Todo cambio implica riesgos, pero también oportunidades. El inminente relevo en la Administración estatal de Coahuila plantea, de entrada, la posibilidad de fijar reglas claras, transparentes y saludables en la relación entre las autoridades y los distintos grupos sociales y es precisamente por esa ventana de oportunidad, que los líderes de los organismos cúpula de la Iniciativa Privada lagunera, proyectan la necesidad de fijar una base, donde la crítica constructiva y fundamentada y el mutuo respeto permitan desterrar la sumisión y la conveniencia como parámetros y se privilegie en todo momento la libertad de expresión y la “sana distancia”.
Lo que señalan Víctor Alducin Flores, presidente del Consejo Lagunero de la Iniciativa Privada, Fernando Royo Díaz Rivera, presidente del Centro Empresarial de La Laguna y Édgar Ríos Zapata, presidente de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación, es un argumento que no puede ser más sólido y realista: a las autoridades de los tres niveles de Gobierno, ya no se les debe considerar reyes o virreyes, simple y llanamente, porque no lo son; se trata de servidores públicos obligados por Ley a rendir cuentas y a garantizar, con honestidad, trabajo y transparencia, el logro de beneficios colectivos. Los gobernantes no son otra cosa que administradores de bienes públicos, hombres y mujeres al servicio de la ciudadanía.
Entonces, los empresarios laguneros -al igual que todos los ciudadanos de esta próspera región- encuentran en el cambio de poderes en el Gobierno del Estado de Coahuila, una oportunidad de avanzar en lo que sería un plano ideal, la relación más sana y ventajosa entre la autoridad y los gobernantes: respeto, eficiencia y rendición de cuentas, tal y como debe ser, pero hasta el momento no lo es.
De las próximas autoridades -estatales y locales-, queda esperar voluntad política y congruencia con la oferta de campaña. De los ciudadanos y de los representantes de los distintos sectores organizados (como el de los empresarios) queda esperar una visión crítica del entorno, un esfuerzo permanente de participación y la voluntad de mantener una vigilancia puntual en todas y cada una de las acciones de los próximos gobernantes.