El Siglo de Torreón
Torreón, Coah.- En el teatro reinaba el silencio, nadie hablaba, toda la gente se limitaba a ver hacia el foro...
Un total de 15 sillas estaban distribuidas en el escenario del Isauro Martínez, la del centro la ocupaba el veterano actor Gonzalo Vega, quien vestido de smoking y con el cabello revuelto, prestó su voz para darle vida a Don Quijote, el personaje caballeresco que fue creado en los primeros años del Siglo XVII por Miguel de Cervantes Saavedra.
Los alumnos y directivos del Tecnológico de Monterrey decidieron montar un réquiem al autor porque este año se celebra el IV Centenario de su obra El Ingenioso Hidalgo Don Quijote La Mancha. De tal forma, contando con la ayuda de la Banda Salvador Jalife en la parte musical, 19 lectores y tres cantantes -estos últimos pertenecientes a la institución educativa-, se realizó este espectáculo cultural el miércoles pasado en funciones de 18:00 y 20:30 horas.
Aunque anteriormente el público ya había tenido oportunidad de ver otros réquiem, el de Saavedra tuvo una magia especial; pues además de evidenciar algo de su vida, contaron la historia de Don Quijote.
Eran como si un padre le contara un cuento a su pequeño hijo. Gracias a los diálogos que eran leídos por los estudiantes del Tec, la gente imaginaba el esbelto y larguirucho Quijote, a su inseparable amigo Sancho Panza, los molinos de viento y los verdes campos de la antigua España.
Gonzalo Vega, por su parte, dejó claro por qué es considerado uno de los mejores actores de México. Únicamente ayudado por su voz y gesticulaciones, supo encarnar al personaje de Miguel de Cervantes Saavedra. Mención aparte merecen los lectores, jóvenes que pese a su corta edad dieron muestra de su talento y profesionalismo.
El Quijote es la obra maestra de Cervantes y una de las más admirables creaciones del espíritu humano. Es una caricatura perfecta de la literatura caballeresca, y sus dos personajes principales, Don Quijote y Sancho Panza, encarnan los dos tipos del alma española, el idealista y soñador, que olvida las necesidades de la vida material para correr en pos de inaccesibles quimeras, y el positivista y práctico, aunque bastante fatalista.
Esta apreciada joya de la literatura castellana ha sabido conquistar al mundo entero, y es quizá, con la Biblia, la obra que se ha traducido a más idiomas, pasando a ser sus personajes, verdaderos arquetipos de categoría universal.