Hay ocasiones en que el espacio asignado en esta página es insuficiente para desarrollar el tema seleccionado y por más que uno se esfuerce siente que se queda corto. En otras, como es ésta, hay tantos temas que sentimos la necesidad de abordar algunos de ellos y no sólo concretarnos a uno. Ésta es una de ellas y por eso encabezo estas líneas con la frase: Letras Quebradas, pues tres son los acontecimientos que abordaré a continuación.
Congresos Partidistas:
Desde hace varios años se presentó en el Congreso de la Unión (primero en la Cámara de Senadores) una iniciativa para que los legisladores federales pudieran reelegirse y la misma apenas se acaba de votar.
Pero la bancada priista votó mayoritariamente en contra esa propuesta, alegando entre otras cuestiones que los estatutos del Partido Revolucionario Institucional prohíben la reelección y como se requerían las dos terceras partes de los senadores presentes en la sesión, el proyecto no pasó.
Las opiniones mayoritarias de la ciudadanía se inclinan a favor de que se permita la reelección acotada, no ilimitada, de los legisladores a fin de que realicen mejor su trabajo respondiendo a los requerimientos de los ciudadanos y de esa manera asegurar que éstos volverían a votar por ellos, en caso de buscar la reelección, lo cual tiene lógica.
Sin embargo, quienes se opusieron lo hicieron sobre el argumento de la prohibición estatutaria mencionada, lo que evidencia una vez más el error en que incurre la inmensa mayoría de los legisladores que piensa más en los intereses de sus partidos que en los de la ciudadanía. Como lo hemos comentado en otras ocasiones, el solo hecho de que los diputados se integren en fracciones parlamentarias es ya un mal precedente que los lleva a pensar que a quien tienen que responderle es al partido al que pertenecen y no a la ciudadanía. Es pues este caso uno más que pone de manifiesto la miopía con que se llevan al cabo muchos de los trabajos legislativos.
El humor en la política:
Siempre he creído que quien no tenga sentido del humor nada tiene qué hacer en política.
Sin embargo, cuando el presidente de la República humorisa lo debe hacer con gran sutileza e ingenio, pues de otra manera se exhibe frente al pueblo.
Como ejemplos de ese tipo de humor, bástenos aquí con recordar dos anécdotas, muy conocidas, de Gustavo Díaz Ordaz. La primera, cuando en una entrevista le preguntaron que si le gustaban los tacos y él respondió que sí y al cuestionarlo que de cuáles le gustaban, esbozando una leve sonrisa respondió que “los de trompita”, en indirecta alusión a sus labios gruesos de los que el pueblo se burlaba.
La segunda, cuando al mismo don Gustavo (que como se recordará, era muy feo) le dijo un periodista que qué pensaba de la acusación que solían formularle sus adversarios de que era un hombre que tenía dos caras y el ex presidente respondió: “¿Usted cree que si yo tuviera dos caras saldría a la calle con ésta?”.
Pues bien, lo anterior viene a colación por lo que dijo el presidente Vicente Fox en España. “Me van a extrañar. Me van a extrañar”. Seguramente lo dijo en un intento por poner un poco de humor en un lugar y ante un auditorio que no eran los indicados. Puede ser que los humoristas y caricaturistas sí lo lleguen a extrañar, pues en los últimos tiempos nadie (como presidente) había dado tantos motivos para que se hiciera mofa de sus dichos y actos.
La expresión más decantada del humor es sin duda la ironía. Pero ésta presupone la inteligencia. Y donde no la hay... pues no la hay.
Campaña desde la cárcel:
Los seguidores de Andrés Manuel López Obrador sostienen que si lo desafueran y le dictan auto de formal prisión al jefe de Gobierno, él hará campaña para la Presidencia desde la cárcel, porque no piensa ni contratar abogados para que lo defiendan ni recurrir al juicio de Amparo para evitar ir a prisión.
Lo que por lo visto olvidan los perredistas es que si a Andrés Manuel, después de desaforarlo, le dictan auto de formal prisión, conforme a la fracción segunda del artículo 38 constitucional quedará automáticamente suspendido en sus derechos políticos y por lo tanto no podría ser inscrito como candidato a la Presidencia y menos hacer campaña con barrotes de por medio.
Es posible entonces que los perredistas estén apostando a su viejo estilo de tratar de alcanzar sus objetivos menospreciando o pasando por encima de la Ley, lo que confirmaría el viejo adagio de que: “La cabra tira al monte”.