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Las zetas contra las emes

Gilberto Serna

La verdad monda y lironda es que la pelea, todos lo sabemos, va a estar reducida a dos partidos políticos de los que registraron candidato a gobernador. Habrá una campaña en que se gastará mucho dinero, tanto como el miedo de perder aconseje y munificentes bolsillos quieran proporcionar. Es comprensible, ya que, para un político, no hay cosa en este mundo, que se compare con la dicha de acceder a ese encargo. La radio y la televisión, las fotos en periódicos y revistas se ocupan del acontecer, que es noticia de primera plana, reproduciendo imágenes del nuevo pretor coahuilense. En cada oficina pública, por todos los rumbos, se cuelga un cuadro con su retrato, adosado a la pared, donde aparece el mandatario muy cuco, peripuesto y atildado. La adulación lo persigue y la lisonja, junto a la zalamería, se vuelven sus habituales compañeras. Desde que amanece hasta que anochece se quema incienso a su paso. Es de toda lógica que, al transcurso de los días, si no tiene la cabeza en su lugar, se vuelva engreído y soberbio. Viene a cita, que encaja como anillo al dedo, las palabras latinas vanitas vanitatum, et omnia vanitas, que deploran el vacío y la nada de las cosas de esta vida, que nos dice que, al principio y al final del camino, todo es vana ilusión.

Los ciudadanos, en su gran mayoría, ven este asunto electoral como lo harían los antiguos vecinos de Roma, quienes sentados en las gradas del Coliseo, desde donde acababan de presenciar la muerte de unos cuantos cristianos, de poco atractivo como espectáculo, por que se dejaban arrebatar la vida por fieras hambrientas sin hacer otra cosa que musitar una oración, llevándose a la tumba el secreto de su ascetismo. En la arena se enfrentarían, lo que era esperado por la chusma con ansiedad, un oso contra un león, originario de Saltillo uno y el otro traído de la Ciudad de México, avecindado en Torreón. Las multitudes aglomeradas en las tribunas bramaban de placer, al levantarse las rejas que dejarían salir a las bestias. Imaginemos el espectáculo, no hay rencor ni odio que pueda enceguecerlos, si algo los alienta es la supremacía, lo que bien puede llegar a desatar pasiones entre sus partidarios. En aquella lejana época, además de diversión, se repartían mendrugos, entreteniendo a la plebe para que no reparara en la miseria en que estaba sumida, mientras los cortesanos, bajo un palio, gozaban de toda suerte de privilegios.

En las calles, los faranduleros, en caravana de carromatos, traen el anuncio de que la gran carpa acaba de levantarse; la chiquillería corre detrás con gran alharaca. Al frente, abriendo la marcha, se puede notar al maestro de ceremonias, con lustrosas botas, levita con faldones, corbata de pajarita, sombrero de copa alta y latiguillo en mano. Le siguen los payasos, que encabezan el improvisado y ruidoso desfile, con sus holgadas ropas de vistosa seda, pintura en el rostro, sonrisa a flor de labio; luego, marchan con orgullo los trapecistas, que saben brincar de un columpio a otro con gran destreza; los funámbulos que hábilmente caminan en un alambre, sin caerse; atrás vienen los caballos que aprovechan los jinetes para, a todo galope, mediante una cabriola, brincar de uno a otro, en lo que llaman el paso de la muerte; después, las jirafas, los elefantes, los camellos, y al último, feroces animales enjaulados que entornando los ojos parecen preguntarse, al ver la muchedumbre que bordea el camino, “¿por qué los tendrán encerrados?” creyendo, que detrás de los barrotes, desde su óptica, estaban los seres humanos. “Como en sorda lucha habló el animal, la boca espumosa y el ojo fatal” “...Mas empecé a ver que en todas las casas estaban la envidia, la saña, la ira y en todos los rostros ardían las brasas de odio, de lujuria, de infamia y mentira” -Los Motivos del Lobo, (fragmento), Rubén Darío (1867-1916) notable poeta nicaragüense-

Los políticos en campaña, caracterizada por la primera letra que corresponde a sus patronímicos, se encuentran en la cúspide de la fama, pues están en boca de todo mundo, en los corrillos no se habla de otra cosa que de candidatos, cuya propaganda está empezando a causar gran conmoción cívica, como hace tiempo no se presentaba, se ha iniciado la épica cruzada de las zetas contra las emes.

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