El horizonte económico y político de México se ve complicado, sombrío, no existen elementos que nos permitan augurar un futuro promisorio. Tan sólo un ejemplo es la redistribución de la riqueza, que no se convierte en tangible mientras la macroeconomía, sigue siendo la única preocupación de la política económica actual, es decir el bolsillo vacío de los consumidores, sin satisfacer sus necesidades elementales; circunstancia que las amas de casa constatamos cotidianamente, cuando estamos en un mercado, aunque no en el de valores, que ese sí parece ir viento en popa, como siempre en beneficio de unos cuantos que cada vez se enriquecen más. En cambio los precios de los productos básicos se disparan, los salarios se encogen, pero eso sí, cada día aportamos más multimillonarios a la lista de Forbes.
Además, el debate interno se enfoca a “faldas, pelotas y otras frivolidades”, en una sociedad manipulada por el sensacionalismo informativo como distractivos sociales o “cortinas de humo”, que impiden ver bien la realidad.
Las cuestiones y tópicos que ahora fluyen, tienen que ver con menciones discriminatorias hacia los afroamericanos, con la aspiración de poner una cama en el Palacio Presidencial, con festejos a la democracia que llevó a Fox a la Presidencia de la República, como si todo esto resolviera algo.
Así, el panorama se reduce a una campaña entre panistas que no le ofrecen nada a la sociedad; entre priistas, cuyos spots televisivos evidencian derroche de dinero y se enmarcan en la cursilería y los clichés inacabables y entre perredistas, siempre peleándose, con todo y el lastre del tránsfuga de Sodi.
En fin, los partidos desgastándose en riñas y contradicciones o gastando cantidades insultantes de dinero en un país en donde la pobreza crece exponencialmente, a pesar que se declare oficialmente que hay crecimiento económico y nuestra tasa de desempleo decreciente. Y de los políticos que decir.
Hasta ahora, la opción triunfadora parecería ser la candidatura perredista de López Obrador, cuya principal plataforma de lanzamiento fue el extravío presidencial y la campaña sobre el desafuero. Todavía tiene que enfrentar a fuerzas tanto nacionales como internacionales y esto no es poca cosa, pues conllevan el poder brutal del imperio donde para desgracia de la soberanía de las naciones gravitan en los destinos del planeta, aunque en este caso si es el de una intromisión, ¡no nos vamos a dejar!
Se adelantaron los tiempos y todos los precandidatos creen que van a ganar e incluso en sus conferencias de prensa ya no se refieren, o poco lo hacen, a las acciones de Gobierno, pues todo lo centran en sus campañas hacia 2006 y hasta empiezan a decir lo que harán como presidentes, lo cual considero que los perjudica seriamente ante los votantes y pueden perder lo mucho o poco que tengan.
En el caso del PRD, se promueve al interior la increíble candidatura de Rosario Robles, frente a las muy dignas de Jesús Ortega y Pablo Gómez, quienes están dispuestos a cerrarle el paso al aparente candidato de López Obrador (más bien de Camacho), que es a todas luces Ebrard. Candidatura que en parte pago el proselitismo camachista, aunque esto genera conflictos dentro de ese partido.
Por lo que se refiere al PAN, en el que sus discusiones se ubican entre la picaresca y el medioevo, aparece todavía tenuemente Creel. Y del PRI, que decir con sus sofisticados Tucom y Toconto (Todos contra Todos).
Pero en general a los candidatos no parece preocuparles la opinión del electorado; invadidos por el síndrome de creerse invencibles, sobre todo cuando un Ejecutivo Federal, actúa con cobardía y torpeza; un Congreso, opera como rebaño ovejuno y un Poder Judicial, que es impredecible y emite con frecuencia extrañas resoluciones.
En 2006 lo sabremos y créanme que habrá sorpresas, pues la sociedad está más atenta de lo que suponen partidos y candidatos, analizará y dividirá más allá de la propaganda y las encuestas.
e mail:
enlachapa@prodigy.net.mx
