le place, comunicarlas a los seres humanos. No obstante la fascinación por conocer lo que no pertenece a nuestros días, nos hace vulnerables a la manipulación de los falsos profetas.
Es por ello que no debemos buscar conocer el futuro más allá de lo que Dios nos quiera confiar. El demonio se vale de los falsos profetas para confundir y llevar a las almas a la ceguera espiritual y a la perdición, lo que suele ocurrir con los libros de ocultismo, los horóscopos, la magia, la ouija, la quiromancia, los rosacruces, la santería, el satanismo, la superstición, el tarot y otros. El profeta legítimo es enviado por Dios a proclamar al pueblo la verdad que conduce a la conversión y a la obediencia. La misión del profeta no es revelar una nueva verdad si no proclamar la verdad ya revelada, en muchas ocasiones relegada.
Expuesto lo anterior, esta vez trataré sobre los vaticinios de Malachy O. Morgair (1094-1148), considerado como el más grande los profetas de Irlanda, fue abad de Bangor, obispo de Down, arzobispo de Armagh y delegado del Papa en Irlanda. Es canonizado por el
Papa Clemente III, el seis de julio de 1199, esto es, la Iglesia lo declaró Santo. Se le atribuyen muchos milagros pero por lo que más se le recuerda es por su don de profecía, acerca de los Papas que hasta el fin del mundo reinarán después de Celestino II, año de 1130, refiriéndose a 112, que sumados a los habidos con anterioridad se elevan a 264.
Los señala uno a uno con una breve frase en latín, resultando en algunos casos sorprendente la relación entre el elegido por los cardenales para figurar como Papa y los lemas que utilizó Malaquías, en tanto que en otros sólo encaja mediante explicaciones bastante elaboradas. En sus lemas puede referirse a un símbolo del país de origen del elegido, a su nombre, a su escudo de armas, a su talento o cualquier otra cosa que sirva, para una vez escogido Papa, encontrar que era al que se refería. Un ejemplo sería el Papa Juan XXIII (1958-1963) al que previamente identificó con el lema en latín Pastor et Nauta, esto es, Pastor y Navegante; cuando se buscó la relación se encontró que estuvo como eclesiástico en Venecia, lugar de navegantes.
Hay quienes no creen en estas clarividencias, adivinaciones, premoniciones o presagios señalando que lo que sucede se da por que hay una rebuscada coincidencia. Sea una cosa u otra, quienes son estudiosos del tema encuentran que lo expuesto por Malaquías va más allá de una simple chiripada o casualidad. Bien, cabe referirme a los últimos cuatro Papas, de los cuales dos ya se sabe quienes fueron, en tanto que de los otros dos se conoce únicamente los lemas en latín.
Al mencionar al Papa Juan Pablo I, elegido el 26 de agosto de 1978, Malaquías lo había descrito como De Medietate Lunae. Indicó que caería víctima de sus enemigos. En efecto, murió en extrañas circunstancias que dejaron la sospecha de si no habría sido envenenado con agua tofana –veneno muy activo usado en Italia-. Lenguas viperinas se encargaron de correr el rumor, sin que hubiera constancia fehaciente.
Se le conoció en su brevísimo reinado como el Papa de la Media Luna, por que su papado duró ese lapso, por que la media luna estaba presente en momentos importantes de su vida, como en su nacimiento, su ordenación sacerdotal y en la episcopal, o por que la noche previa a su nominación como Papa también estaba en media luna. Su nombre era Albino Luciani, que significa Luz Blanca.
Le seguiría De Labore Solis, el Papa recién fallecido, de origen polaco, llamado Karol Wojtyla, que adoptó el nombre de Juan Pablo II (1978-2005) habiendo sido capaz de un trabajo extraordinario y extenso, antes laboró como obrero en una cantera. El siguiente, penúltimo sucesor de San Pedro, según Malaquías, será Gloria Olivae esto es, la gloria del olivo, que unirá a los hombres en una última y brillante manifestación de cristianismo. Se especula que puede ser tiempo de paz y que se refiere a un hombre de piel oscura.
El Papa, con el que finalizará la existencia de la Santa Iglesia Romana, lo denomina Petrus Romanus que, dice, alimentará a su grey en medio de muchas tribulaciones, siendo destruida la ciudad de las siete colinas o sea Roma, concluyendo en que el temido juez juzgará a su pueblo. Debo decir que la Iglesia oficialmente les ha dado poca o ninguna importancia a las predicciones de Malaquías por que no ayudan a vivir la fe ya revelada.
Su interés radica, además de contener datos curiosos, en que estaríamos próximos a llegar al último Papa, si como se ha murmurado el que sigue es de transición esperándose que su papel se abrevie al máximo posible. En fin, por el bautismo todos somos dotados de la gracia para ejercer el don profético, por lo que si Malaquías estaba o no desacertado en sus predicciones, poco hemos de vivir para saberlo.