Vamos a ver, pero, ¿qué es lo que pasa con nosotros? Yo desde siempre he tenido la impresión de que México es muy rico, pero, nunca creí que lo fuera tanto. Porque, vamos a ver: al menos desde que sé leer me vengo enterando de que si algo hacen a diario algunos destacados parientes de nuestros políticos es adiestrarse en gastar, a como dé lugar, el dinero del Gobierno, es decir, el de los contribuyentes, o sea el nuestro sin que les remuerda la conciencia.
Esto les ha llevado su tiempo, pues, en tiempos de López Mateos sólo se atrevían a meter las manos en los bolsillos de los otros sin llegar a más, pero ahora, las siguen metiendo allí y además en las arcas nacionales sacándolas de una y otra parte llenas, lo que no es poco, pues la mayoría tienen manos de beisbolero, que no son pequeñas, como todo aficionado sabe.
Lo malo es que el tiempo no para, sigue corriendo, y algunos de los que en el pasado fueron apresados por tal motivo, hoy, después de diez años de encierro, empiezan a salir encontrándose, sin sorpresa de su parte ni mucho menos, con una fortuna esperándoles y asegurándoles una vejez feliz al lado de los suyos, a quienes durante el tiempo pasado tampoco les ha faltado nada.
Con ejemplos de tal naturaleza y a sabiendas de que diez años son suficientes para quedarse en propiedad con lo que su descaro pudo hacer en sus mejores años, sus imitadores forman filas seguros de que la riqueza que propicia el trabajo de los mejores mexicanos no habrá de fallarles, porque, lo cierto es que si México no tuviera dinero, dinero y más dinero, esta diaria substracción económica no hubiera durado lo que viene durando desde hace tantísimo tiempo.
A estos políticos que han aprovechado sus posiciones para enriquecer a los suyos, y a quienes les imiten en el futuro, pues esto no tiene para cuándo acabar, no sólo debe castigárseles con prisión sino, también, impidiendo que recobren lo mal habido ya que siempre tuvo un dueño, y lo sigue teniendo: México.
Todo es una repetición. Particularmente el ambiente político está adherido a lo pasado. Se escucha constantemente el pasado, se aprende de él y se vuelve a hacer. Los fraudes, los robos, el quedarse con el dinero del Gobierno siempre se hizo y siempre hay quienes estén dispuestos a que esa tradición no se pierda y dispuestos, también a pagar el precio que son unos años de cárcel. Y no. La libertad está bien, pero, encima, devolver el dinero mal habido, como que no. Si se puede saber de quien es, a ese hay que devolverlo, pero, si no, siempre habrá pobres a quien beneficiar con él.
